Si estás leyendo esto, imagino que ya sabrás lo que es el interés compuesto.
¡¡O al menos eso espero!!
Pero aunque sepas el concepto, no sé si sabes que una diferencia de crecimiento anual del 2.5% entre dos activos supone que uno doble al otro en 30 años.
Por ejemplo, si invertimos 1.000 euros a una tasa del 12,5% anual, a 30 años serían 34.243 euros, mientras que si los invertimos a una tasa del 10% se transformarían en 17.449.
Y sí, ya sé lo que estás pensando: “Uff ¿Otra chapa del interés compuesto?”
Para nada.
Ahora verás.
Todos hemos escuchado eso de comprar barato, que si el margen de seguridad, que si Warren Buffett por aquí, que si Benjamin Graham por allá…
Mantras que no paran de repetirse pero que muy pocos entienden, y mucho menos llevan a la práctica.
Pero, ¿Y si te dijera que a veces lo caro sale barato? Sí, has leído bien, que lo caro sale barato.
Mira, lo vamos a ver además con un caso real.
Imagina que viajamos atrás en el tiempo hasta 1979 (Ya, esto no es tan real).
Jimmy Carter es presidente de Estados Unidos, acaba de salir el primer Walkman, y el mercado bursátil no atraviesa precisamente su mejor momento.
Mirando dicho mercado, nos fijamos en dos empresas que, aparentemente, parecen bastante corrientes: Coca Cola y Colgate.
En ese momento, cotizaban con unos PERs de 10x y 7x respectivamente.
En ese momento, el PER medio del S&P 500 también era de aproximadamente 10 veces (o 10x, que así es como se pone en bolsa).
El caso es que estas empresas desde ese año y hasta 2009 crecieron a una tasa anualizada del 5% superior a la del índice.
Un 5% anual no parece mucho ¿verdad? Es como cuando te enseñaba lo del 2,5%. Es algo que a corto plazo tampoco marca mucho la diferencia, especialmente en el mercado de renta variable.
Ya…
Pues que sepas que esa diferencia del 5% hizo que en esos 30 años la diferencia de rentabilidad con respecto al S&P 500 fuese tan grande, que podríamos haber comprado dichas empresas a un PER de 36x y 34x en 1979, y aún así habríamos igualado el rendimiento del índice.
Es decir, que podríamos haber pagado en 1979 un PER 3,6 mayor que el del mercado para Coca Cola, y aun así habríamos obtenido la misma rentabilidad en esos 30 años.
Esto es una barbaridad.
Pero, ¿Cómo puede tener sentido pagar 36 veces los beneficios de un año en concreto, si hoy en día muchos inversores se escandalizan cuando ven empresas con un PER de 20?
La respuesta es la fuerza del interés compuesto unida a la persistencia en el crecimiento de los beneficios.
¿Qué tenían de especial Coca-Cola y Colgate?
En realidad, nada que no pudiera ver cualquiera:
- Gran poder de marca
- Negocios predecibles
- Alta conversión de beneficios en caja
- Buenos márgenes
- Capacidad para subir precios.
No estaban descubriendo la cura del cáncer ni revolucionando la tecnología. Simplemente vendían refrescos y pasta de dientes, productos que la gente compraba una y otra vez, en los buenos y en los malos tiempos.
Este ejemplo muestra además que no sólo hay que invertir en grandes empresas tecnológicas o en las próximas “Googles” o “Nvidias” para ganar grandes rentabilidades.
A veces, negocios con poca complejidad, márgenes estables, barreras de entrada notables y que puedan aumentar sus ingresos a un ritmo por encima de la economía global, pueden ser los grandes ganadores de tu cartera.
Y pocos se imaginan el poder que encierran tres o cuatro puntos adicionales de crecimiento anual cuando transcurren varias décadas.
Ya lo decían tito Munger y tito Warren: “El mejor amigo de la inversión es el tiempo”.
La lección con la que quiero que te quedes después de leer esto es que cuando encuentres una empresa verdaderamente excepcional, el precio que pagas por ella es mucho menos importante de lo que la gente piensa.
Es más, obsesionarse con comprar «barato» puede ser el error más caro de tu vida como inversor.
Ahora bien, ¿Significa esto que debemos salir corriendo a comprar cualquier empresa «de calidad» a cualquier precio?
Por supuesto que no.
Pero la próxima vez que te encuentres dudando sobre pagar 25 o 30 veces beneficios por una empresa excepcional, recuerda esta historia.
Y es que ya lo dice el refrán: lo barato sale caro.
Tú ya me entiendes 😉
Espero que esto te haya servido para abrirte un poquito más los ojos y para que puedas valorar mejor una empresa.
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Un abrazote y buena inversión.