Un total de 11 países han suscrito en la ciudad de Santiago de Chile el Acuerdo de Asociación Transpacífico, conocido por sus siglas en inglés como TPP. Entre los grandes ausentes se encuentra el presidente estadounidense Donald Trump, que sigue adelante con sus planes de imponer aranceles al acero. Precisamente la firma del TPP supone una respuesta a los aranceles y a la guerra comercial que está dispuesto a emprender Estados Unidos.
El denominado Acuerdo de Asociación Transpacífico, también llamado TPP, nació en el año 2016, impulsado por el ex presidente norteamericano Barack Obama. Firmado a principios de febrero de 2016 en la ciudad neozelandesa de Auckland, fue creado con la finalidad de reducir las barreras arancelarias, fomentar el libre comercio, mejorar los derechos de los trabajadores y el medio ambiente y crear un marco común en materia de propiedad intelectual. Este amplio acuerdo englobaba a países de la cuenca del Pacífico entre los que figuraban: Brunei, Chile, Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Singapur, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam.
La salida de Estados Unidos del TPP
Sin embargo, la llegada de Trump a la Casa Blanca ha supuesto drásticos cambios en la política comercial de los Estados Unidos, que en 2017 optó por abandonar el TPP. Y es que la visión del comercio que tiene Donald Trump es muy distinta de la de su predecesor, Barack Obama. Trump busca corregir el déficit de la balanza comercial estadounidense, apoyando a la industria nacional y protegiendo la producción de bienes estadounidenses mediante la imposición de barreras arancelarias, hecho que ya advertíamos en nuestro artículo “Estados Unidos baraja aranceles al acero y al aluminio”. Por otro lado, el deseo de Trump de favorecer la producción nacional le está impulsando a abandonar grandes acuerdos comerciales.
La deriva proteccionista de la Administración estadounidense ha sido mal recibida desde China, que en una guerra comercial en ciernes parece posicionarse como el gran rival de Estados Unidos. Los aranceles tampoco han sido bien recibidos desde un aliado tradicional y socio comercial de Estados Unidos como la Unión Europea. Pese al proteccionismo de Trump, el resto del mundo ha optado por seguir avanzando en el libre comercio a través de la firma de tratados como el TPP.
¿Qué supone el TPP para los países firmantes?
Este gran tratado comercial engloba a un total de 500 millones de personas y abarca nada más y nada menos que el 13% de la economía mundial. El espíritu de la renovación de este acuerdo comercial es claro: se busca impulsar los intereses de la mediana empresa y mejorar los derechos de las mujeres y los pueblos indígenas. Avanzando en medidas que liberalicen el comercio se tratará de fomentar el crecimiento económico y aumentar el bienestar de los ciudadanos de los países que participan en el tratado.
El TPP ha permitido reducir barreras comerciales al tiempo que se creaba un gran bloque económico de comercio internacional, al tiempo que ha favorecido el fortalecimiento de los derechos de los trabajadores y ha impulsado la preocupación por el medio ambiente. No obstante, no todo han sido noticias positivas, dado que hay una veintena de puntos que han terminado siendo suspendidos, especialmente en lo que afecta a propiedad intelectual. Entre los asuntos más espinosos relacionados con la propiedad intelectual hay que mencionar que se mantiene que los agricultores no podrán almacenar ni intercambiar las semillas protegidas por las grandes empresas agrícolas, lo que les obligará a comprar nuevas semillas para futuras cosechas.
En cuanto a los medicamentos, han sido suspendidas las patentes de segundo uso. Por otra parte, también se suspende la posibilidad de ampliar el periodo de 20 años de una patente si un estado se retrasa en concedérsela a un medicamento nuevo.
Los más críticos con el tratado afirman que el tratado otorga unas garantías excesivas a las inversiones de las compañías extranjeras, quedando por encima los intereses empresariales de los intereses de la ciudadanía. En este sentido, el TPP apuesta por la protección de la inversión extranjera, permitiendo a las empresas extranjeras competir en condiciones más igualitarias a la hora de acceder a contratos públicos y limitan el nivel de acción de la empresa estatal frente a la empresa privada. Merece especial atención que el TPP también permitirá a las empresas extranjeras llevar ante un tribunal internacional a aquellos gobiernos que perjudiquen severamente la actividad económica como consecuencia de sus medidas sociales, políticas, medioambientales y económicas.