No podemos descartar que la implantación de robots acabe creando sinergias que refuercen sectores que en principio parecen amenazar.
Independientemente de las limitaciones que las nuevas tecnologías de automatización puedan encontrar, el éxito parece la tendencia general en la mayor parte de estas iniciativas, lo que nos permite asegurar que los robots sin duda jugarán un papel cada vez más decisivo en la economía de los próximos años. Como es natural, esto posiblemente supondrá un cambio cualitativo en una gran cantidad de puestos de trabajo, pero no necesariamente su desaparición si contamos con la flexibilidad suficiente para adaptarnos a la nueva coyuntura.
¿Una imagen equivocada de la robotización?
Es cierto que en el imaginario popular aún existe un recuerdo quizás heredado de los primeros años de la Revolución Industrial según el cual todo proceso de automatización supone desplazar a un trabajador para poner en su lugar a una máquina, pero tal vez esta idea nos presente un cuadro incompleto de la realidad. No contempla, por ejemplo, que precisamente gracias a la industrialización surgieron sectores nuevos (industria química, siderúrgica, automotriz, etc.) que en última instancia acabaron demandando mucho más trabajo humano que los antiguos talleres artesanales, y que la reducción de los precios de venta acabó traduciéndose en un mayor poder adquisitivo para el conjunto de la población.
Un caso que ejemplifica con claridad este fenómeno es el de la fotografía, cuya aparición amenazaba con dejar sin trabajo a los pintores especializados en hacer retratos familiares. En este caso, si bien hubo personas que se vieron seriamente afectadas por la nueva invención, la mayoría de los artistas supieron adaptarse a la nueva coyuntura y la demanda de retratos (aunque reducida) no desapareció. Mientras, la fotografía y los inventos que derivaron de ella (como el cine) acabaron creando muchas más oportunidades laborales de las que pudieron destruir en un primer momento.
Los robots pueden reforzar los sectores
Por último, tampoco podemos descartar que la implantación de robots acabe creando sinergias que refuercen sectores que en principio parecen amenazar. En los últimos años hemos sido testigos de un caso ciertamente paradigmático con la aparición de internet, la cual parecía vaticinar la desaparición de todos los servicios de envío postal. La realidad, después de varios años de digitalización, ha demostrado lo contrario: no sólo las actividades de correo y mensajería no han desaparecido, sino que viven su mejor momento gracias a que las compras por internet han disparado la demanda de sus servicios.
La robotización de las economías será por tanto un desafío, pero no tenemos motivos para esperar lo peor de ella. Más bien al contrario, la historia económica demuestra que los saltos tecnológicos acaban beneficiando a la población cuando existen agentes económicos capaces de aprovechar las oportunidades que presentan, pero no puede decirse lo mismo de los países que ven en cada cambio una amenaza, aferrados más por miedo que por convicción a su propia obsolescencia.