Es oficial, el Gobierno canadiense ha terminado de enloquecer completamente.
Después de conocer la última propuesta legislativa, estoy seguro de que compartirás conmigo que su deriva populista no sólo continúa, sino que han hecho un all in para subir la apuesta a niveles extremos.
En el mes de marzo, se ha anunciado la propuesta de ley, C-63, que pretender regular y evitar futuros crímenes de odio en las redes sociales e internet, que aún no se han producido.
Tal y como suena.
Arif Vinari, Ministro de Justicia y Fiscal General, es el principal impulsor de esta maravilla de ley que pretende jugar a “Minority Report” pero sin contar con los gemelos pre cognitivos de la película de Tom Cruise.
Resulta difícil creer que una potencia mundial como Canadá considere adecuado limitar las libertades civiles en aras de una supuesta mejora en la seguridad. Los interrogantes morales y éticos que se plantean son enormes, así como las demandas legales que podrían surgir en el futuro.
La propuesta legislativa conocida como «ley de prevención de daños online» en Canadá incluye medidas extremas como el arresto domiciliario o la restricción del acceso a internet.
No solamente eso, sino que incluso podría imponerte un dispositivo de rastreo electrónico para controlarte aún más, bajo la premisa de evitar potenciales delitos.
Te arresto en casa, te bloqueo el acceso a internet y te coloco un dispositivo de seguimiento…. todo por tu bien.
Eso sí, aún no has hecho nada ilegal pero quizás lo hagas en un futuro.
O no.
¿Qué podría salir mal?
Este delirio legislativo, tiene todo el respaldo del mismísimo Presidente de Canadá, Justin Trudeau.
Tanto es así que el Presidente está vendiendo esta proposición de ley como un “avance democrático” que equilibra el derecho a publicar contenidos “horribles pero legales”, con la necesidad de una supervisión pública.
Que conste que lo de “horribles pero legales” son palabras textuales del propio Justin Trudeau. Tan sólo esto ya daría para un debate acerca de lo que se considera “horrible” y si un Gobierno tiene el derecho o la obligación de inmiscuirse en tales asuntos.
La libertad de expresión nunca había estado tan amenazada en las sociedades occidentales como en la actualidad, por lo que es más importante que nunca la defensa de la misma. Un ejemplo sangrante es la censura total en las redes sociales de ciertas palabras o expresiones relacionadas con la pandemia.
Todo el mundo lo ha aceptado como normal, cuando es uno de los casos más flagrantes de violación de la libertad de expresión que se conocen.
Es la misma canción que hemos escuchado una y otra vez a lo largo de la historia: nos recortan libertadas individuales a cambio de una supuesta seguridad garantizada que nunca llega.
“Quien renuncia a la libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal, no merece ni la libertad ni la seguridad”
Benjamín Franklin
Esperemos que la proposición de ley no pase el trámite parlamentario, pero no soy nada optimista dados los antecedentes del gobierno canadiense.
La libertad no se negocia, se ejerce.