Los delincuentes se han adaptado a las nuevas tecnologías y emplean todos sus recursos para engañar al usuario mediante créditos e inversiones que bien pueden llevarle a la completa bancarrota. Debido a estas razones, vamos a determinar los modos más frecuentados por los ladrones interactivos para hacerse con nuestros recursos económicos e intentar así impedir -en la medida de lo posible- la consecución de su “modus operandi”.
Actualmente existen un gran número de estrategias e inventivas que, a través de Internet, intentan alcanzar el dinero que el usuario más común -haciendo gala de ciertas dosis de inexperiencia, inocencia e imprudencia- pone, metafóricamente hablando, “encima de la mesa”. A disposición de personas sin ningún tipo de escrúpulos y que, valiéndose de situaciones con límites no muy precisos, desvalijan a todo el que navegue por las redes sin ningún atisbo de precaución.
En primer lugar, hay que destacar las estafas financieras de los créditos online. Lamentablemente, cada vez hay más desaprensivos que quieren beneficiarse de aquellos que sufren graves dificultades económicas ofreciendo ciertas clases de préstamo bancario; de hecho, en cualquier periódico o página web nos podemos encontrar con anuncios en los que se lee “crédito fácil, incluso para personas con problemas que necesitan dinero con urgencia y para desempleados”.
A este respecto, hay que saber que no todo el mundo puede acceder a un préstamo. En España existe una base de datos donde se registran los créditos que hayamos pedido y el estado en el que se encuentran. Se trata de la CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España) y que tiene como objeto conocer la capacidad de pago de una persona. Así pues, si no hemos abonado nuestros préstamos porque no podemos hacerles frente, la situación saldrá reflejada en este documento bancario, al que todas las entidades financieras tienen acceso. Como resultado, si volvemos a pedir un crédito, nos será denegado porque todavía no hemos pagado el anterior.
El timo en esta ocasión consiste en que estas empresas que muy libremente nos conceden el crédito, lo primero que harán es pedirnos dinero -atención al contrasentido- para desbloquear el acceso al crédito impuesto por la CIRBE; después de que hayamos realizado la entrega del dinero -una buena suma, en términos generales- seguramente no volveremos a saber más de estos individuos que tanto nos querían ayudar. Por otro lado, tampoco se debe ignorar a aquellas entidades que nos ofrecen un préstamo “sin pedir explicaciones” pero que, en letra pequeña, piden unos intereses desorbitados.
Otra forma de fraude es a través del envío de correos electrónicos con ofertas de préstamos bancarios en entidades extranjeras. En este caso, los delincuentes se hacen pasar por asesores financieros y nos informan de una propuesta. A cambio, nos pedirán dinero -como en el apartado anterior-, documentos y datos, corriendo el peligro, además, de estos sean empleados para asuntos de muy escasa legitimidad y que nos pueden ocasionar problemas muy graves.
Reducción de deudas e inversiones engañosas
La reducción de deudas también se encuentra en el punto de mira de las estafas cibernéticas. Su metodología es muy sencilla: se anuncia una forma de reunir las facturas en un pago mensual sin necesidad de pedir más dinero prestado. Y su principal oferta se concreta en detener el acoso de los acreedores, las ejecuciones hipotecarias, incautaciones o embargos.
Pero con frecuencia estas proposiciones requieren que nos declaremos en bancarrota, aunque rara vez lo expresan claramente. En este sentido, no hay que olvidar que llegados a dicha situación límite -en quiebra absoluta- veremos muy mermada nuestra capacidad para obtener créditos durante un largo plazo de tiempo y sus repercusiones directas en nuestra economía general.
En cuanto a las inversiones que prometen elevados índices de de beneficios y riesgos mínimos, se debe prestar especial precaución. Generalmente, buscan constituir una nueva compañía con un muy alto nivel de conexiones financieras, acceso privilegiado a información confidencial y garantías exclusivas en cuanto al retorno del capital que se aporte. Este tipo de “inversión”, sin lugar a dudas, resulta muy gratificante para el estafador que la inicia ya que no existe empresa en la que, con un riesgo mínimo, se alcancen ganancias cuantiosas en un breve periodo de tiempo.
Otras formas de fraude
De igual modo, los embaucadores pueden disfrazarse como personas conocidas y de nuestra confianza y hacernos pedidos desesperados de dinero en efectivo para hacer frente a una emergencia. Sin embargo, ese supuesto amigo o familiar quiere que mantengamos el trato en secreto y que no lo comentemos con nadie más. Una exigencia muy sospechosa.
La comodidad del teletrabajo también es otra suculenta posibilidad para esta clase de oportunistas. Con la promesa de ganar miles de euros mensuales desde el propio domicilio y de no necesitar ningún tipo de jefe, esta modalidad de engaño encubre que posiblemente tengamos que abonar dinero para completar las funciones que nos piden con el objeto de, por ejemplo, rellenar sobres.
Por último, todos conocemos el mensaje de la estafa nigeriana; un e-mail en el que los individuos implicados se presentan como funcionarios o cónyuges viudos o viudas de líderes gubernamentales de Nigeria o de algún otro país que alegan que su dinero se encuentra momentáneamente retenido; en definitiva, estos estafadores nos ofrecen transferir varias sumas a su cuenta bancaria para poder pagar los “cargos” necesarios y acceder a dicho capital pero, cuando menos lo esperamos, desaparecen con todo el dinero que se ha aportado.
Consejos útiles
Después de todo lo expuesto, y a modo de síntesis, resultará útil tener en cuenta las siguientes recomendaciones para no caer en los engaños y timos de los delincuentes digitales:
1. Las ofertas demasiado buenas generalmente son el comienzo de una estafa.
2. Las transferencias de dinero que no dejan rastro se convierten en un muy mal síntoma.
3. Las transacciones comerciales que tratan de cambiar el método de pago son más que inseguras.
4. Cualquier tipo de oferta que solicite dinero por adelantado es un mal augurio.
5. No proporciones nunca datos personales ni bancarios.
6. Utiliza siempre la lógica y piensa antes de dar información o dinero a desconocidos.