La deuda corporativa es aquel monto de dinero que han pedido prestado las empresas.
Es decir, la deuda corporativa es el dinero que las empresas piden prestado. Dinero que pueden conseguir a través de bancos, de la bolsa de valores o inversores de banca privada, entre otros.
Aunque pudiera parecer lo mismo que deuda privada, no lo es. La deuda corporativa es una parte de la deuda privada, ya que existen otros agentes económicos que la integran. Por ejemplo, los hogares y las instituciones sin fines de lucro. Al mismo tiempo, también puede formar parte de la deuda pública, ya que existen empresas que están participadas por el Gobierno.
Tampoco debe confundirse con bono corporativo. Un bono es un tipo de instrumento, pero dentro de la deuda corporativa se incluyen otros instrumentos diferentes como las letras, los pagarés o las obligaciones.
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Tipos de deuda corporativa
Dentro de la deuda corporativa podemos seguir ramificando, ya que dependiendo del tamaño de la sociedad o del sector al que pertenece podría tener unas características u otras.
Habitualmente, cuando se hace mención al concepto, se hace referencia a la deuda de empresas que se encuentran cotizando. Sin embargo, su definición es mucho más amplia y en ella entran empresas que no necesariamente son cotizadas.
En este sentido, como vemos, existen muchas clasificaciones posibles:
- Según el sector
- Si cotiza o no en bolsa
- Dependiendo del tamaño de la empresa
- Calificación crediticia
- Calidad crediticia
- Riesgo
- Tipo de instrumento
- Por la naturaleza del emisor
- En función del cupón que pagan
- Tipos de amortización
- Tipos de interés
- Plazo de vencimiento
Como vemos existen muchas posibles clasificaciones diferentes, cada una de las cuales puede dar mucho de sí. No podríamos indicar que una de ellas es más importante que las demás, ya que eso dependerá del contexto en que se esté trabajando. Ahora bien, habiendo aclarado esto, la calidad crediticia y el riesgo son aspectos que podrían sobresalir sobre los demás. Esto es, la capacidad de la empresa de hacer frente a los pagos en tiempo y en forma. O, dicho de otro modo, la capacidad de la empresa de devolver la deuda. Un detalle, el de la calidad crediticia, que no deberíamos confundir con calificación crediticia.
La calificación crediticia o rating es la nota que las agencias ponen a la deuda. A menor riesgo, mejor nota. Y al revés, a mayor riesgo, peor nota. Dicho esto, se supone que rating y calidad crediticia o riesgo deben coincidir, pero la realidad ha demostrado que no es necesariamente así. De ahí que el inversor deba prestar atención a esto a la hora de invertir.
Deuda estatal y corporativa
La deuda corporativa, a priori, tiene mayor riesgo que la deuda estatal. [Nótese que aquí diferenciamos deuda corporativa de deuda del gobierno, a sabiendas de que una parte de la deuda corporativa podría ser pública y, por ende, a cargo del gobierno]. Que la deuda corporativa tenga mayor riesgo que la estatal, ‘justifica’ que los cupones pagados por la deuda estatal sean más bajos que los de la deuda corporativa. Ya que si el riesgo de impago en la deuda gubernamental es menor, se justifica un cupón menor.
Sin embargo, en honor a la verdad, esto no siempre es así. Los países, por su condición de nación, tienen más difícil caer en la bancarrota. Pero, con todo, esto no indica que sus cuentas estén más saneadas. Hay empresas mucho más saneadas financieramente que algunos países y aún así obtienen financiación a un tipo más caro que los gobiernos.
Es importante tener en cuenta esto a la hora de analizar, estudiar o invertir en deuda corporativa y/o estatal.