La estructura demográfica de Alemania, poco equilibrada y envejecida, pone en riesgo el bienestar de sus ciudadanos a medio plazo. Se estima que si no se realizan cambios y reformas, la población mayor verá empeorada su cada vez más deteriorada situación.
El envejecimiento que desde hace tiempo viene sufriendo la población europea es un problema que nadie duda. Pero que ese problema vaya a tener algunas de sus peores efectos en un país como Alemania, puede parecer menos obvio.
La imagen que desde hace décadas ha proyectado la República Federal de Alemania es la de un país serio y disciplinado. Y eficiente, sobre todo eficiente. Un país que desde el fin de la II Guerra Mundial logró resurgir con fuerza, especialmente en el aspecto económico. En definitiva, un ejemplo a seguir por el resto de economías de la Unión Europea.
No obstante, la realidad no es tan dulce y, a tenor de algunos datos, el futuro del país, tampoco. El progresivo envejecimiento de la población alemana ha resultado en una situación insostenible entre los ingresos futuros y las deudas. Con esto no nos referimos a la deuda explícita, que atendiendo al Tratado de Maastricht no debería superar el 60% del PIB. Nos referimos a otros tipos de obligaciones a las que se debe, o deberá, hacer frente.
La realidad es que la esperanza media de vida se sitúa casi en los 81 años. Al mismo tiempo, la tasa de natalidad se mantiene baja, con nueve nacimientos por cada mil habitantes. Esta situación puede generar un desequilibrio muy acentuado en el futuro, dado que se prevén grandes dificultades para mantener el actual sistema de pensiones en un futuro a medio plazo. Ilustra esta situación, el hecho de que el Estado se ve obligado a transferir cantidades multimillonarias al fondo de pensiones. Por ejemplo, para el 2016 la cantidad ha sido de 14.000 millones de euros. Si no se produce un cambio demográfico, la situación empeorará en los próximos años.
Además, otros ámbitos tienen una situación similar, por lo que las expectativas no son muy optimistas. Ámbitos como los de las pensiones básicas, las ayudas a personas con discapacidad u otros tipos de prestaciones para personas con dificultades especiales, forman parte de esas “deudas implícitas”.
De hecho, la brecha de sostenibilidad, que es la diferencia entre deudas implícitas y explícitas, alcanzó en 2013 el 237% del PIB alemán. Dicho en términos absolutos, esa diferencia es de 6.484.000 millones de euros.
Yendo más aya de estos datos macroeconómicos, podemos observar algunos elementos que no carecen de importancia. Así, se comienza a constatar un alarmante aumento de la pobreza en personas mayores. La cifra de personas en esta situación se aproxima al millón. De hecho, en 2003 eran algo más de 500.000 los pensionistas que debían complementar sus ingresos con minijobs. En cambio, a mediados del 2015, tal cifra superaba las 900.000 personas. Por tanto, se puede constatar que la situación de pobreza en la vejez ha aumentado de forma rápida y realmente peligrosa.
Algunos expertos señalan que algunas medidas políticas implementadas por el gobierno de coalición de los conservadores y los socialdemócratas, pueden tener como consecuencia un empeoramiento de esta situación al poner en entredicho la viabilidad del sistema de pensiones. Entre esas medidas, algunos expertos señalan, por ejemplo, adelantar la edad de jubilación hasta los 63 años o que las madres reciban una renta adicional. No obstante, no hay que olvidar que la causa principal es de naturaleza demográfica.
Ante este problema, la inmigración controlada y adaptada a las necesidades productivas del país puede ser parte de la solución. Y es que la necesaria renovación de la mano de obra en Alemania pasa, casi sin alternativa, por insertar en su mercado de trabajo trabajadores provenientes de otros países.
Esta opción plantea problemas, dada la situación política que se están viviendo en Alemania, como muestran algunas elecciones regionales celebradas recientemente. Por ejemplo, la conservadora CDU de Merkel quedaba sobrepasada por la extrema derecha de Alternativa para Alemania. La pujanza de esta fuerza situada muy a la derecha en el arco ideológico es su mensaje cuasi apocalíptico en relación con la inmigración. De tal forma, se denota que una parte importante de la población ha asumido ese mensaje, con fuerte componente xenófobo.
Un caso muy claro que apunta en este línea es del estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania, En este estado, aunque vencieron los socialdemócratas, se situó al partido de Merkel en tercera posición por detrás del partido ultra. Un fuerte revés teniendo en cuenta que este estado conforma el distrito electoral de la actual Canciller.
Otras posibilidades no resultan menos polémicas, a bien seguro, para la población alemana. Una posibilidad sería dar marcha atrás en la rebaja de edad de jubilación, como propone el Bundesbank. Ello implicaría pasar de los 63 años, en determinados casos, a los 69, es decir seis años más. Una rebaja que fue uno de los grandes acuerdos de la Gran Coalición.
Sea como fuere la realidad a la que se enfrente este país, todavía considerado el motor de Europa, es complicada. Es innegable que habrá que tomar decisiones importantes, independientemente de la línea que se siga. Pero, en cualquier caso, la polémica será un elemento de la cualquier decisión que se tome no podrá deshacerse.