Tolerancia
La tolerancia es una actitud por la que se respeta todo tipo de acciones o ideas de terceras personas.
Obviamente, cuando hablamos de estas acciones, éstas tienen también que ser respetuosas con los demás.
También es importante destacar que estas ideas o acciones no tienen porqué estar en sintonía con nuestras propias preferencias. De hecho, la tolerancia con los afines es fácil, lo complicado y en lo que se basa la tolerancia, es tolerar a los que piensan de forma diametralmente opuesta a nosotros.
La concepto “tolerancia” se extiende y se aplica a todos los planos de la vida: religión, sexualidad, política e ideología, racial, costumbres, cultura, etc. Todos estos ámbitos son susceptibles de ser tolerados por toda persona humana, puesto que ella es la base del respeto y de la convivencia en sociedad, y más aún en la sociedad globalizada en la que vivimos.
La paradoja de la tolerancia
Karl Popper, filósofo austriaco de renombre, desarrolló la paradoja de la tolerancia. Consiste en no tolerar a los intolerantes, puesto que estos últimos representaban una verdadera amenaza para las instituciones democráticas.
Esto se produce puesto que, según el autor, si se tolera a un pequeño grupo de intolerantes. Estos pueden hacer la suficientemente fuerza para imponerse e instaurar la más absoluta intolerancia. Por eso es una paradoja, porque una tolerancia extrema puede ser su derrumbe.
Ahora bien, ¿Quién dice quién es un intolerante o no? Según Popper, el intolerante es aquel que pretende acabar, aprovechándose de la tolerancia general, con derecho y libertades. Por ello, podemos decir que se reduce al ámbito de los actos. Es decir, alguien puede ser intolerante con determinadas ideas o actos, pero si simplemente lo piensa, reduciéndolo al campo de las ideas no sería un intolerante. En cambio, si a través de sus actos o hechos violentara dichos derechos y libertades, si se le catalogaría como intolerante
Por otro lado, el filósofo John Rawls, autor de Teoría de la Justicia, dice que la sociedad sí que debe tolerar al intolerante, puesto que no hacerlo, vuelve automáticamente intolerante a la sociedad.