Los bienes semimovientes son, en el campo jurídico, aquella parte del patrimonio del sujeto del derecho o componente del mismo que es capaz de moverse por sí solo.
En general, el derecho suele usar este término para aquellos elementos de producción y trabajo que son móviles por sí mismos, como son los animales. En este sentido, los animales se consideran tales por ser una herramienta de producción, ya sea directa, por ejemplo, que proporcione mercancía y alimentos para la venta; o elementos de trabajo, por ejemplo, cualquier ejemplar que mueva una máquina o molino.
Actualmente el código civil señala que los bienes semimovientes son todos aquellos que se encuentren en una propiedad en libertad y que tengan autonomía, es decir, con capacidad para desplazarse libremente por dicha propiedad.
En el caso de la compraventa de ganado, el activo y la mercancía son los propios bienes semimovientes, es decir los animales. Sin embargo en el ámbito estricto del término estos están sujetos a un bien inmueble, como pueda ser un terreno, una herramienta y similar.
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Diferencia con otros bienes
Los bienes semovimientes difieren de otros tipos en la capacidad autónoma de movimiento. Así, los activos movibles son aquellos que puedes modificar su posición en la empresa y convertirse en otro estado, y es aquí donde el derecho da una especial relación a estos bienes, por contener elementos de carácter circulante.
Un caso especial son los bienes raíces, que están íntimamente relacionados con los bienes semimovientes, ya que los primeros suelen ser la base de los segundo. Por ejemplo, un terrero donde pasten ovejas que produzcan leche para luego comercializar.
Los activos fijos, por su parte, aunque sí que se pueden mover, suelen mantener una posición fija en la empresa a largo plazo. Pueden moverse físicamente por la mano del hombre, como un ordenador o un coche. Sin embargo, activos como los edificios y las construcciones son físicamente imposible de cambiar de lugar.