Cuando pensamos en la jubilación, a todos nos viene a la cabeza la misma pregunta: ¿tendré suficiente dinero para mantener mi nivel de vida? Una de las herramientas más conocidas para planificar el futuro son los planes de pensiones. En 2025, este producto mantiene sus ventajas, pero también plantea nuevos retos y condiciones que conviene conocer.
¿Qué ha cambiado en 2025?
Este año trae consigo novedades importantes que afectan directamente a quienes ya tienen un plan o están pensando en contratarlo.
- Liquidez a los 10 años: desde enero de 2025, cualquier aportación con al menos una década de antigüedad puede recuperarse. Ya no es necesario esperar a la jubilación o a situaciones excepcionales como desempleo o enfermedad grave.
- Límites fiscales: se mantiene la aportación máxima deducible de 1.500 euros al año para planes individuales, o hasta el 30 % de los ingresos del trabajo, si es una cantidad menor. Es decir, puedes desgravar, pero el margen no es muy amplio.
- Entorno económico: la inflación, los cambios en los tipos de interés y la volatilidad de los mercados financieros hacen que la elección del plan sea más estratégica que nunca.
Con este marco, la pregunta es: ¿qué tipos de planes hay y cuál puede ser más adecuado según cada perfil?
Tipos de planes de pensiones
Aunque todos persiguen el mismo objetivo, ahorrar de forma sistemática para la jubilación, no todos los planes funcionan igual.
Los planes de renta fija se centran en deuda pública o privada, buscando estabilidad y seguridad. Sus rendimientos son más bajos, pero también lo es el riesgo. Son adecuados para quienes están cerca de la jubilación y no quieren sobresaltos.
En el otro extremo están los planes de renta variable, que invierten principalmente en acciones. Pueden generar rendimientos atractivos a largo plazo, aunque con oscilaciones importantes en el corto. Están más indicados para quienes todavía tienen años por delante y pueden asumir volatilidad.
Entre ambos se encuentran los planes mixtos, que combinan renta fija y variable en distintas proporciones. Ofrecen un punto intermedio: más potencial de crecimiento que la renta fija pura, pero con menos riesgo que la variable.
Por último, los planes garantizados aseguran recuperar la inversión inicial o una parte mínima si se mantienen hasta la fecha acordada. Su rentabilidad suele ser moderada, pero aportan tranquilidad a perfiles muy conservadores.
Aspectos clave para elegir bien
No basta con elegir un plan por el nombre o porque alguien lo recomienda. Conviene tener claros algunos factores que marcan la diferencia:
- Horizonte temporal: si te faltan muchos años para jubilarte, puedes optar por más riesgo y mayor potencial de rentabilidad. Si el retiro está cerca, la prioridad es proteger lo acumulado.
- Perfil de riesgo: piensa en cómo reaccionarías si un año tu plan pierde un 10 %. Si esa idea te quita el sueño, es mejor optar por opciones conservadoras.
- Comisiones: aunque parezcan pequeñas, las comisiones reducen de manera significativa la rentabilidad acumulada a largo plazo. Compararlas es esencial.
- Fiscalidad del rescate: lo que aportas reduce tu base imponible, pero al rescatar el dinero se considera rendimiento del trabajo y tributa en el IRPF. Retirar todo de golpe puede implicar pagar más impuestos, por lo que conviene planificar bien cómo hacerlo.
- Liquidez limitada: aunque el rescate a los 10 años aporta flexibilidad, los planes de pensiones no deben confundirse con un producto de ahorro a corto plazo.
Rentabilidad en 2025
En lo que va de año, los planes más vinculados a renta variable están mostrando buenos resultados gracias al impulso de los mercados bursátiles, mientras que los de renta fija ofrecen rendimientos más modestos.
Esto confirma una regla básica: a mayor riesgo, más posibilidad de rentabilidad, pero también de pérdidas. Por eso es importante no fijarse solo en lo que han ganado los planes en un periodo corto, sino en cómo se adaptan a tu horizonte temporal y a tu tolerancia al riesgo.
Alternativas y complementos
Los planes de pensiones no son la única vía para preparar la jubilación. Pueden combinarse con otros instrumentos como:
- Fondos de inversión o ETF, que ofrecen más liquidez y flexibilidad.
- Planes de empleo o colectivos, en los que participa también la empresa.
- Ahorro inmobiliario, para quienes prefieren activos tangibles.
- Ahorro tradicional, como depósitos o cuentas remuneradas, aunque con rentabilidad limitada.
Lo recomendable es diversificar, de forma que tu futuro no dependa de un solo producto.
¿Merece la pena contratar un plan de pensiones en 2025?
Estos productos siguen ofreciendo ventajas: permiten desgravar en la declaración de la renta, ayudan a crear el hábito de ahorro y existen opciones para distintos perfiles de riesgo.
Sin embargo, no son perfectos. Los límites fiscales son bajos, la tributación en el rescate puede ser elevada y la liquidez, aunque mejorada, sigue siendo restringida.
Por ello, lo ideal es verlos como parte de una estrategia más amplia, no como la única solución para la jubilación.
En 2025, los planes de pensiones se mantienen como una herramienta útil para planificar el futuro, siempre que se elijan con criterio y se complementen con otras formas de ahorro.
Lo más importante es empezar cuanto antes, revisar periódicamente el plan elegido y adaptarlo a cada etapa de la vida. Cuanto antes pongas en marcha tu estrategia, más fácil será asegurar una jubilación tranquila y con calidad de vida.


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