Predecir una crisis o una recesión constituye, sin ninguna duda, uno de los grandes misterios de la economía. En línea con esta cuestión surgen diferentes interrogantes accesorios. Por ejemplo, ¿predecir las crisis nos permitiría evitarlas? Aunque parece evidente, la realidad no está tan clara. No obstante, en este artículo nos centraremos exclusivamente en la predictibilidad de las crisis y recesiones.
La palabra predecir es una palabra con tantos halagos como críticas. Aunque, seamos sinceros, hay más críticos con los pronósticos que seguidores de los mismos. A pesar de ello, todos los organismos y empresas con cierto poder hacen predicciones.
Sin ir más lejos, quién no recuerda declaraciones del tipo: «JP Morgan afirma que la economía mexicana crecerá por debajo de lo esperado» o «El Fondo Monetario Internacional revisa al alza los pronósticos sobre el crecimiento de Brasil». Son declaraciones que resultan familiares. Nos guste o no, forman parte de los noticiarios, los periódicos y los programas de radio.
Lo curioso del asunto es, sin embargo, comprobar si los pronósticos se cumplen y en qué medida. Claro está que, de cuando en cuando, los pronósticos fallan. Es más, fallan muy de vez en cuando.
¿Con qué fiabilidad podemos predecir una crisis económica?
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) es uno de los organismos con más experiencia y credibilidad en los pronósticos. Casi todos los economistas aluden a los pronósticos del FMI cuando hablan sobre las perspectivas de la economía.
Por eso mismo, choca comprobar como en su último informe sobre las perspectivas de la economía mundial, reservan un espacio para explicar este tema. Los analistas del FMI lo titulan: «Predecir recesiones y desaceleraciones: Una tarea titánica».
El mismo personal del FMI reconoce que cabría esperar que los modelos estadísticos fueran más precisos. Nada más lejos de la realidad. Entre 1991 y 2016 el FMI pronosticó correctamente 47 recesiones sobre una muestra de 117 países. En contraste con esta cifra, en realidad se registraron 313 recesiones.
Estos cálculos nos hacen llegar a la conclusión de que tan solo un 15% de las veces, el FMI acertó en sus predicciones. Todo ello con personal experto en la materia y con amplios recursos a su alcance. El ejemplo más clarividente se encuentra en la crisis de 2008. Hacia 2009, un año después de que estallara la crisis, el organismo predijo que tan solo 6 economías avanzadas entrarían en recesión. Simultáneamente, sus predicciones indicaban que ninguna economía emergente y en desarrollo sufriría un retroceso en su crecimiento económico. El resultado fue que 56 economías entraron en recesión.
El valor de los pronósticos
Lo anterior no indica que los pronósticos no sirva para nada. Existen pronósticos realmente buenos en otros campos distintos a la economía. E incluso, existen predicciones particularmente buenas en el ámbito económico. Claro que no es lo habitual.
Lo anterior deja claro que la economía es una ciencia social. Va más allá de los números. Es más, aunque solo fueran números, son tantos y tan imprecisos que resulta difícil pensar en la creación de un modelo estadístico que englobe todo. Pensemos, por ejemplo, en el miedo, los pánicos, las euforias. No se pueden medir y, por supuesto, tampoco controlar.
En este sentido, queda mucho trabajo por hacer. Por un lado mejorar los modelos existentes. Y, por otro,—y mucho más importante—asumir que hay variables que resultan extremadamente difíciles de predecir. Por lo tanto, hasta que no se mejoren dichos modelos la mejor postura es la escéptica y la humilde. Es decir, la que no niega que se pueda, pero que asume que en la actualidad los modelos publicados son bastante peores de lo deseable.
Luis Alberto Rincón dice
En conclusión, nos dicen que en realidad son casi infinitas las variables y que por ello en realidad no se puede predecir una crisis o recesión, sino que más bien sin puras especulaciones lo que envían los órganos o instituciones que se dedican a hacer estudios sobre los posibles rumbos de las economías.
Rodolfo H. Sala dice
La conclusión de lo dicho, sería trabajar, fundamentalmente, sin dejar el estudio de las predicciones, en los fondos anticíclicos, lo cual implica tener economías ordenadas y el convencimiento de las oposiciones políticas para que se transforme este concepto en políticas de estado. Es decir que las oposiciones comprendan que cualquier gobierno pueda errar su política económica y que al mismo tiempo asuman pequeñas variantes en sus planes económicos. Porque en ninguna cabeza cabría que un gobierno republicano liberal podría entrar en conversaciones de establecer políticas de estado con otra fracción populista o de izquierda. Creo que es lo que les pasa a los países sudamericanos esencialmente. Sin embargo, vemos que países como Chile, Uruguay han recurrido a los fondos anticíclicos para resolver crisis regionales o afectados por las políticas de las grandes economías. Nuestro país, la Argentina, vivió épocas en donde las políticas de los gobiernos que se sucedían variaban muy poco y la resultante fue que ocupó los primeros lugares en el consenso mundial. Sin embargo, las políticas populistas de los gobiernos que se sucedieron llevaron al país a lugares nunca soñados de deterioro.
Alejandro González dice
artículo completamente sesgado y falta de rigor científico…
Tendré que cancelar mi inscripción, no aportan absolutamente nada.
José Francisco López dice
Hola Alejandro,
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