En 2008, Finlandia era el modelo financiero a seguir para abordar la crisis financiera mundial. Sin embargo, ahora su economía se encuentra crónicamente deprimida, con un desempleo cada vez más alto.
Finlandia fue uno de los países europeos más críticos contra Grecia durante su crisis de deuda, emitiendo duras reprimendas al Gobierno Griego por no llevar a cabo reformas que reactivaran su economía. Parece que ahora les está costando aplicar su propia medicina, sin llegar a implementar las reformas de libre mercado necesarias para reactivar su economía. Su déficit público es más elevado que el de Italia, pese a ser uno de los países de la Unión Europea con impuestos más altos. El sexto de Europa con más IVA.
El Foro Económico Mundial anunció recientemente en una encuesta que Finlandia ha descendido del cuarto al octavo lugar en competitividad mundial. Su sistema de negociación salarial es el más centralizado de entre los 140 países encuestados. Para superar esto, es necesario aplicar un cambio profundo y rápido, argumenta el gobierno finlandés. De lo contrario podrían padecer una situación “similar al del sur de Europa” con débil crecimiento y bajo empleo, dijo Rehn.
En un momento en el que los vecinos del sur, endeudados y debilitados tras la crisis financiera, están recuperando su actividad lentamente, tras haber realizado una gran cantidad de reformas para mejorar la competitividad, Finlandia camina hacia el lado contrario, desde una situación económica extraordinaria hacia la contracción económica. El mismo ministro de Finanzas Alexander Stubb se refirió a Finlandia como el último “enfermo de Europa”. Su economía, ha decrecido continuamente desde el 2012, y según los datos de Eurostat, en los primeros tres trimestres de 2015 tuvo el peor comportamiento de la zona euro.
“Finlandia se ha convertido en una economía que se mantiene en déficit” y se encuentra de “10 a 15 por ciento por detrás de Suecia o Alemania en términos de competitividad”, argumento el ministro de Economía Olli Rehn en una entrevista este mes. «Por eso debemos hacer ajustes”.
La caída de las compras desde su vecina Rusia, el debilitamiento del sector papelero local y el conocido declive de su empresa emblema en el negocio de electrónica, Nokia, han dirigido una de las economías más fuertes de Europa Occidental desde la cima del crecimiento hacia los puestos más rezagados.
Según apunta Helge Pedersen, economista jefa de Nordea, el banco más grande de Escandinavia, Finlandia es “uno de los países con el peor desempeño de la zona euro” debido principalmente al envejecimiento de su población y a una postura particularmente dura respecto de la inmigración.
Pese a todo, Finlandia está lejos de vivir la situación que vivieron los países de la periferia europea y no llegarán a necesitar rescates internacionales. De momento, las medidas propuestas por el primer ministro Juha Sipila son mucho más suaves de las que toco vivir en el sur de Europa. Niku Maattanen, del Instituto de Investigación de la Economía Finlandesa destaca que el problema de Finlandia es el decrecimiento de la productividad, mientras que en Portugal, España y Grecia la crisis financiera se vio agudizada por haber tenido un crecimiento impulsado por la deuda.
Finlandia además, es de los pocos países de la zona euro que sigue manteniendo una calificación crediticia de AAA en Moody’s y Fitch. Sin embargo, Standard Poor’s le bajó la calificación del máximo grado en octubre de 2014.