Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha admitido públicamente su inquietud sobre la situación financiera de los países menos favorecidos ante la brusca caída del precio del petróleo.
Con motivo de las fuertes tensiones creadas en los mercados de las materias primas, donde califica la coyuntura de “estrés severo”, la directiva ha puesto todo su énfasis en reforzar la red de seguridad económica global. Como ella misma explica, la infraestructura presente está muy fragmentada y resulta inválida para hacer frente a futuros desafíos.
Los papeles están sobre la mesa. Lagarde ha declarado que las economías emergentes, dada la asimetría que caracteriza a la red de seguridad financiera actual, pueden verse imposibilitadas para acceder a los recursos que necesiten de cara a la incertidumbre que invade el panorama económico y financiero mundial.
El origen de la difícil tesitura se encuentra en que, una vez transcurrida la crisis global, la inmensa mayoría de los bancos centrales incrementaron sus estrategias de negocio en dólares, factor que permitió que la red de seguridad aumentara de volumen; sin embargo, los países emergentes se han mantenido al margen de esta metodología, lo que ha provocado un nuevo reto puesto que las divisas de los países más avanzados resultan indispensables para las actividades financieras y comerciales de las naciones menos favorecidas.
La gerente del Fondo Monetario también ha añadido que las economías en desarrollo representan el 60% del PIB (Producto Interior Bruto) global, razón por la que sostiene que “los países emergentes importan ahora más que nunca”. Es más, tras varios años de crecimiento económico robusto, “estas naciones afrontan una dura realidad” que, según sus propios términos, podría repercutir en la economía general.
De acuerdo con esto, Lagarde ha advertido sobre el “agudo” deterioro de las perspectivas económicas en los países emergentes ante el difícil contexto global que aúna la ralentización de China, el inicio del ajuste monetario en Estados Unidos, la apreciación del dólar y la salida de capitales de estos mercados hacia refugios más seguros.
Datos publicados por la institución financiera aseguran que los mercados emergentes registraron 531.000 millones de dólares en salidas de capital netas el pasado año, comparadas con los 48.000 millones en entradas netas en 2014.
Fusión entre países emergentes y avanzados
Así, la directora gerente del FMI ha planteado una iniciativa conocida como “asociación por el crecimiento” entre países avanzados y emergentes, con el objetivo de crear un futuro más próspero.
Como resultado, además de fomentar los recursos financieros necesarios -incluidos en la red de seguridad- para afrontar posibles momentos de crisis, Christine Lagarde ha lanzado un órdago por la innovación, es decir, por uno de los procesos que más atrae a la inversión privada. De igual modo, el intercambio de tecnología, la protección de patentes y diversas modificaciones del actual régimen comercial internacional, son otras de las estrategias que estima como inaplazables.
No obstante, las mayores preocupaciones de la directora del FMI al respecto se pueden resumir en dos puntos esenciales: el proteccionismo y el incremento de la desigualdad. Además, el Fondo calcula que cada descenso del 1% en PIB de los emergentes resta 0,2 puntos porcentuales a los desarrollados. Y, en el caso de la zona euro, esa misma bajada podría provocar un crecimiento mediocre del que sería muy difícil salir.[/fusion_text]