El COVID ha afectado duramente a sectores como el sector del fútbol, cerrando por completo sus instalaciones y, por ende, la entrada de aficionados a los estadios. Un sector que, en la nueva normalidad, tendrá que replantear seriamente sus fuentes de ingresos.
Ante una crisis sin precedentes como la que hoy nos acontece, pocos han sido los sectores que han salido airosos.
Debido a la naturaleza de esta pandemia, la actividad económica que se estaba desarrollando con normalidad, quedó relegada a un segundo plano; paralizando forzosamente, ante un virus que, debido a su elevada tasa de contagio, se extendía brutalmente por el mundo. Ante la situación que se mostraba, así como esa incapacidad de contener la pandemia, cualquier posibilidad de asumir riesgos, permitiendo escenarios en los que la actividad económica que hasta entonces se estaba desarrollando, siguiese desarrollándose, estaba más que descartada para cualquiera de los países afectados. Todo ello, dicho sea de paso, provocando un shock de oferta negativo en todo el planeta, que mermaba por completo la economía, así como las previsiones de recuperación inminente. Pues, ante los datos que dejaba el Coronavirus en la sociedad a nivel sanitario, lo que a priori era una dicotomía se decantó, finalmente, por priorizar la salud de la ciudadanía y no, al contrario, y como era de esperar, por la salud de las economías.
Sin embargo, se observa un impacto asimétrico entre sectores. Entre los más afectados, podemos destacar el sector turístico o el sector del deporte. Los cuales, no han salido tan bien parados como, por ejemplo, el sector del comercio electrónico. La paralización forzosa de la actividad económica en sectores que requieren de contacto social supuso la asunción de pérdidas que, ante la incapacidad de abrir sus puertas, ya registran, y muy notablemente, las empresas integrantes. Pérdidas millonarias que, únicamente calculadas para el sector turístico, suponen el 57% del descenso del PIB, de acuerdo con los estudios realizados por la patronal hostelera, que prevé registrar España al cierre del ejercicio. Unas pérdidas que se han ido extendiendo por otros sectores, en tanto en cuanto seguía extendiéndose la pandemia, a la vez que se descontrolaban los rebrotes.
El fútbol, un sector de grandes dígitos
En España, particularmente, son muchos los aficionados que, cada fin de semana, acuden al estadio para ver jugar a su equipo y, de paso, disfrutar de un rato de ocio en familia. Sin embargo, con el COVID, este tipo de planes ya no pueden contemplarse de la misma forma; partiendo de que los estadios, desde que se desató la oleada de contagios, ya desarrollan su actividad a puerta cerrada, y sin la capacidad de albergar forofos que animen en las gradas.
Como vemos, una situación que, aun pareciendo una situación asumible para lo sociedad, por lo que supone no acudir al estadio para una sociedad preocupada por su salud, no es asumible para los distintos clubes, que dependen de esta actividad, así como los ingresos que esta genera, en parte, para seguir desarrollando su actividad institucional.
Para hacernos una idea de lo que supone el COVID para la economía del fútbol, así como los efectos indirectos de esta en la economía, podemos basarnos en estudios y temporadas pasadas.
En este sentido, cogiendo como ejemplo la liga de fútbol española, así como a sus cuatro clubes de relevancia, hablamos de unas pérdidas que, como veremos, comprometen el futuro de estos clubes. De esta forma, el Real Madrid, por ejemplo, con un ingreso medio por partido de 5,3 millones de euros, recauda, solo en entradas, cerca de 132 millones de euros por temporada. Por otro lado, el FC Barcelona, con un ingreso de 4,6 millones de euros en taquilla por partido, recauda aproximadamente 130 millones de euros por temporada. Así, en cómputo, hablamos de que, teniendo en cuenta únicamente la venta de entradas de los dos clubes más importantes de la liga española, el COVID ya supone para ambos clubes la pérdida de 260 millones de euros que no ingresarán.
En tercer y cuarto lugar, tenemos al Athletic Club de Bilbao y al Atlético de Madrid. Ambos clubes, ingresan, respectivamente, 1,2 y 1,3 millones de euros por partido. Esto, a final de temporada, les deja un ingreso agregado a ambos clubes de 36 millones de euros, que también dejarán de ingresar. Todo esto, como vemos, nos deja un agregado final que, ante la situación, supone la pérdida de más de 350 millones de euros, únicamente, teniendo en cuenta las pérdidas en taquilla que supone dicha suspensión para, como decíamos, los cuatro principales clubes de la liga española.
Sin embargo, teniendo en cuenta las pérdidas que estimó La Liga de haberse suspendido los últimos dos meses de temporada, teniendo en cuenta a todos los clubes que integran la competición, estas ascienden hasta los 680 millones de euros. Y es que, anteriormente, solo hemos tenido en cuenta las taquillas, así como a cuatro clubes, pero hablamos de 42 clubes, así como ingresos por abonos, ingresos por merchandising, publicidad, así como otras partidas que, de forma indirecta, dejaban mucho capital en las arcas de estos clubes, así como otro tipo de negocios relacionados.
Una contribución poco prescindible
Aunque pueda parecernos algo insignificante, el fútbol es un sector de gran importancia para la economía española. De acuerdo con un informe que firmaba PWC durante la competición en 2017, la liga española, con los 42 clubes que la integran, supone el 1,37% del PIB español. Esto se debe a que la industria del fútbol profesional genera anualmente en España un volumen de ingresos de 15.688 millones de euros. Además, dicho sea de paso, a estos ingresos habría que añadir otros ingresos adicionales a los que llamamos ‘impactos tractores’. Ingresos que están relacionados con los sectores de la restauración, el alojamiento, los bares y el turismo nacional, que durante la temporada fueron de casi 4.000 millones. Teniendo en cuenta estos, hablamos de un agregado de 20.000 millones.
Y es que, la celebración de partidos en los estadios supuso un volumen de negocio en el sector de la hostelería, el transporte y los alojamientos de 2.398 millones a lo largo de toda la temporada analizada en el estudio realizado por la firma. Un estudio que señala, dicho sea de paso, como, por ejemplo, los bares españoles ingresaron cerca de 1.220 millones de euros gracias a la emisión en sus instalaciones de partidos de fútbol de la Liga de Fútbol Profesional española.
Pero es que no solo debemos hablar de ingresos, sino que también debemos hacerlo, por su importancia, del empleo. Así pues, debemos tener en cuenta la contribución que realiza dicho sector al empleo, debiendo saber que la actividad futbolística de los 42 clubes profesionales españoles de Primera y Segunda División da trabajo en el país a 185.000 personas. Como vemos, una gran relación de puestos de trabajo generados por el fútbol en España durante la temporada, y que, para hacernos una mejor idea de lo que suponen estos para nuestro mercado laboral, representan el 0,98% de la población ocupada en el país.
Sin embargo, al igual que ocurría anteriormente, debemos añadir que únicamente hablamos de empleo directo, ya que si tenemos en cuenta el empleo indirecto, debemos recalcar que por cada empleo directo que crea la liga, se crean otros cuatro más por efecto indirecto. Esto produjo que, en el periodo que señala el estudio, el ingreso generado por los bares por la emisión de partidos generó, de acuerdo con el análisis, 19.415 empleos indirectos en el país.
Esto evidencia que, aunque el grueso de ingresos de los clubes viene determinado por la negociación de los derechos de emisión, las pérdidas que prevé registrar dicho sector en la nueva normalidad son muy destacables; máxime cuando tenemos en cuenta el empleo que, debido a los cambios que experimentará dicho sector, se perderán, de la misma forma que lo harán aquellos indirectos que, en la nueva normalidad, no se vean sustentados. Y es que, ante un deterioro como el que ha experimentado la economía, así como una previsión que sitúa la tasa de desempleo española en el 25%, el lastre de otro sector más, como es el sector del fútbol, así como la consecuente pérdida de capacidad productiva en la nueva normalidad, sigue ensombreciendo el futuro de una economía que, ya a priori, presentaba muchas vulnerabilidades.