Lo ocurrido con el carbón en Alemania es un claro ejemplo del clásico dilema entre expansión económica y el respeto por el medioambiente.
Para las zonas más industrializadas de Alemania, como la cuenca del Ruhr, el carbón ha sido símbolo de progreso económico. Pero la batalla contra el calentamiento global obliga a los alemanes a llevar a cabo una profunda transformación de su economía.
La cuenca del Ruhr se ha caracterizado por ser una región de una gran tradición minera. Bien podría decirse que el carbón fue el motor del Ruhr, pues en su apogeo, durante la década de los 50, hasta 600.000 personas se ganaron la vida en el sector de la minería.
La decadencia del carbón
Sin embargo, con el paso de los años, la polución provocada por la combustión del carbón ha ido haciendo mella en el medioambiente. Consecuencia de ello es que el carbón ha ido perdiendo peso en la economía alemana y en consecuencia en el empleo. Así, cuando el 2007 el gobierno alemán tomó la decisión de acabar con el carbón de manera gradual, unos 33.000 trabajadores prestaban servicios en el mundo de la minería.
El declive del sector del carbón no ha sido algo que se haya producido de repente. Se trata de una situación que venía de años atrás. Estamos hablando de que, a medida que transcurrían los años, la industria del carbón iba decayendo. Hasta tal punto llegó la decadencia del carbón, que la minería llegó a necesitar de la financiación pública para poder mantenerse en pie. Nada más y nada menos que 61.000 millones de euros (desde 1996) en subvenciones fueron destinados para sufragar el carbón.
Consecuencias sobre el empleo y compromisos medioambientales
En línea con acuerdos internacionales como el protocolo de Kioto o el Acuerdo de París, abogan por una reducción de los gases de efecto invernadero. De ahí que los países que los firmaron, tengan que cambiar su modelo energético y llevar a cabo una reconversión de sus economías. No olvidemos que las minas alemanas a cielo abierto son muy perjudiciales para el medioambiente. Consecuencia de ello ha sido el desmantelamiento del sector minero alemán, que ha tenido efectos negativos sobre el desempleo.
Hemos visto muchas ocasiones en las que el desarrollo y la prosperidad de una región giran en torno a la minería. No sólo se trata de los propios empleados de las minas, sino de todos los empleos indirectos y de la cantidad de servicios asociados que genera la minería. Por ello, el cierre de una mina significa una tragedia para sus habitantes, pues les priva de sus empleos, que son su fuente de ingresos.
Ahora bien, para evitar que el cierre de las minas se lleve a cabo de una manera brusca, mediante despidos, en la cuenca del Ruhr, se han apostado por otras alternativas. Para ello, se tomaron medidas menos dolorosas, como la jubilación anticipada de los trabajadores de mayor edad o la asignación de los trabajadores afectados a nuevos empleos.
A pesar de estas iniciativas destinadas a suavizar los efectos del cierre de las minas, los efectos del desempleo son innegables en el Ruhr. Por aportar datos concretos, en la cuenca del Ruhr, la tasa de desempleo está en el 10,4% frente al 4,8% de desempleo que padece el conjunto de Alemania. Y es que, la preservación del medioambiente exige importantes esfuerzos.
Transformación energética y económica
Como decíamos al comienzo del artículo, la lucha contra el cambio climático conlleva un importante debate entre el progreso económico y la preservación de nuestro planeta. Los ecologistas no dejan de advertir de los efectos del calentamiento global y el modelo alemán, que históricamente ha mostrado una gran dependencia de una fuente de energía tan contaminante como el carbón, se ve abocado a una transformación.
Cambiar un modelo energético y la estructura económica de una nación como Alemania requiere tiempo y una gran cantidad de recursos. En tiempo se traduce en un plazo de 20 años(hasta 2038) para el completo abandono del carbón y en dinero implica un total de 40.000 millones de euros. Una transformación complicada, teniendo en cuenta que el carbón supone un 37% de la producción eléctrica en Alemania.
En cuanto a las consecuencias sobre el empleo, una solución que está sobre la mesa, consiste en sustituir aquellas regiones carboníferas por verdaderas zonas tecnológicas. Así pues, parece que, una vez más, la clave está en una sociedad de la tecnología.