La batalla monetaria comenzó con la crisis financiera mundial; sin embargo, la actual devaluación del yuan chino y la posible subida de los tipos de interés en Estados Unidos se han convertido en debates principales en el último encuentro de los países del G-20.
El inicio de la batalla monetaria tuvo lugar en el mismo instante en que se desplegó la crisis financiera global. Para Ramón Morell, experto de ETX Capital España, desde entonces “se ha dado una guerra de divisas constante, en la que cada uno buscaba que su moneda mantuviera un equilibrio respecto de sus pares que favoreciera las exportaciones sin hacer demasiado gravoso el pago de los intereses de la deuda emitida en otras monedas”.
Se trataba, pues, de un periodo en el que los diferentes gobiernos intentaban devaluar sus monedas locales con el propósito de convertir sus economías en dinámicas y más competitivas y huir del paupérrimo índice de crecimiento global que caracterizaba el panorama general.
Sin embargo, en la actualidad, en 2015, diversos factores como la caída del precio del petróleo y de la demanda han provocado una fuerte desaceleración de los precios a nivel mundial abriendo paso al proceso de desinflación, con las consiguientes pérdidas a medio y largo plazo. Para paliar la situación –deflación o tasa de inflación negativa generalizada (Véase sus diferencias aquí)- los gobiernos centrales de los distintos países han dinamitado su recurso básico: la moneda local. Y en esta especial tesitura, el pasado mes de marzo fue cuando el BCE (Banco Central Europeo) dio comienzo al programa de expansión monetaria cuantitativa (QE) y a la compra de deuda con el objeto de estimular la economía continental.
No obstante, la decisión del BCE supuso uno de los más grandes desafíos a los que se enfrentaron los demás bancos centrales de la región. De hecho, países como Suiza, Suecia y Dinamarca -muy dependientes del euro- fueron seriamente golpeados en los niveles de sus tipos de cambio con respecto a la moneda europea, afectando a toda su economía. Así, las tres naciones aplicaron diversas medidas para contrarrestar el QE del BCE; sólo hay que recordar que el banco central suizo levantó su nivel de tolerancia del franco contra el euro en 1,20 y permitió una flotabilidad relativa “como respuesta obligada al plan de liquidez de la zona euro para 2015 y 2016”.
China y Estados Unidos, frente a frente
Pero el recorrido de las divisas no acaba aquí. La reciente devaluación del yuan -la moneda china- ha provocado un verdadero tsunami en los mercados financieros globales que repercutirá en el resto de las economías asiáticas. En este sentido, Vietnam ha seguido los pasos del gigante oriental, depreciando el dong y, del mismo modo, el tengue de Kazajstan también ha experimentado caídas.
Mitul Kotecha, experto de divisas de Barclays, asegura a este respecto que en los próximos meses podremos ver movimientos similares por parte de los bancos centrales de países que tienen una gran “interdependencia económica con China”. Es el caso de Tailandia, Korea, Taiwan o Malasia, que tienen un “alto grado de competencia exportadora con el gigante asiático. Sólo India, con un grado menor de exposición a China, escapará relativamente sin repercusiones”, explica Kotecha.
Como resultado, la cuestión china y el temido anuncio de una pronta subida de los tipos de interés en Estados Unidos -el estado de las dos mayores economías mundiales- han centrado los principales debates de la reunión de ministros de Economía de los países del G20, que acaba de concluir en Ankara (Turquía) con el compromiso de evitar una próxima guerra de divisas.
Bajo este contexto, el ministro de Finanzas chino, Lou Jiwei, ha asegurado que, pese a las turbulencias financieras, las reformas emprendidas por el Gobierno de Pekín colocarán al país en “una vía de crecimiento estable”. Mientras, los restantes socios del G-20, junto con China, se han marcado como objetivos prioritarios reducir el intervencionismo público en la economía y permitir que sea el mercado el que la autorregule.
Otra de las mayores preocupaciones económicas derivadas de la política monetaria, especialmente en los países emergentes, es que Estados Unidos eleve sus tipos de interés (en definitiva el precio del dinero), ahora cercanos a cero. Y es que, durante los dos últimos años, comunicados sobre eventuales subidas de los tipos en la nación norteamericana han provocado abruptas depreciaciones en las divisas de países como Turquía, Brasil o Sudáfrica, que, desde el inicio de la crisis financiera global, han logrado atraer grandes flujos de capital.
Finalmente, y con respecto a España, fuentes cercanas al evento han manifestado que el impacto de la coyuntura china no golpeará a nuestro país de manera efectiva: “La exposición española, desde el punto de vista comercial, no es excesiva, aunque indirectamente sí podría tocarnos por su repercusión en países con los que tenemos mayores relaciones comerciales, como los latinoamericanos”.