Pese al frenazo económico que China está viviendo en la actualidad, el yuan se ha convertido en una de las grandes divisas del mundo como consecuencia del crecimiento financiero que el país ha experimentado en los últimos años.
La inclusión del yuan asiático en la cesta de divisas del FMI (Fondo Monetario Internacional) aportará al gigante una mayor participación en el comercio mundial, motivo por el que Estados Unidos teme perder su protagonismo. La iniciativa será efectiva a partir del 1 de octubre de 2016, sumándose así la moneda asiática al dólar estadounidense, el euro, el yen y la libra esterlina, es decir, a la cesta de monedas que el FMI emplea como referencia para sus operaciones financieras.
Sin embargo, la decisión del Fondo no ha sido fácil puesto que China aún determina el tipo de cambio de la divisa y continúa aplicando controles de capital que limitan su convertibilidad; a pesar de ello, el yuan cumple con los requisitos que el FMI exige: es una moneda ampliamente utilizada en las transacciones internacionales y está muy presente en el mercado de divisas ya que el gigante asiático es el mayor exportador del mundo, de tal modo que su moneda fue la segunda más empleada en los intercambios comerciales el pasado mes de agosto.
Es más, según datos de ICEX -organización que fomenta la internacionalización de las empresas-, el 25% de las transacciones comerciales se liquida en yuanes. Así, en el índice de internacionalización, el yuan se ha elevado del 0,92% en 2012 al 1,7% en 2013, razón por la que Alex Fusté, economista jefe de AndBank, señala que “en 2020 será la segunda divisa más utilizada y coexistirá con el dólar”.
Consecuencias de la medida
La inclusión del yuan en la cesta de divisas supone, según señala Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario, la integración de la economía china en el sistema financiero global y un reconocimiento del progreso de las autoridades del país en la reforma de su estructura monetaria. Consecuencia de todo ello es el refuerzo de la credibilidad internacional sobre la economía de la potencia asiática, con sus obvias repercusiones en el ámbito mundial.
Otro de los beneficios resultantes de la iniciativa se traduce en la tranquilidad que puede suponer para los inversores, que en los últimos meses han presenciado con inquietud la creciente volatilidad de los mercados bursátiles de China. Asimismo, la nueva dinámica permitirá bajar el coste de los préstamos y facilitar la expansión extranjera de las compañías chinas.
La medida ayudará también a llevar a cabo proyectos de inversión extranjera que estaban pendientes, como la “Nueva Ruta de la Seda” -que pretende conectar China con Europa por tierra y mar-, además de favorecer la construcción de infraestructuras comerciales con estados vecinos. “Pero eso sí, para que estas circunstancias se hagan realidad y el yuan se mantenga dentro de la cesta en un futuro, China deberá continuar con las actuales reformas financieras”, manifiestan los analistas.
Con todo, el mercado reaccionó sin sobresalto a una noticia que ya se esperaba pero donde sí habrá una reacción inmediata es en el peso que cada divisa tiene en esta cesta, el cual se rige principalmente por el valor de las exportaciones. Es decir, con esta revisión, el yuan pesará un 10,9% en la cesta, mientras que el euro bajará del 37% al 30,9%.