Socio estratégico
El socio estratégico es la persona u organización que une sus fuerzas con otra para alcanzar unas metas concretas. Para ello, no solo se reparten las ganancias, sino que también comparten riesgos.
En lo relativo al trabajo, los socios estratégicos deberán trabajar de manera cooperativa. De este modo, es posible beneficiarse de la información que poseen, poner recursos en común y complementar las habilidades que poseen. Se trata, por tanto, de una relación enfocada a largo plazo.
Esta relación está orientada a la consecución de unos objetivos determinados. Si los objetivos se logran, existen dos posibilidades: poner fin a la relación o renovar la asociación si se considera que puede ser beneficiosa.
¿Cómo trabajan los socios estratégicos?
Los socios estratégicos deben marcarse unos objetivos específicos y diseñar una estrategia conjunta que les permita conseguir las metas establecidas.
Como parte de la labor de planificación, los socios no solo deben establecer una serie de objetivos. También deben poner los medios necesarios para lograr las metas planificadas.
Así, cada socio realizará unas aportaciones distintas. Habrá quien contribuya con capital, otros con información, tecnología o habilidades técnicas. En cualquier caso, será fundamental que en esta relación queden claramente definidos los derechos y obligaciones de cada uno de los socios.
Ahora bien, trabajar con socios estratégicos no solo conlleva compartir las ganancias. Al operar de forma conjunta, las personas o entidades deben afrontar los riesgos conjuntamente. Por ello, para una relación fructífera, será necesaria una buena comunicación entre los socios, el respeto a las ideas del socio y la capacidad para hacerse cargo de los problemas económicos y legales que pueda implicar la unión.
Los socios estratégicos no tienen por qué ser empresas del mismo sector. Sí que es cierto que suelen ser empresas o personas que operan en un mismo mercado, pero que no llegan a entablar una competencia directa.
Claves para conseguir una buena alianza estratégica
Resulta crucial que en una alianza estratégica los socios se complementen. No se considera una alianza estratégica una situación en la que uno de los partícipes pretende mejorar su imagen a costa del otro socio o trata de sacar partido de la cartera de clientes de la otra organización.
Por tanto, una asociación estratégica, tiene que ser una simbiosis, una relación que busque el beneficio mutuo y que se construya con vocación de ser duradera.
Se ha comprobado que las alianzas más exitosas y estables a largo plazo son aquellas en las que toman parte no más de dos o tres socios. No se trata de establecer alianzas con numerosos socios, sino de llevar a cabo asociaciones con socios fiables y comprometidos con los objetivos.
¿Cómo encontrar un socio estratégico?
Una alianza estratégica busca ofrecer productos y servicios de calidad e implica que los socios tengan una serie de valores e ideas comunes. De ahí que sea tan complejo como importante dar con un socio confiable.
Por tanto, a la hora de forjar una alianza con un socio estratégico son fundamentales los siguientes aspectos:
- Buscar una persona u organización complementaria.
- Blindar las relaciones relevantes.
- Que el socio estratégico comparta con nosotros unos valores fundamentales.
- Conocer las características del socio.
- Formalizar la relación mediante un contrato.
¿Qué beneficios puede suponer un socio estratégico?
Al unir sus fuerzas dos personas o entidades, ambas disponen de mayores recursos. Más información, mayor dotación de recursos económicos, plantillas más potentes, mayor dotación técnica, etc. Todo ello posibilitará alcanzar un crecimiento mucho más rápido.
Al tratarse de una relación de complementariedad, una organización proporciona a la otra aquello en lo que presenta carencias. Por tanto, encontramos que se reducen o eliminan los puntos débiles gracias al establecimiento de una alianza estratégica.
El trabajo conjunto permite progresar con mayor rapidez. Así, cooperando, las empresas u organizaciones aliadas alcanzarán con mayor facilidad los objetivos establecidos.
Una alianza estratégica no tiene por qué ser permanente. Las partes pueden negociar la duración de la misma y pueden decidir si concluir la relación al lograr los objetivos o prolongarla en el tiempo.