Inversión de cartera
La inversión de cartera es aquella que se caracteriza porque busca un rendimiento en el futuro mediante la recepción de ingresos financieros, la repartición de utilidades o las ganancias de capital.
Es decir, la inversión de cartera apunta a obtener una utilidad. Ello, esperando el pago, por ejemplo, de intereses, en el caso de instrumentos de deuda, o el pago de dividendos, en el caso de acciones.
Otro modo en el que busca ganar este tipo de inversión, como ya mencionamos previamente, son las ganancias de capital. Es decir, por la diferencia entre el precio de compra de un activo y el de su venta.
Otra forma de entender el tipo de inversión que aquí nos ocupa, en el marco de los flujos internacionales de capital, es como aquella inversión que corresponde a adquisiciones de valores financieros.
Eso sí, siempre en una posición minoritaria. De lo contrario, como explicaremos a continuación, estaremos frente a una inversión extranjera directa (IED).
Diferencia entre inversión de cartera e inversión extranjera directa
La diferencia entre inversión de cartera e inversión extranjera directa es que la primera no busca el control de la empresa en la que se está invirtiendo. En cambio, la segunda sí.
Es decir, la inversión de cartera no implica ganar una posición mayoritaria en el accionariado de la compañía en la que se invierte. Por tanto, no se obtiene un dominio en las decisiones empresariales de dicha organización.
En cambio, la inversión extranjera directa se refiere a cuando el inversor sí se está convirtiendo en el principal socio de la compañía.
Ejemplos de inversión de cartera
Un ejemplo de inversión de cartera podría ser si una empresa española adquiere el 2% de acciones de una compañía mexicana.
Lo anterior implica que la firma española se convierte en socia minoritaria de la empresa mexicana. Eventualmente, espera recibir dividendos u obtener ganancias revendiendo dichas acciones a un precio mayor al de su adquisición.
Ahora, para entender mejor la diferencia con la IED, supongamos que en lugar de un 2%, la compañía española se hiciera con el el 51% del accionariado de la otra compañía. En consecuencia, se convertiría en la nueva propietaria y mantendría el control sobre la gestión de la corporación mexicana. Esta operación ya no sería una inversión de cartera, sino una inversión extranjera directa.
Otro ejemplo de inversión de cartera podría ser cuando un inversionista adquiere, en el mercado de capitales, bonos emitidos a tres años por una empresa del sector industrial. De ese modo, espera recibir periódicamente un cupón y la devolución del principal hacia el final del periodo del instrumento.