La situación económica es difícil, y más con el eco del rebrote resonando cada vez con más fuerza. 2020 va a ser un año para el recuerdo tanto para las familias como para los negocios, pero sobre todo para los trabajadores. El paro se ha disparado por razones obvias y las ayudas, aunque llegan, no siempre son suficientes para poder hacer que los números cuadren en la economía de casa.
¿Qué ocurre con esto? Que los hogares empiezan a explorar las opciones de los préstamos y créditos en línea cuando empiezan a aparecer pagos complicados o cuantías altas que pagar. Pueden ser una buena opción según las circunstancias, aunque ahorrar será siempre el mejor camino, sobre todo por la posibilidad de aprovechar dicho ahorro a la hora de afrontar este tipo de gastos.
Aun así, estamos hablando de un producto financiero que, como tal, tiene una serie de características que nunca pueden pasarse por alto. Implica un contrato, implica un compromiso y, por supuesto, implica tener que abonar unas cantidades para devolver ese dinero que se solicita. Ahí, justo en ese punto, es donde empieza a aparecer uno de sus principales inconvenientes.
El problema con este tipo de crédito aparece en forma de intereses, esos porcentajes extra que las compañías posicionan, a veces con más o menos transparencia, y que hacen que el total a pagar no sea exactamente el dinero pagado.
El interés es el precio del préstamo, es decir, es lo que vamos a pagar a cambio del préstamo. Es por ello que es un factor clave a la hora de pedir un préstamo. Al igual que cuando compramos cualquier otro bien o servicio queremos saber su precio, al contratar un préstamo o cualquier otro producto financiero es igual de importante (o más) saber el precio que nos cuesta ese préstamo.
Qué sucede con los intereses en los préstamos online
Si acudes a cualquier comparador de préstamos online, podrás comprobar cómo aparecen diferentes propuestas con diferentes tipos de intereses. La cuantía de estos indica el porcentaje extra que tendrás que pagar al abonar las cuotas de devolución, una cifra que se aplica al montante total y que puede ir desde un 0%, 2% ó 3% hasta, en el peor de los casos, duplicar o triplicar el valor del préstamo solicitado.
Estas últimas circunstancias son las peores y, tristemente, también son las que más se suelen ver en las financieras online de dudosa calidad. No son pocos los clientes que se han visto en problemas al ver cómo su financiera no solo les colocaba unos intereses exageradamente altos, sino que también pedía unos plazos exageradamente cortos. Ese es el cóctel más venenoso de estos productos financieros, y la principal razón por la que no siempre son una opción recomendable.
Por este tipo de cuestiones, es fundamental analizar siempre la oferta de cada entidad, buscar referencias, consultar opiniones de otros consumidores y nunca lanzarse a la primera propuesta que se encuentre por internet. El abanico que se abre frente a los consumidores siempre es enorme y está repleto de posibilidades, pero las probabilidades de toparse con un producto financiero con unos intereses demasiado elevados es más alta de lo que debería, y siempre hay que extremar el cuidado.
Y eso nos invita a insistir de nuevo en la relevancia de los intereses a la hora de solicitar un crédito por internet. No importa del tipo que sea, se trata de un extra de dinero a pagar a la entidad correspondiente. Algo que afecta a los plazos totales y al total que tendrás que invertir, y que determina por completo el dinero que tendrás que pagar a corto, medio y largo plazo.
No son un factor baladí, y entenderlos es crucial para saber realmente lo que puedes esperar de cualquier solicitud de crédito o préstamo. Esperamos que esta información te resulte de utilidad y que, de ahora en adelante, sepas qué hay realmente tras esos porcentajes.