El Banco de Desarrollo de Latinoamérica apoya la inversión en el medio ambiente

montañas

Las principales urbes de América Latina parecen mostrar un denominador común inquietante: contaminación ambiental y acústica, desigualdades sociales extremas, servicios públicos de escasa calidad y, lo que resulta más incómodo, horas perdidas en atascos de tráfico sin orden ni concierto.

Los grandes centros urbanos de la región, verdaderos artífices del crecimiento financiero, carecen de una planificación adecuada. Es más, esta falta de previsión sobre los planos de las ciudades ha traído serias consecuencias tales como la ralentización del desarrollo económico y social del subcontinente o la obstaculización del potencial productivo de los distintos países que lo forman. Y sin olvidar la repercusión sobre la calidad de vida de sus habitantes.

El origen de todo este caos urbanístico, ubicado en el lado diagonalmente opuesto de lo que comúnmente se considera como ciudades armónicas, sostenibles y acordes con el medio ambiente, en definitiva, completamente dispuestas al servicio del bienestar de sus ciudadanos, tuvo lugar hace más de cincuenta años.

En aquellas fechas comenzó el proceso de urbanización de América Latina, el cual generó unos modelos de crecimiento de las distintas localidades que a día de hoy pueden cuestionarse a través de diferentes argumentos de peso. De hecho, razones como una contaminación desorbitada, congestión de tráfico a cualquier hora e incluso graves desafíos en cuanto a siniestralidad vial, son sólo algunas de las amenazas que rodean a las grandes urbes latinas.

Así las cosas, el empleo del automóvil y la moto merecen especial atención en el caso del desarrollo urbanístico de la región. En 15 ciudades latinas se pueden contar hasta 24 millones de coches particulares, cerca de un millón de autobuses y más de 500.000 taxis. Las cifras, desde luego, hablan por sí mismas ya que no hace falta mucho ingenio para ser consciente de los problemas de movilidad que todo ello supone, del tiempo que se puede perder para trasladarse a cualquier punto o, lo que es peor, los accidentes que pueden ocurrir ante una planificación urbana poco agradecida.

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Las últimas soluciones a la difícil situación pasan por las propuestas de los gobiernos. Éstos siempre prometen medidas que se marcan como objetivos mejorar el tráfico y la calidad de vida de los ciudadanos aunque en numerosas ocasiones los recursos y las metodologías empleadas no resultan suficientes o adecuadas a las circunstancias. Es decir, el incentivo del uso del transporte público, la creación de rutas para bicicletas, la peatonalización de las calles e incluso el control del suelo definen los planteamientos estatales más populares, independientemente de su finalización.

No obstante, es importante recordar que en Brasil se ha implantado un sistema de transporte rápido y pionero en la región latina que más tarde ha sido secundado por otros países como Ecuador, Colombia o México. O la construcción de diferentes metros -suburbanos- en capitales como Quito, Panamá o Lima, los cuales, indudablemente, mejorarán la seguridad y puntualidad de sus habitantes.

De cualquier modo, y de cara al futuro de la región, hay que subrayar que organismos como el Banco de Desarrollo de América Latina ofrecen apoyo técnico y financiero a los gobiernos para la conceptualización, diseño y puesta en marcha de programas y proyectos de inversión que optimicen la situación de las ciudades latinas y las conviertan en espacios públicos amigables y respetuosos con el medio ambiente. Y, lo que es más, en centros urbanos competitivos y productivos.

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Susana Gil , 09 de marzo, 2016
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