El liderazgo transaccional es un estilo de dirección que utiliza mecanismos de incentivos y/o sanciones para estimular el buen desempeño en la organización.
Es cierto que aprender a liderar no es tarea fácil, ya que una de las cosas más importantes para alcanzar un liderazgo empresarial, es tener experiencia. Por lo tanto, quienes se inician en la dirección de personas y empresas, a menudo utilizan los recursos que tienen a su alcance para conseguir las metas que la compañía espera de ellos y uno de esos recursos son los incentivos, o en el peor de los casos, las sanciones.
Liderar bajo incentivos
Estos incentivos son distintos de los que la organización tiene como institución, ya que en este caso es situacional. El líder seleccionará un mecanismo adecuado que sirva para lo que desea conseguir en ese momento.
Por ejemplo, si en vísperas de una festividad importante es necesario cerrar el año financiero y hacer la ejecución de todos los recursos con el tiempo en contra, una acción transaccional puede ser pedir a los trabajadores quedarse por sobre el horario y a cambio dar un día libre posterior a esta festividad, de manera de aumentar la cantidad de días libres y poder disfrutar en familia, con el objetivo de sanear con esta acción una mala planificación financiera.
Liderar bajo el castigo
Por otra parte, si ejecutar los recursos presupuestados son una meta y al llegar a la fecha en que esto debía ocurrir aún hay saldos sin ejecutar, una opción podría ser penalizar a la organización por no haber gastado esos recursos oportunamente. Descontando así, parte de su sueldo o no entregando el tradicional bono de fin de año. La idea es que los trabajadores se anticipen a esto ejecutando todo el presupuesto, llegando a fin de año tranquilos y sin miedo de no contar con dinero que habitualmente tienen.
Generalmente un líder de este tipo ocupa uno u otro estilo. Es decir, tiene inclinación por los incentivos, o por el castigo, pero no hace combinación de ambos.
¿Es bueno utilizar este estilo de liderazgo?
Juzgar es difícil, pero sí puede afirmarse que una buena planificación y control de la gestión permitirá evitar acciones de castigo a los empleados, sobre todo si su trabajo es guiado por el líder. Es decir, una mala gestión de la organización dependerá en gran medida de la capacidad profesional que ese gerente tenga para mirar estratégicamente y anticiparse a los problemas, por lo que los castigos son completamente innecesarios.
Por otra parte, aquellos incentivos situacionales; como días libres, horas libres, fiestas de empresas, convivencias y regalos, son útiles en la medida que se dispongan recursos para ello. Pero si por alguna circunstancia la compañía cae en crisis y el equipo de personas no es suficiente para dar abasto con todo el trabajo y menos existen recursos para destinar a incentivos, entonces el líder deberá activar otras capacidades de influencia sobre las personas, que no necesariamente recaigan en algo material; como formar gratos ambientes, trabajar con ellos, guiarlos, animarlos, enseñarles nuevas herramientas, felicitarlos, etc.
A decir verdad, el liderazgo transaccional se mantiene mientras exista aquel estímulo de incentivo o castigo, pero desaparecerá inmediatamente en su ausencia, por lo que de forma paralela es necesario formar otras habilidades que permitan dirigir adecuadamente la organización.
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