La clase media es fundamental en la estabilidad económica y social de un país. Cuanto más numerosa sea, mayor será la prosperidad y desarrollo de una nación. Sin embargo, la crisis económica de 2008 se ha cebado con la clase media europea y especialmente con la española. Así pues, cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿Está la clase media española en riesgo de desaparición?
Antes de explicar las causas que han provocado una reducción de las clases medias, conviene saber cuáles son los niveles de renta de estas clases sociales. Pues bien, existe un cierto acuerdo entre los economistas al considerar clase media a aquellas personas que cuentan con unos ingresos situados entre el 75% y el 200% del valor de la mediana.
Recordemos que la mediana deja por debajo al 50% de las rentas inferiores, mientras que por encima de ella quedan el 50% de las rentas más elevadas. Por aportar datos concretos, en 2016, el salario mediano de las mujeres se situaba en 16.831,58 euros frente a los 21.626 euros que percibieron los hombres, todo ello según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Ya desde los años 70, la clase media ha ido ganando peso en la economía y en la sociedad, dando lugar a una reducción del porcentaje de la población situado en las clases sociales más bajas. Todo ello se consiguió gracias a las mejoras logradas en educación, a la modernización de la economía, la incorporación de España al comercio internacional, el progresivo incremento de los salarios y la entrada de las mujeres en el mercado laboral.
Año 2008, un punto de inflexión
Sin embargo, el año 2008 puso freno al aumento de las clases medias en España. Los efectos de aquella gran recesión fueron brutales sobre la economía, aumentaron los despidos y el desempleo y los salarios cayeron.
Los negros nubarrones que aparecieron en 2008 no se desvanecían y la delicada situación económica que atravesaba España en 2012 llevaron al país a solicitar un rescate bancario. Mientras tanto, desde las instituciones europeas se apostaba por la reducción del déficit público y por medidas de ajuste. Buena parte de estos ajustes terminaron recayendo sobre las clases medias, que vieron cómo sus niveles de renta se veían mermados.
Precisamente en 2012 se llevó a cabo una reforma laboral. El objetivo de esta nueva legislación era lograr la reducción del desempleo a través de la flexibilidad laboral. Dando facilidades a los empresarios tanto en la contratación como en el despido, se trataba de acabar con el desempleo de larga duración, impulsar la contratación indefinida e incorporar a los jóvenes al mercado de trabajo.
El crecimiento del PIB y la caída del desempleo no se traducen en una mejora de la clase media
Pues bien, como advertía nuestro compañero José Francisco López en su artículo “La tasa de paro en España en niveles de hace 10 años”, los datos de empleo arrojan cifras positivas. Ya en el cuarto trimestre de 2018, el paro era del 14,55% según la Encuesta de Población Activa (EPA).
Las cifras de crecimiento económico para España también han sido positivas desde 2014, creciendo por encima del 2% desde el año 2015. Y es que, los economistas sostienen que es habitual que, cuando la economía crece por encima del 2%, se crean puestos de trabajo.
A la vista de los indicadores de desempleo y de crecimiento económico, todo parece indicar que la economía española va por buen camino. Sin embargo, la realidad social es muy distinta, especialmente para la clase media.
Temporalidad de los contratos y estancamiento de los salarios
Si bien se ha creado empleo, los salarios son menores y la contratación está marcada por la temporalidad. Tan poco duraderos son los contratos que basta echar un vistazo a los preocupantes datos del informe de Cáritas.
Según Cáritas, durante el año 2017, el 90% de los contratos fueron temporales, mientras que la tercera parte de estos empleos no llegaban a una duración de una semana. Con contratos de tan poca duración se hace muy difícil lograr que la clase media vuelva a recuperar el peso que le corresponde en la economía.
Un segundo factor que explica el declive de las clases medias es que los salarios se han estancado. Echemos un vistazo a los datos del Instituto Nacional de Estadística. En 2016 las mujeres percibieron un salario medio de 20.131 euros y los hombres de 25.924. Por el contrario, en 2012, las mujeres obtuvieron un salario bruto de 19.537 euros y los hombres percibieron un salario bruto de 25.682 euros. Si comparamos los datos de 2016, donde el crecimiento económico fue del 3,6%, con los de 2012, uno de los momentos más delicados de la economía española, veremos que los salarios brutos apenas han aumentado.
Por tanto, en el caso español, el crecimiento del producto interior bruto (PIB) no se ha traducido en una mejora del bienestar. Sin duda alguna, uno de los grandes desafíos económicos y sociales que debe afrontar España es la recuperación de las clases medias para garantizar la estabilidad y el bienestar de sus ciudadanos.