Finlandia ha lanzado en 2017 la primera prueba piloto de renta básica universal. Gracias a ella, dos mil finlandeses desempleados, percibirán 560€/mes durante dos años en concepto de renta básica universal, independientemente de que encuentren trabajo o no.
El objeto de esta prueba es conocer el impacto que tendría en la sociedad introducir la renta básica universal; Si este concepto incentiva o desincentiva la búsqueda de empleo y el emprendimiento, los efectos en el nuevo modelo de Estado de Bienestar y sobre las desigualdades. Si los resultados son convincentes, en 2019 sería una alternativa para otros colectivos como estudiantes o autónomos.
¿Cuál es la situación de Finlandia en la actualidad?
- 8,7% de tasa de desempleo a cierre de 2016. Una de las más bajas de Europa.
- No contempla el salario mínimo interprofesional
- Salario medio: 43.000€/brutos anuales en 2015 según Datos Macro, muy superior a la media de la UE
- El nivel de presión fiscal es uno de los más elevados de la UE. El 49% del salario de un trabajador finlandés va destinado al pago de impuestos, según el informe de Foro Económico Mundial.
Efectos de la renta básica universal en Finlandia
Analizamos los efectos de la renta básica en Finlandia desde varios aspectos:
Efectos sobre el empleo
La automatización y robotización de muchas tareas, conllevará la destrucción de un gran número de empleos. Los desempleados, tendrán que reorientar sus carreras profesionales para adaptarse al nuevo paradigma laboral. No todos serán capaces de reinventarse y el total de la fuerza laboral, no será reabsorbida por las nuevas profesiones. Si miramos al futuro, debemos quitarnos de la mente el objetivo de pleno empleo.
Aunque el salario medio sea elevado, también lo es la presión fiscal. Este hecho conlleva a que muchos finlandeses rechazan puestos de empleo porque ganan menos que con la prestación de desempleo que reciben.
El mantener un nivel de renta para todos por igual y de por vida, puede tener dos efectos: Incentivar o desincentiva la búsqueda de empleo. Por un lado, llevará a aceptar puestos de trabajo sin estar condicionados por la prestación de desempleo y a emprender nuevos negocios reduciendo riesgos. O bien, por otro lado, los ciudadanos pueden verse acomodados con esa renta mínima asegurada y perder los incentivos para continuar buscando empleo e incluso, volverse más exigentes con las condiciones para ser contratados y aumentar así, su poder de negociación frente a los empresarios.
Efectos sobre el Estado de Bienestar y la burocracia
Finlandia cuenta con un Estado de Bienestar con prestaciones sociales muy significativas y admiradas por otras economías mundiales, así como, una compleja gestión de su Seguridad Social. Su tramitación es tediosa y costosa para las arcas públicas, en cuanto a nivel de funcionariado, trámites por parte de los ciudadanos y presupuesto destinados a estos fines.
Sustituir todos los tipos de prestaciones sociales por una única renta básica universal, puede reducir y agilizar trámites en la administración pública. Pero ¿Cómo va a financiarse?
El coste monetario para el Estado, dependerá del nivel de renta que se asigne y cómo se mantenga la presión fiscal. Hay estimaciones que señalan que el coste será más o menos el mismo que el montante de las actuales prestaciones sociales. En ese caso, el beneficio en agilidad burocrática, está claro. Por otro lado, puede que este salario de subsistencia no llegue a cubrir las necesidades básicas como esperan los contribuyentes y puede que el coste que deba asumir el gobierno, sea más elevado que la recaudación en impuestos. En ese caso, sería inasumible y habría que replantearse el modelo.
Efectos sobre el consumo, pobreza y desigualdades
Contar con un ingreso permanente en los bolsillos de los ciudadanos, reducirá los niveles de pobreza, las desigualdades e incentivará el consumo privado y la inversión. Esta es la hipótesis esencial en la que se basa la implementación de la renta básica universal.
Sin embargo, partir de una renta básica universal para todos los ciudadanos, independientemente del nivel de ingresos que presenten, llevará a inflación. Si todos los precios suben, las rentas más bajas seguirán teniendo problemas para acceder al consumo. Es decir, las desigualdades no van a desaparecer, simplemente una renta básica universal garantizará unos mínimos de consumo a toda la población. Depende como utilicen esa renta, cubrirán necesidades básicas o no; Con esto nos referimos a que hasta ahora, era el Estado con su actitud paternalista, el que decidía qué cuantía iba destinada a cada necesidad básica (educación, sanidad…) según la redistribución de la renta. Ahora será cada individuo el que decida donde gastárselo.
Si tenemos en cuenta la inmigración y la libre circulación de personas, es probable que haya flujos migratorios hacia los países con la renta básica universal implantada. Si no se discrimina a nadie para su cobro, esto puede desestabilizar su sostenibilidad.
Conclusión
“Cobrar una renta simplemente por existir”. La utopía de la renta básica universal está comenzando a ser una realidad palpable.
El empuje definitivo ha sido la transformación digital y el cambio en el paradigma del mercado laboral, que hace plantearse un nuevo modelo de bienestar social.
Las principales dudas sobre su viabilidad vienen a la hora de su financiación, por ahora difícilmente sostenible, y sobre los incentivos de la población, así como, sus efectos en las desigualdades. Debemos validar estas hipótesis y luego elaborar un planteamiento realista antes de su implantación.
Sin duda, la renta básica universal debe ir acompañada de otras medidas para atenuar los efectos negativos que pudiera tener; Por ejemplo, incentivar programas de inclusión social para evitar el malgastar la renta percibida o jornadas laborales reducidas y flexibles que fomenten más puestos de trabajo y que el salario venga complementado por esta renta.
Finlandia es pionera en este tipo de medidas en Europa, tras el rechazo de su implantación en Suiza por parte de los ciudadanos. En el resto del mundo, existen otros proyectos piloto similares en Utrech (Holanda), Kenia, Ontario (Canadá) u Oakland (EEUU).