Más que un juego de azar
2009 fue un año importante tanto para profesionales como para aficionados en el mundo del póker. La Asociación Internacional de Deportes Mentales (IMSA en inglés) por fin reconoció el póker como un juego mental y de habilidad, a la altura del ajedrez, el bridge o el go. El presidente de la Federación Internacional de Póker, Anthony Holdem, celebró la decisión de la IMSA ese año en su congreso en Dubái, el cual consideró como un logro importante para que el póker fuera reconocido como un deporte mental. A partir de ahí, el póker pasaría a formar parte de los juegos mundiales de deportes mentales de la IMSA que se celebraron junto a los juegos olímpicos de Londres en 2012. La noticia se recogió con gran optimismo en el mundo del juego, que hasta la fecha se había topado con controles gubernamentales y con una multitud de obstáculos. El reconocimiento supuso todo un hito y, poco tiempo después, la Federación Internacional de Póker organizó el primer torneo mundial de póker, tanto en equipos como a nivel individual.
La suerte no está echada
Atrás quedan los tiempos en que el póker, rodeado de otros juegos de azar en casinos y otros lugares recreativos, era considerado un juego más de apuestas en que la suerte podía, o no, estar de tu lado. Por el contrario, los que conocen bien el póker saben el componente estratégico que requiere. Se compite contra otros jugadores, no contra la banca, por lo que existe un gran ejercicio de concentración mental y estrategia, que requiere de psicología, disciplina, audacia y hasta de conocimientos matemáticos. Saber mantener la calma, el rigor y controlar las emociones todo el tiempo es algo que se consigue con la práctica. La situación se complica cuando se juega en equipo, pues es necesario conocer muy bien a tus compañeros, practicar frecuentemente o, incluso, sincronizarse.
Juego de estrategia
No es casualidad que se haya comparado con el ajedrez. Ambas disciplinas requieren la toma estratégica de decisiones a tiempo real y el tener una previsión del juego del contrincante, a la vez que es imprescindible no revelar tu posición e intentar distraer al oponente. No es algo que se consiga de la noche a la mañana, y los que se dedican a ello de forma profesional lo saben. Estos jugadores lo consideran como un trabajo, y se dedican de pleno a ello, echándole incontables horas de práctica. Así lo asegura Raúl Mestre, primer campeón del mundo de póker en el torneo mundial de la Federación Internacional de Póker en 2011.
Con cada vez más jugadores profesionales presentándose a torneos mundiales, para muchos va más allá de la afición. Pero para poder llegar a vivir de ello, u obtener ganancias importantes, los jugadores deben prepararse a fondo: estudiando libros sobre conceptos básicos de póker y estrategia, leyendo al oponente para saber cómo actuar y practicando horas y horas hasta desarrollar el mejor juego. Dicho esto, la creciente popularidad de los casinos online que ofrecen juegos por internet, como el póker online de 888, ha permitido a muchos formarse, ganar experiencia y entrenar hasta desarrollar las habilidades necesarias para enfrentarse a otros jugadores expertos. Y, como en todo, la práctica hace al maestro.
Un futuro prometedor
Todo apunta a que el sol seguirá brillando en el mundo del póker, que sigue ganando cada vez más reconocimiento e importancia en juegos y torneos mundiales de alto estándar. Este reconocimiento ha permitido la regulación de muchos aspectos normativos y reglamentarios de los eventos que se realizan, la capacitación del personal que toma parte en ellos, así como la creación de empleo.
Pero no todo es reconocer oficialmente las habilidades necesarias en el juego del póker, sino también crear una cultura del póker en el que sea reconocido como deporte mental para las masas. El póker arrastra el estigma de tener una mala reputación, de ser un juego peligroso y adictivo, un vicio en el que muchos han perdido todo lo que tienen. En esto, el cine y la ciencia ficción han puesto mucho de su parte, representándolo a menudo como una práctica de mafiosos o personajes de dudosa legalidad, y siempre acompañado por alcohol, drogas y episodios de violencia.
En el siglo XXI, ese estigma se va perdiendo y poco a poco el público aprende a apreciar el ejercicio mental, la estrategia y complejidad que los jugadores emplean al jugar al póker, ya sea apostando o sin apostar. La buena reputación del juego va en aumento, y seguirá creciendo con la regulación y fama de este deporte. Con el auge de los juegos online y los torneos regulados y celebrados por todo el mundo, el póker puede abandonar de una vez por todas los prejuicios del pasado.