La plataforma de streaming recupera esta historia que pasó desapercibida para el mundo por los trágicos sucesos del 11-S.
En 1940, los hermanos Mac y Dick McDonald decidieron crear su propio restaurante en San Bernardino, California. Se trataba de un local de carretera en el que ofrecían a sus clientes productos elaborados principalmente a la barbacoa. No obstante, pronto se dieron cuenta de que las hamburguesas eran su producto estrella, así que, tras 8 años en funcionamiento, decidieron cerrar el restaurante durante unos meses y reinventarse abriendo el que sería el primer local de comida rápida del mundo.
El éxito fue tal, que en 1953 abrieron su primera franquicia en Arizona. Dos años más tarde, Ray Kroc, que por aquel entonces trabajaba como vendedor de máquinas de batidos, convenció a los hermanos McDonald para ponerse al cargo de la dirección de las franquicias. A partir de este momento, la compañía crecería tanto que terminaría convirtiéndose en una de las empresas más importantes del planeta.
Con todo, como toda gran compañía, su historia está plagada de luces y sombras. Sin duda, uno de los capítulos más negros se vivió con la propia incorporación de Ray Kroc al entramado de la empresa, que terminó por provocar la salida del organigrama de los hermanos McDonald. Una historia de ambición que John Lee Hancock y Robert D. Siegel llevaron a la gran pantalla en El Fundador.
A principios del 2000, McDonald’s volvería a firmar otro de sus peores momentos como compañía, aunque esta vez sin tener ningún tipo de papel activo en el suceso. Hay que remontarse hasta 1987 para encontrar el germen de lo que más tarde se convertiría en una de las estafas más importantes de Estados Unidos. Fue en ese año cuando la cadena de comida rápida decidió lanzar una promoción basada en el popular juego de mesa Monopoly, el cual se basa en comprar y vender bienes raíces. McDonald’s y Hasbro, fabricante del juego, llegaron a un acuerdo y la cadena comenzó a distribuir en sus productos fichas similares a las que incorpora el juego. Los afortunados que encontrasen en los envases de sus pedidos alguna ficha con premio (vales por productos, videojuegos, paquetes de vacaciones, etc.) podían canjearla por el premio en cuestión.
Como hemos señalado, los premios variaban en valor económico, pero McDonald’s también incluyó en su particular versión del Monopoly una ficha valorada en un millón de dólares. La ilusión de hacerse con una de las fichas ganadoras potenció las ventas de la compañía, expandiendo la promoción a otros países y manteniéndola en el tiempo durante más de 30 años.
Todo parecía funcionar a la perfección, hasta que en el año 2000 el FBI recibió una llamada anónima en la que se informaba de que la popular y lucrativa promoción de McDonald’s estaba amañada desde dentro. El denunciante no pudo aportar ningún nombre real, pero sí mencionó que el artífice de toda la estafa era alguien que respondía al apelativo de Tío Jerry.
Tras este peculiar apodo se encontraba Jerome Jacobson, un antiguo agente de policía que en la época en la que la promoción fue lanzada trabajaba como agente de seguridad para la empresa encargada de imprimir las fichas del juego. Quizás motivado por el éxito que los estudiantes del MIT habían conseguido jugando al blackjack y sus variantes durante esa misma época, poniendo en jaque a todos los casinos del país, Jacobson decidió alterar la propia dinámica del juego para sacar un beneficio personal. El problema es que, mientras los estudiantes del MIT no hicieron nada ilegal frente a la ley, Jacobson sí.
De esta forma, Jacobson robó parte de las fichas ganadoras y las distribuyó entre familiares y amigos que accedieron a cobrar el premio a cambio de un porcentaje. La jugada le salió tan bien, que poco a poco fue ampliando su red de influencia hasta llegar a entablar amistad con Gennaro Colombo, miembro de una poderosa mafia de Nueva York y encargado de captar a más gente para realizar los cobros de los premios. Lejos de tratar de pasar desapercibido, el propio Colombo participó en un spot publicitario de la compañía junto a otros ganadores.
Tras la llamada anónima en el 2000, el FBI abrió una investigación y puso sobre aviso a McDonald’s, quien se vio obligada a mantener la promoción activa a pesar de conocer su carácter fraudulento. Haciéndose pasar por empleados de la cadena de comida rápida, varios agentes del FBI contactaron con los supuestos ganadores de los premios y finalmente dieron con Jacobson. El Tío Jerry fue detenido en agosto de 2001 y su juicio tuvo lugar el 10 de septiembre de ese mismo año. Los terribles sucesos que sacudieron al país un día después provocaron que esta estafa que ascendió hasta los 24 millones de dólares pasara completamente desapercibida para el mundo en general. Ahora, HBO la recupera en formato seriado de la mano del actor Mark Wahlberg, que ejerce como productor. James Lee Hernandez y Brian Lazarte han sido los encargados de elaborar el guion de McMillions, un documental que no solo recrea lo sucedido, sino que también cuenta con testimonios de primera mano, como parte del equipo que participó en la operación o algunos de los falsos premiados. Cinco capítulos de alrededor de una hora que servirán para adentrarnos en uno de los episodios más desconocidos del gigante de la comida rápida.