Los sorprendentes resultados del pasado 7 de junio en las elecciones parlamentarias de Turquía, han dejado boquiabiertos a los inversores. El índice iShares MSCI Turkey ETF para este país ha caído a un mínimo interdiario de 42,46 dólares, un 8,5% menos.
Este descenso se ha producido debido a que el partido gobernante Justicia y Desarrollo (AKP) del presidente Recep Erdogan ha ganado la mayoría de los votos (un 41%), pero ha perdido unos 54 escaños, para asentarse en 258 de 550 posibles. Mientras tanto, los dos principales partidos opositores se asientan con 212 escaños en la Asamblea Nacional turca.
iShares MSCI Turkey ETF (gráfico proveído por Finviz):
Los sectores prodemocráticos tienen mucho que celebrar de esta elección. Una mayoría de 367 asientos para el AKP hubiera supuesto que este partido promulgara enmiendas a la constitución sin siquiera pasarlas por referéndum, lo cual hubiera aumentado el poder ya autocrático de Erdogan.
Sin embargo, en materia económica, las credenciales del presidente en funciones desde 2003 son impresionantes. Con Erdogan, la inflación se desplomó y el PIB turco se triplicó con creces, pasando de 232,5 millones de dólares en 2002 a 822,1 millones apenas una década después.
Esta dicotomía del gobierno de Erdogan, por un lado totalmente eficiente en materia económica, pero autocrático en materia política, ha hecho que los mercados padezcan por la incertidumbre -y los mercados odian la incertidumbre- tal como escribió recientemente Richard Barley en el Wall Street Journal. Por el momento, lo único que se puede sacar en claro de los resultados de las elecciones parlamentarias turcas, es que el AKP no tendrá libertad absoluta para reescribir la constitución.
A partir de aquí, la ley turca le concede a Erdogan, 45 días para formar alianzas, o sino deberá de someterse a una segunda votación. Esta posibilidad, exacerbará los nervios del mercado y posibilitaría revertir la victoria del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), opositor kurdo, quien se hizo con el 13% de los escaños.
Por otro lado, tal como lo aseguró Barley, las elecciones del pasado junio pudieran crear una oportunidad de inversión. Y es que los inversores han rehuido de los valores turcos, haciéndolos más baratos que antes. Si bien Erdogan actuó inicialmente como un catalizador para el crecimiento, se ha transformado en la pesadilla de los inversores, porque se ha inmiscuido en la política monetaria urgiendo al Banco Central a reducir las tasas de interés argumentando que las tasas altas estimulan la inflación, y vetando la usura.
Las próximas semanas prometen ser tensas en Turquía, por lo que lo más conveniente será esperar hasta ver los acuerdos y las coaliciones más estables formarse.
No obstante sea como sea, a largo plazo, Turquía necesitará adoptar reformas significativas para evitar la ‘trampa de ingresos medios’. Si esto sucederá y cuándo, es la pregunta del millón.
Algunos datos relevantes sobre la economía Turca: