Pensemos en la siguiente cifra: 120 millones de toneladas de basura electrónica para el año 2050. Estamos hablando del peso de más de 4.500 torres Eiffel. A continuación, cerremos los ojos e imaginemos montañas de basura electrónica más allá de donde alcanza la vista. No cabe duda de que el mundo se enfrenta a un desafío crucial y la respuesta se encuentra en la economía circular.
Como bien explicaba nuestro compañero Francisco Coll en su artículo “Lo más destacado del Foro Económico de Davos 2019”, entre los grandes retos a afrontar se encuentran el desarrollo sostenible y la preservación del medio ambiente. En sintonía con estos desafíos, será fundamental abordar el problema de la basura electrónica.
La basura electrónica, un problema medioambiental
Sin embargo, la basura electrónica no es una cuestión de futuro, sino que es un problema que debe ser abordado en el presente. Prueba de ello es que actualmente se generan 50 millones de toneladas de este tipo de residuos. Todo ello tiene consecuencias gravísimas sobre el medio ambiente y en la economía.
Sin embargo, en la actualidad, solo se está reciclando el 20% de este tipo de desechos. Estamos pues ante un despilfarro de recursos y de materias primas, pues casi el 100% de este tipo de residuos podrían ser reciclados.
El hecho de no reciclar la totalidad de la basura electrónica supone una grave agresión al medio ambiente, pues los residuos terminan por acumularse. Al no ser biodegradable, la basura electrónica terminará perjudicando a la tierra, a las especies animales y al agua.
Evidentemente, todo lo que afecta al medio ambiente de manera negativa, termina siendo perjudicial para nuestra salud. Los residuos electrónicos pueden terminar contaminando las aguas con sustancias tóxicas como el cadmio, el plomo y el mercurio.
Hacer frente a la escasez
Pensar que la gestión de los residuos no afecta a la economía es un grave error. Dejar abandonado el reciclaje de la basura electrónica supone un claro despilfarro de materias primas. Y es que, aunque nos cueste creerlo, en esas enormes montañas de basura hay mucho dinero. Tomemos como ejemplo un dato aportado por el informe del Foro Económico Mundial: el valor de estos residuos se sitúa en torno a los 62.500 millones de dólares. El valor económico de todos esos colosales montones de basura electrónica se explica porque entre esos residuos se encuentran materiales de gran valor como el oro, el platino, el hierro, el cobalto o el cobre.
Es evidente que la humanidad se enfrenta a un problema de escasez de recursos y que no puede permitirse el despilfarro de recursos minerales tan valiosos. En este sentido, se calcula que el 7% del oro que hay en el mundo se encuentra en residuos electrónicos.
Los teléfonos móviles, un ejemplo de basura electrónica
Entre los residuos que se clasifican como basura electrónica encontramos: ordenadores, televisiones, tabletas, teléfonos móviles, calefactores eléctricos, lámparas o dispositivos de aire acondicionado. Ahora bien, de entre esta lista llaman la atención los teléfonos móviles, pues por la cantidad de componentes y materiales que incorporan en su fabricación, son de gran valor para la economía.
Estos pequeños dispositivos han sido fabricados con los denominados “metales de tierras raras”. Así, los componentes empleados en la fabricación de teléfonos móviles, cada vez son más complicados de encontrar. Prueba de ello es el cobalto, un material muy escaso y que se encuentra en países que afrontan convulsas situaciones políticas, económicas y sociales. Ejemplo de ello es la República del Congo, un país lastrado por la corrupción y por la explotación infantil.
Los países desarrollados exportan basura electrónica
Más allá del valor económico de la basura electrónica y de la escasez de recursos minerales, hay que valorar el impacto que tiene el reciclaje en las relaciones entre los países más desarrollados y las naciones más pobres, sin olvidar su repercusión en el ámbito del trabajo.
Así, los países más industrializados se han convertido en verdaderos exportadores de residuos electrónicos. Esta actividad ha pasado a ser la fuente de ingresos de numerosos trabajadores en países como Nigeria, donde 100.000 personas trabajan en este tipo de actividades. Mientras que en China unas 690.000 personas se dedican al reciclaje. No hay que olvidar que es importante una buena regulación en el sector del reciclaje, proporcionando instalaciones seguras y unas condiciones laborales dignas para los trabajadores.
Por tanto, el reciclaje no solo supone un aprovechamiento más eficiente de los recursos, sino que también puede conllevar una gran oportunidad laboral para muchas personas.
Tanto la ONU como el Foro Económico Mundial han apostado por la economía circular como solución al problema de la basura electrónica. Queda claro que el reciclaje es la solución a un gran problema medioambiental, económico, social y laboral.