Un mes después de que se votara a favor del Brexit, el banco de Inglaterra (BoE) saca la artillería pesada para enfrentarse al impacto que podría suponer en el consumo y en las inversiones la salida de la Unión Europea. La institución inglesa ha decidido por unanimidad recortar los tipos de interés hasta el mínimo histórico del 0,25%, su nivel más bajo desde su fundación en 1694. Analizamos su efecto en la economía real.
Es la primera vez desde marzo de 2009 que este banco central modifica el tipo de interés oficial de Reino Unido. El anuncio era de esperar dado que el propio presidente del BoE, Mark Carney, comunicó el 30 de Junio, tras el Brexit, que se necesitaría alguna clase de estímulo. Es importante recordar que el Comité de Política Monetaria (MPC) también ha rebajado drásticamente su previsión del crecimiento en 2017, del 2,3% al 0,8%. Que algunos analistas prevén que puede desembocar en una recesión económica. Ante esta situación, el BoE tenía pocas alternativas para actuar.
Lo que sí ha sido una sorpresa para los mercados es la envergadura de las medidas extraordinarias que se van a tomar. Estas medidas consisten en un programa de compra de 10.000 millones de libras en bonos corporativos de Reino Unido y la expansión de su plan de expansión cuantitativa (QE) en 60.000 millones de libras durante los próximos seis meses, hasta los 435.000 millones de libras.
Un claro ejemplo de la expectación que ha suscitado el anuncio del BoE es que su página web se ha colapsado tan solo cinco minutos después de publicar las actas de la reunión. En la que han anunciado que recortaban el tipo de interés hasta su mínimo histórico en el 0,25, siguiendo la estela de las medidas tomadas por el Banco Central Europeo y el Banco de Japón.
El efecto de estas medidas es bastante impredecible. Habrá que ver si surtirá efecto en la economía real. Además, deja escaso margen de maniobra para bajar los tipos en caso de que hubiera otra crisis financiera pronto. Situación en la que habría que experimentar con tipos de interés negativos, justo en un momento delicado para la economía.
Unos tipos de interés más bajos supondrán menores márgenes para el convaleciente sector bancario, al que cada vez le cuesta más conseguir un diferencial atractivo. Además, este recorte de tipos perjudicará a los ahorradores, e incitará a los bancos a otorgar préstamos todavía más baratos a las empresas que deseen invertir en el país. El lado positivo es que aliviará la deuda tanto de las empresas como de las familias.
El mercado, no obstante, ha celebrado está inyección de liquidez con grandes subidas, empezando por la depreciación de la libra con las principales monedas, llegando a perder casi un 2% con respecto al dólar.
La liquidez alegrará a los mercados, pero habrá que ver si finalmente tiene algún efecto en la economía real, porque el precio de pedir prestado ya es bajo. Por ello, cuesta creer que una rebaja del 0,25% incite a las empresas a invertir más de lo que tenían pensado, tuvieran en mente el Brexit o no.