El fenómeno económico al que ya estamos asistiendo y que se extenderá durante los próximos 20 años actúa bajo la denominación Cuarta Revolución Industrial, posterior a la energía de vapor, la electricidad y la electrónica, aglutinando tanto robots e inteligencia artificial como el área de las finanzas virtuales.
Nanotecnologías, drones e impresoras 3D modificarán la sociedad en todas sus dimensiones y particularmente el ámbito laboral. Y aunque todos los países del planeta intentarán aproximarse a este tren inherente a la evolución, cada uno de ellos cuenta con sus propias características, recursos y vulnerabilidades ante lo que supone una modificación de tinte global.
Según un estudio del banco suizo UBS, en estrecha colaboración con el World Economic Forum, los robots y los procesos automatizados -pilares de la revolución- provocarán la desaparición de varios millones de puestos de trabajo; pero, lejos de alarmarse, ambas instituciones aseguran que, al mismo tiempo que se vayan introduciendo dichos procesos, se crearán distintas alternativas laborales. Al igual que ocurrió con las primeras revoluciones industriales, a la vez surgieron nuevos puestos de trabajo.
Los trabajos manuales y los más repetitivos (operadores telefónicos, cajeros de supermercado) serán los que más sufrirán la llegada de la robótica. Posteriormente, la inteligencia artificial convertirá en obsoletas muchas profesiones cualificadas de los servicios, aunque en este ámbito el sector tecnológico creará también nuevos empleos.
De igual modo, las profesiones que serán más cotizadas en el futuro serán los programadores informáticos; empleados de marketing y comunicación; puestos relacionados con el diseño visual y la creatividad digital y los de estrategia y gestión de negocio, tal y como revela un reciente informe de la consultora Adecco. Las empresas deberán estar más digitalizadas que nunca si no quieren desaparecer. El nuevo desafio de las empresas: digitalizarse o morir.
Revolución robótica en los países más avanzados
Suiza es el país más preparado para afrontar la Cuarta Revolución Industrial, con Singapur, Holanda, Finlandia y Estados Unidos ocupando los siguientes puestos. La nación helvética se sitúa en primera posición tanto en flexibilidad de mercado laboral como en habilidades adaptativas de educación y, a su vez, en cuarto lugar en la creación de infrastructuras modernas y formación de capital humano.
Mientras, Singapur sobresale a la cabeza del conocimiento relacionado con el capital humano y se ubica en segunda posición en cuanto a flexibilidad laboral. Por su parte, Holanda se alza en tercer lugar en formación de capital humano, al tiempo que Finlandia destaca en segunda posición en ambas dinámicas: tanto en habilidades de adaptación educativas como en formación de capital humano.
En cuanto a Estados Unidos, su cuarto lugar en flexibilidad laboral y en habilidades educativas le ofrecen ciertas ventajas con respecto a otros países más alejados de la próxima revolución, como Reino Unido, Japón, Noruega o Dinamarca.
La situación española
La cuarta revolución industrial ya está presente en España, sin embargo, podría ser uno de los países más afectados en los próximos 20 años, debido a que cuenta con uno de los mercados laborales más rígidos del mundo, ocupando el puesto 92, por detrás de naciones como Malasia, Israel, República Checa, Chile, Portugal o Corea del Sur; asimismo, nuestro país se sitúa en 30º lugar en formación de capital humano y en 37ª posición en habilidades adaptativas de educación. Como se puede observar, todavía queda un largo recorrido por mejorar y superar.
Adicionalmente, y según sostienen expertos de Caixa Bank Research, «un 43% de los puestos de trabajo actualmente existentes en España tienen un riesgo elevado (con una probabilidad superior al 66%) de poder ser automatizados a medio plazo, mientras que el resto de los puestos de trabajo quedan repartidos a partes iguales entre el grupo de riesgo medio (entre el 33% y el 66%) y el bajo (inferior al 33%)».
No obstante, no hay que confundir el potencial de robotización de la economía con la desaparición de los empleos. La automatización de las profesiones que conocemos hoy en día ofrece la posibilidad de reorientar la naturaleza del trabajo, liberando a los trabajadores para que puedan dedicarse a nuevas actividades en las que desarrollen su potencial”.