El próximo 29 de marzo es la fecha límite para que Reino Unido abandone la unión Europea. Theresa May sigue intentando llegar a algún consenso con Europa que satisfaga al Parlamento británico, pero sin éxito alguno hasta la fecha. Los laboristas proponen que se haga un nuevo referéndum.
Si no se produce un aplazamiento extraordinario, el Brexit duro podría ser una realidad con efectos significativos para las economías europeas. Podríamos estar ante el último episodio de uno de los procesos geopolíticos y financieros más agónicos que se recuerdan.
Sin embargo, ni la Unión Europea ni Reino Unido quieren que esto ocurra. El partido de los laboristas británicos apoya ya que haya un segundo referéndum para reafirmar una decisión tan trascendental para la vida de millones de personas.
La Unión Europea por su parte confirmó que el Brexit se podría aplazar y revertir en caso de que Reino Unido lo desee.
La locomotora alemana reduce su velocidad
Hasta el momento sus efectos han sido tremendos en los mercados. Tanto en la bolsa inglesa como en la libra, que cae más de un 15% desde la votación de 2016. Pero también ha afectado a los mercados europeos y al euro contra el dólar.
Por su parte, la bosa alemana lleva en tendencia bajista prácticamente desde que se anunciara el Brexit en 2016. Junto a la desaceleración de la economía alemana ha contribuido a que el el DAX 30, el principal índice bursátil alemán, sufriera duras caídas el año pasado. Y la situación no es mucho mejor en el resto de bolsas europeas.
Quienes siguen la cotización del DAX 30 en tiempo real no ganan para sobresaltos: los soportes y las resistencias apuntan a que la línea de menor resistencia es la bajista. No cabe duda para pensar que un Brexit duro tendría capacidad suficiente para desencadenar finalmente un desplome generalizado de los mercados europeos. Aunque si finalmente saliera un gran acuerdo podría tener efectos muy positivos en los mercados.
Las imprevisibles consecuencias económicas de un Brexit duro
Uno puede aventurarse a predecir las posibles consecuencias económicas evidentes de una salida británica de la Unión Europea sin acuerdo. Lo que ya resulta prácticamente imposible es predecir con precisión los números exactos a nivel macroeconómico.
Pocos dudan de que un Brexit duro traerá consigo una importante reducción del PIB británico, pero el baile de cifras de los expertos no permitirá saberlo hasta que se produzca finalmente. Lo que sí está claro es que el impacto financiero será netamente negativo.
Muchos analistas también aventuran un desplome de la libra esterlina, que llevaría aparejadas consecuencias muy negativas para el resto de economías europeas. En el caso español, las consecuencias económicas de un Brexit duro no tardarían en hacerse notar.
En primer lugar, España sufriría un impacto negativo en uno de sus principales sectores estratégicos: el turismo. Con una libra debilitada, los ciudadanos británicos verán que su poder adquisitivo desciende significativamente prácticamente de la noche a la mañana. Ello se traducirá en menos viajes al extranjero en el peor de los casos y en menos gasto por turista en el mejor.
España también sufriría una contracción de su sector inmobiliario. La presencia de una amplia colonia británica que está especialmente implicada en el sector del ladrillo podría poner fin al sueño de recuperación del sector en España.
En definitiva, Europa afronta días decisivos y complicados. El Brexit duro no solo traería unas consecuencias políticas debilitantes para la fortaleza de Europa, sino que hace presagiar consecuencias económicas muy negativas. Y, en un mundo tan globalizado como el nuestro, resulta difícil prever el alcance global de este acontecimiento histórico. Una cosa sí está clara: será negativo.