Con la pandemia, la crisis económica ha despertado el interés de la ciudadanía por conocer la opinión de los economistas, a la vez que solicitaban, como nunca antes lo habían hecho, su ayuda. Pero, ¿qué hacen realmente los economistas?
Ante una crisis de dimensiones históricas, muchos son los ciudadanos que, preocupados por la situación a la que se enfrentan y que desconocen, han echado mano de la prensa económica para estar al tanto de los sucesos, así como los comunicados y afirmaciones que emitían los distintos economistas sobre la crisis económica que atravesamos. Y es que, en un escenario de excepcional incertidumbre en lo que a la economía se refiere, como avisó el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), los economistas se convierten eruditos muy cotizados por las familias y las empresas, que buscan consejo en estos para afrontar mejor esta situación.
Inmersos en un escenario repleto de conceptos muy complejos, que para algunos hasta suenan a idiomas desconocidos, la sociedad se muestra temerosa ante lo que pueda pasar, y más importante aún, ante lo que le pueda pasar. Prueba de ello es el ahorro forzoso que destaca en una tasa de ahorro que ya presenta máximos. La contracción que ha vivido el producto interior bruto (PIB), el elevado déficit, el exceso de deuda, las desigualdades económicas, o el propio shock de oferta al que se ha tenido que enfrentar la economía son conceptos que, habiendo sido muy repetidos por los economistas a lo largo de estos meses, probablemente no se encontraban entre nuestro vocabulario en momentos previos a la pandemia.
Sin embargo, esta crisis económica ha hecho que algunos de estos conceptos pasen a formar parte de nuestro día a día. La deuda comentada, la tasa de ahorro que tanto suena en los titulares de la prensa económica, la propia debilidad del sistema de pensiones, entre otros conceptos, y determinados asuntos, ya suenan en nuestra cabeza de la misma forma que lo hacían, en momentos previos a la pandemia, otros conceptos más simples, relacionados con otros campos en los que mostrábamos interés, y en los que no nos hacía falta ser economista para comprenderlos.
Y es que, de la misma forma que la economía, como explicaba mi compañero David Lopez Cabia en otro artículo (aquí), es importante para la ciudadanía, la figura del economista, especialmente cuando somos principiantes o novatos en esta materia, se vuelve imprescindible para descifrar o traducir a un idioma más entendible, los datos que se publican día tras día, y que sin entenderlos, tienen un efecto directo en nuestro bienestar. En resumen, unos datos que, como el índice de producción industrial, los PMIs, o la confianza del consumidor, no muestran más que la realidad de nuestra ciudadanía, pero que sin ese economista que lo descifra y lo hace entendible, no terminamos de comprender.
¿Qué es y qué no es un economista?
Pese a que en una situación de crisis se despierta el interés de la ciudadanía por la figura del economista, lo cierto es que todavía existen muchas personas en el planeta que no terminan de entender las habilidades, así como las destrezas que debe tener un economista. Tampoco las acciones que este lleva a cabo, o la actividad diaria que estos realizan en su día a día. Algunos ciudadanos más escépticos, que ven al economista como un visionario o un vidente, consideran que el economista es una especie de comentarista, que tiene la misión de ofrecer a la ciudadanía el futuro, cuando nadie es capaz de visualizarlo.
Otros, que confían más en la profesión y la tienen más idealizada, habitualmente por el cine y las películas en las que aparecían economistas, ven en el economista un asesor, el cual es capaz de decirle, ya sea a él o a su primo, donde meter los ahorros de toda la vida y, con ello, obtener un beneficio tan elevado como para retirarse y vivir de los rendimientos el resto de sus días. Por otro lado, también existen empresarios que tienen al economista como ese comodín al que acudir en momentos en los que la empresa no muestra rendimientos óptimos; pese a que luego, existen otros perfiles, también de empresarios, que cuestionan el papel de estos economistas, en un escenario en el que tratan de desacreditarlos por el hecho de que muchos de estos no se encuentran en posesión de una empresa; algo que ocurre, también, cuando se trata de los académicos en asignaturas relacionadas con el mundo de la empresa.
De la misma forma, tenemos los que ven en este perfil un potencial banquero, creyendo que esta es las única salida que ofrece una carrera como tal, mientras existen otros perfiles que piden al economista que, con herramientas fiscales y vacíos legales, le logren un ahorro en el pago de impuestos al Estado. Todo ello, sin olvidar la reciente salida laboral, que despertó el interés de muchos jóvenes por su aparición en el cine, que es la del economista de mercados o bróker; eso si, con gran cantidad de millones de dólares en el banco y un comportamiento bastante peculiar.
Lo que vemos en televisión, sumado al desconocimiento sobre la profesión, acaba generando un mar de dudas en la población, que no termina de comprender qué es lo que hace realmente un economista.
Y es que, para entenderlo correctamente, debemos saber que la economía es una ciencia muy amplia, que presenta tantos campos como teorías. Un economista, a la hora de formarse, adquiere un conocimiento básico común que puede ayudarle a orientarse correctamente en determinados campos, pero nunca podrá saberlo todo sobre todos ellos. Por ello, escogen, como en la medicina o cualquier otro campo científico, una especialización.
Cuando vamos al médico general, no le preguntamos por un dolor en el ojo, o si le preguntamos este nos derivará al especialista. Este médico, especializado en medicina general, no puede respondernos a un problema relacionado con la vista. Este médico escogió una especialidad, y debe ceñirse a su especialidad; aunque ello no le impida darte una recomendación, o su percepción. Con los economistas ocurre lo mismo. Si hablamos con un experto en finanzas, este nos dará su visión sobre cómo está evolucionando el mercado laboral, pero su especialidad, como se dijo al principio, son las finanzas. Por ello, en aquel campo en el que se desenvolverá con gran facilidad será en el de las finanzas.
Asimismo, un economista especializado en fiscalidad, aunque pueda darte su percepción sobre cómo está evolucionando la balanza comercial estadounidense o el tratado comercial europeo, su campo y en el que puede ayudarte es en el de la fiscalidad. Todo aquello relacionado con el pago de impuestos, con el sistema tributario en general, será el campo en el que más ayuda pueda ofrecer este economista. Pues es el campo en el que se especializó, y por ello puede ayudarte respondiendo a tus preguntas. Pero estos mismos conocimientos no podemos pedírselos al macroeconomista que trabaja de profesor en la universidad, ni tampoco le hablaremos del Dow Jones o el Nasdaq, pues su especialización es la macroeconomía y la docencia, y sus conocimientos y su investigación estará centrada en estos campos.
En resumen, el economista puede responder a todas esas preguntas que mencionábamos al inicio, o puede ser todas esas percepciones que tenemos de un graduado en Economía. Pero este economista no puede ser todo aquello que creemos que es. Un economista no puede estudiar a fondo la macroeconomía, a la vez que se centra en la investigación de mercados, mientras realiza una tesis sobre el comportamiento de la economía española a nivel microeconómico.
En este sentido, y para hacernos una idea con otra profesión más conocida, es como pedirle a un oculista que te opere de la rodilla, te observe el sistema digestivo y te haga un análisis, a la vez que le pedimos que nos quite una contractura en el bíceps. O de la misma forma, pedirle a un abogado especializado en divorcios que gestione la adquisición de una empresa en Dubái, que se encargue de un caso de delito fiscal, a la vez que le pedimos que imparta una clase de universidad sobre homicidios y sentencias.
La economía, como decíamos, es una ciencia muy amplia, y que abarca muchas disciplinas. De la misma forma que el economista busca, a través de herramientas como las matemáticas y la estadística, y de modelos, mejorar la asignación de los recursos, a la vez que esa asignación se realiza de forma más efectiva y eficiente; pues un economista, para desgracia de muchos, no es una especie de mesías, capaz de multiplicar los panes y los peces, como explica la Biblia en la religión cristiana. Un economista es una persona que ama la economía, pero que la ama por algo. Pudiendo ser ese algo las finanzas, los mercados, la contabilidad, la fiscalidad, la macroeconomía, la microeconomía, la econometría, así como alguna de las más de 40 asignaturas, o más de 15 disciplinas que se estudian, previamente a la especialización, en la carrera universitaria.
Y luego está la educación financiera, y Economipedia
En definitiva, y como suele ocurrir, nos topamos con la educación financiera. Y es que no hace falta ser economista para entender de finanzas, sino poseer una buena educación financiera. Como vemos en los ejemplos, y como hemos visto en esta crisis, la economía es una ciencia esencial en nuestro día a día. Desde la compra de una casa hasta cuando vamos a hacer la compra tenemos la economía presente. Desde el IPC, que mide la variación en los precios de la cesta de consumo, hasta los tipos de interés, que miden, en cierta forma, el precio a pagar en intereses por la compra de la vivienda, son conceptos imprescindibles en nuestro día a día, y que sin ayuda de ningún economista deberíamos conocer.
La inflación, la lectura de una nómina, el pago de impuestos, todas estas acciones requieren de un conocimiento básico en materia de economía. La gestión de un hogar, de las finanzas de una casa, es otra tarea que requiere de unos conocimientos mínimos de contabilidad, de gestión, de gestión de preferencias y gestión de recursos, entre otras disciplinas. En resumen, la economía es una compañera de vida, que nos acompaña hasta el final de nuestra vida, donde tenemos que encargarnos de saldar nuestras deudas, así como asignar los herederos que recibirán nuestro patrimonio; sin olvidar el pago del funeral, así como todos los gastos que supone la celebración de un funeral.
Por ello, necesitamos la educación financiera en nuestras vidas. Pese a ello, y a que el 77% de los padres, en el caso de España, consideren que la economía debería impartirse en las aulas, no se conocen programas oficiales en muchos países de habla hispana que fomenten la educación financiera en los centros educativos. Por ello nace Economipedia, con el fin de descifrar esas complejas teorías, a la vez que la hacemos accesibles para la ciudadanía en general. La economía, como hemos dicho, debe ser entendida y comprendida por la ciudadanía, pues es la mejor forma de corregir, en parte, la vulnerabilidad de las familias, a la vez que las hacemos más responsables. Y todo ello, en un escenario en el que vamos construyendo una sociedad más crítica y más capaz.