El actual contexto de dinero barato en Europa ha llevado a que los bancos apenas remuneren productos tradicionales de inversión como los famosos depósitos bancarios.
A pesar de que la rentabilidad de los depósitos es prácticamente nula, todavía suponen un 40% del ahorro financiero de las familias en España. Sin embargo, según una estadística del Banco de España, las familias están comenzando a asumir más riesgo para sacar partido a sus ahorros. El conocido popularmente como plazo fijo vive horas bajas y quienes buscan mejorar la rentabilidad de su dinero se ven obligados a atreverse con instrumentos financieros más volátiles y arriesgados, como las acciones de los mercados de valores, si bien a los ciudadanos les cuesta todavía desprenderse de sus depósitos.
Los buenos inversores conocen bien la frase las rentabilidades pasadas no garantizan las rentabilidades futuras, pero también saben que la historia tiende a repetirse en los mercados financieros. ¿Quién podría, por ejemplo, arrepentirse hoy de haber entrado hace unos años en una posición de compra en alguna de las compañías GAFA (Google, Amazon, Facebook o Apple)? Las capitalizaciones bursátiles de estas cuatro compañías han llegado a cotizaciones espectaculares. Los datos son realmente impresionantes y no dejan indiferente a nadie.
Solo se puede ganar si se está debidamente preparado
Uno puede caerse fácilmente incluso de un caballo ganador. No es nada infrecuente que los inversores y los especuladores novatos caigan en la trampa de la euforia inicial de una operación en verde. Los mercados premian la humildad y castigan la soberbia con gran dureza. Quienes dejan de tenerle respecto al mercado sufren tarde o temprano un varapalo que les vuelve a poner los pies en la tierra.
Una acción puede estar en un mercado alcista en las escalas temporales a largo plazo y en un mercado bajista en las escalas temporales a corto o medio plazo. En esos casos no hay nada peor que sentirse atrapado en una posición perdedora. Para ello, vienen al rescate de cuentas de CFD o contratos por diferencia. Se trata de instrumentos que permiten abrir una posición contraria a la que tengamos abierta, pero con una necesidad de depositar un capital mucho menor que si quisiésemos abrirla con un instrumento tradicional (como unas acciones en el mercado al contado), gracias al apalancamiento financiero.
Imaginémonos que alguna de las acciones GAFA muestra signos de debilidad. Para evitar el riesgo de una caída en las acciones, el inversor prudente tiene dos opciones: puede cerrar la posición con las ganancias que lleve acumuladas a cambio de sacrificar los beneficios que pudieran derivarse de una continuación de la tendencia, o puede dejar la posición inicial abierta, abrir una posición en contra de dicha posición inicial por medio de un CFD (contrato por diferencia) y asegurarse de depositar el capital en concepto de garantía requerido por el bróker con el que se contrate dicho CFD.
Como para abrir una posición con el CFD solo necesitamos aportar una mínima cantidad de capital en concepto de garantía para respaldar nuestra posición apalancada, por muy poco dinero conseguiremos realizar una estrategia de cobertura que maximizará nuestras ganancias y minimizará nuestras pérdidas. Si la acción baja, el CFD comenzaría a generarnos ganancias y a compensarnos las pérdidas derivadas del mantenimiento de la posición inicial abierta. Si la acción sube, la posición inicial abierta seguirá dándonos ganancias y la posición del CFD entrará en pérdidas, eso sí, pequeñas (siempre que no nos pasemos con el apalancamiento, ya que hay que prestar atención a esto).
En resumidas cuentas, el inversor inteligente no se la juega y trata de mantener bajo control a la volatilidad y la incertidumbre en la medida de lo posible. No arriesgues más de lo estrictamente necesario y prepara tu estrategia de cobertura para triunfar.