Banco Europeo de Inversiones (BEI)
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), es una institución autónoma dentro de la Unión Europea y propiedad de sus estados miembros que se dedica a promover la mejora de las condiciones de vida y la coyuntura económica y financiera, especialmente dentro de la unión.
Esta institución nació en 1958 como consecuencia del Tratado de Roma, buscando la financiación de inversiones favorables al crecimiento y desarrollo de la Unión Europea. Su organización se basa en varios espacios estructurales: el Consejo de Gobernadores, el Consejo de Administración, el Comité de Dirección y el Comité de Auditoria. Actualmente su sede se encuentra en Luxenburgo.
¿Cuales son los objetivos que persigue el BEI?
Gran parte del volumen de inversión que el BEI desarrolla tiene lugar en zonas europeas con menor nivel de desarrollo. De esta manera se persigue la modernización de diferentes sectores económicos, de infraestructuras o de sentido ecológico en dichos países. No obstante, dentro del trabajo del Banco Europeo de Inversiones también se promueve la cooperación al desarrollo en lugares ajenos a la UE, con casi un 15% de la inversión total dedicada a esta tarea.
El BEI busca principalmente la cohesión a nivel plurinacional, estimulando la mejora de las condiciones de las Pymes, el desarrollo sostenible y la innovación.
La forma de financiación propia del BEI consiste en las suscripciones de capital de los socios (los citados estados miembros) o por parte de los mercados de capitales, de los que obtienen los ingresos necesarios para realizar su actividad.
¿Cómo funcionan los préstamos del BEI?
Habitualmente, esta organización otorga préstamos a largo plazo, los cuales en ningún momento alcanzan el 50% del coste total del proyecto en cuestión en el que participan. Es decir, no se trata de subvenciones. Sin embargo, al tratarse de una institución sin ánimo de lucro los intereses con los que concede dichos préstamos son normalmente bajos.
Por otro lado, la manera en que se realizan estos préstamos puede ser directa, en casos de más de 25 millones de euros, o indirecta en casos de préstamos de menor cantidad y con la colaboración de entidades financieras. Para poder optar a esta financiación es necesario que el proyecto en cuestión contribuya a los objetivos marcados por la UE, que tengan una viabilidad económica clara y demostrable y que no tengan un impacto negativo destacable para la sociedad o el medio ambiente.