El origen de las apuestas data de fechas anteriores al Imperio romano o la Antigua Grecia. Tanto es así, que se cree que 3.000 años a.C. en Mesopotamia, se hacían apuestas utilizando dados hechos de astrágalo de seis caras.
El mercado de apuestas, especialmente de las apuestas deportivas, se ha visto impulsado recientemente gracias al acceso a Internet y la tecnología. Sin embargo, su origen es anterior, incluso, a la escritura.
Aunque dependiendo de la fuente cotejada, podríamos establecer el origen de las apuestas entre el 3.000 a.C y el 2.300 a.C en China, el mercado de apuestas deportivas se estableció en la Antigua Grecia.
Así, fueron los ciudadanos de la civilización griega los primeros en apostar sobre disciplinas deportivas. Concretamente gracias a una costumbre que mantenemos hoy: los juegos olímpicos.
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Por cierto, el nombre de olímpico, tiene su origen en la villa de Olimpia, el primer lugar del mundo en el que se celebraron los juegos.
Las apuestas como negocio
Más tarde, ya en el Imperio romano y gracias al legado griego, los romanos continuaron aumentando las posibilidades de apostar dinero sobre ciertos eventos.
Durante varios siglos, los romanos aprovecharon actividades como las carreras de cuadrigas, las peleas de animales o de gladiadores, para establecer las apuestas como un negocio.
En este sentido, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que, aunque el origen de las apuestas deportivas no corresponde al Imperio romano, sí que corresponde su establecimiento como negocio.
La tradición británica
Aunque en la actualidad Reino Unido es famoso por su tradición en cuanto a apuestas se refiere, pocos conocen su origen: las carreras de caballos.
No hay deporte que haya contribuido tanto al impulso de las apuestas deportivas como las carreras de caballos. Tanto es así, que ya en 1711, en el legendario hipódromo de Ascot, se celebraban carreras de caballos sobre las que los espectadores realizaban sus apuestas.
A partir de entonces, no solo ha continuado, sino que ha crecido a pasos agigantados. Sobre todo en Reino Unido, donde aún hoy reside una de las casas de apuestas deportivas más antiguas del mundo: William Hill.
Desde 1934, la casa de apuestas británica creció de manera descomunal gracias a la adquisición de negocios ya existentes y a la creación de más de 14.000 establecimientos.
Claro que, al igual que otras muchas empresas, el verdadero cambio apareció con el creciente uso de Internet.
Hasta el punto de que ya no es necesario asistir físicamente a un hipódromo o a un campo de fútbol, para apostar. Tampoco a un establecimiento físico. Con una conexión a internet, podemos apostar en tiempo real sobre casi cualquier deporte del mundo.
Para hacernos una idea de la magnitud que ha supuesto este cambio en la historia de las apuestas, en 2020 el tamaño del mercado de las apuestas deportivas ascendió por encima de los 200.000 millones de dólares.