Crisis Caipirinha
La crisis Caipirinha fue la crisis surgida en Brasil a finales de 1999. Una crisis generada como una consecuencia de la fuga de capitales en masa y la posterior devaluación del real brasileño.
Para entender la crisis en Brasil de los años 80 y 90, hay que poner de manifiesto los cambios surgidos en estas dos décadas. Por una parte, la introducción y cambios de diversas monedas, muy seguidas entre sí, que creó desconfianza entre los agentes internacionales. Todo ello, por el hecho de que se sustituyó el cruzeiro por el cruzado y finalmente por el real, que llega hasta nuestros días.
La motivación de la introducción de las nuevas monedas venía dada por la fuerte inflación y devaluación de la divisa a lo largo de los años.
Sin embargo, la crisis caipirinha, llamada así por ser la bebida nacional de Brasil, se originó al rebufo de otras surgidas antes y de igual transcendencia para el país sudamericano. Por una parte, la fuga de capitales en México, que había llevado a la crisis Tequila. Y por otro el descenso de los precios de los países emergentes, que había ocasionado fuertes déficits públicos en aquellos países cuya economía era mantenida a base de ventas en el exterior de materias primas, como Rusia.
Antecedentes históricos
En el caso de Brasil, llegaron multitud de inversores procedentes de Rusia y países del entorno. Todo ello, sumado a una coyuntura que mostraba un país que comenzaba a crecer, a abrirse al mundo después de una dictadura y de numerosos cambios y reformas económicas internas. Esto hizo subir considerablemente la inflación.
Además, diversos ataques especulativos llevaron al gobierno a necesitar la ayuda del FMI. Debiendo participar con un crédito de 40.000 millones de dólares que, unido a la imposibilidad de mantener al real brasileño dentro de las bandas de cotización óptimas, derivaron en una fuerte devaluación del rublo del 10%.
Después de esta decisión, los inversores y especuladores retiraron en masa capital extranjero. Todo ello, sumiendo al país en una balanza deficitaria, con un mayor déficit público y fuertes desequilibrios. Por tanto, necesitando nuevamente una ayuda del FMI.
Con todo ello, Brasil fue capaz de reordenar su sistema económico y crecer a tasas altas que llegan hasta nuestros días.