¿Por qué la bolsa suele subir a final de año? ¿Habrá Rally de Navidad este año?

Revisado por Andrés Sevilla Arias el 1 diciembre 2025

Estamos en noviembre y, como suele ser habitual, muchos inversores empiezan a mirar el calendario con otros ojos. 

Se acerca el final del año y, en el mundo de las finanzas, esto significa mucho más que fiestas y reuniones familiares. 

Históricamente, los meses de diciembre y enero han sido protagonistas de movimientos muy interesantes en los mercados bursátiles,y eso sé que te gusta, y mucho.

Probablemente hayas oído alguna vez que la bolsa tiene sus propias estaciones. No gira alrededor del Sol, pero el ser humano a veces es bastante predecible. 

De hecho, hay meses que, por norma general, suelen ser tranquilos y otros que suelen traernos muchas, pero que muchas alegrías. 

No es que sea astrología ni nada de eso, pero sí que es verdad que hay una serie de patrones que se han repetido con tanta frecuencia a lo largo de las décadas que merece la pena prestarles atención. 

Hoy vamos a desgranar qué ocurre exactamente en la recta final del año y, lo más importante, por qué sucede.

Si tienes dudas de si el mercado se va a ir a la verga o no estas navidades, léete esto antes.

¿Listo?

Pues venga, ¡Vamos al lío!

¿Por qué ocurre el famoso «Rally de Navidad»?

El primer fenómeno del que tenemos que hablar es el conocido como «Santa Claus Rally» o Rally de Navidad. 

Aunque a veces se usa este término para hablar de todo el mes de diciembre, los analistas más puristas se refieren a un periodo muy concreto.

Oficialmente, el Rally de Navidad abarca:

  • Las últimas cinco sesiones bursátiles del año.
  • Las dos primeras del año nuevo. 

Es decir, estamos hablando de esa semana extraña entre Navidad y Reyes donde parece que el mundo se para, pero la bolsa sigue funcionando.

¿Y qué es lo que suele pasar? Datos históricos del S&P 500

Históricamente la bolsa tiende a subir. 

Según datos históricos de Estados Unidos, que es el mercado que suele marcar el ritmo global, el índice S&P 500 ha subido en este periodo concreto casi un 80% de las veces desde hace décadas.

No estamos hablando de unas subidas gigantescas, pero sí de una rentabilidad media que te dará unas cuantas alegrías. 

Lo curioso de este fenómeno es su consistencia. A lo largo de las décadas, guerras, crisis de petróleo o recesiones económicas no siempre han logrado frenar a este pequeño Papá Noel financiero. Pero la gran pregunta es: ¿por qué ocurre esto justo cuando casi nadie está trabajando?

Las razones detrás del optimismo navideño

Hay varias teorías que explican este movimiento y la mayoría tienen que ver con la psicología humana y el funcionamiento interno de los grandes fondos de inversión. 

Vamos a verlas una por una.

Optimismo estacional

El primer motivo es el puro optimismo estacional. 

Las fiestas navideñas suelen contagiar un sentimiento positivo. La gente recibe regalos, pagas extras o bonos de empresa, y ese dinero extra a menudo busca un lugar donde rentabilizarse. El consumo aumenta y se respira un ambiente de «buena voluntad» que también llega a los parqués bursátiles.

Menos volumen en el mercado

Otra razón muy importante es la ausencia de los grandes tiburones. 

En la semana entre Navidad y Año Nuevo, muchos gestores de grandes fondos, bancos de inversión y especuladores profesionales están de vacaciones. Se van a esquiar o a descansar con sus familias y dejan las pantallas de cotización apagadas.

Yo cuando pienso esto, me imagino a los gestores de fondos y tal así:

Pero bueno, al final esto hace que el volumen de negociación, es decir, la cantidad de dinero que se mueve cada día, sea mucho más bajo de lo normal. 

Al haber menos vendedores profesionales «cortando el rollo» o apostando a la baja, a los pequeños inversores les resulta más fácil empujar los precios hacia arriba.

Factores fiscales de cierre de año

Y por último, no podemos olvidar el tema fiscal. 

A finales de año, mucha gente ya ha hecho sus deberes con Hacienda y ya no tienen presión por vender acciones para declarar pérdidas. 

Si se ha acabado la presión vendedora, lo natural es que el mercado tienda a subir con las pocas compras que entren.

El Efecto Enero: El turno de las pequeñas

Si el Rally de Navidad cierra el año, el Efecto Enero es el encargado de abrirlo. 

Este es otro de los patrones estacionales más famosos y, aunque ha perdido algo de fuerza en los últimos años por ser tan conocido, sigue siendo muy relevante.

El Efecto Enero dice que, durante el primer mes del año, las acciones tienden a subir más de lo habitual. 

Pero aquí hay un matiz muy importante: no suben todas por igual.

El resurgir de la small caps

Las que mejor suelen comportarse en enero son las empresas pequeñas, las llamadas «small caps».

Históricamente, se ha observado que las empresas de pequeña capitalización superan en rentabilidad a las grandes durante este mes. 

Es como si el mercado quisiera dar una segunda oportunidad a los patitos feos de la bolsa para empezar el año con buen pie.

Para entender por qué pasa esto, tenemos que mirar de nuevo qué ocurrió justo antes, en noviembre y diciembre, pues todo en la bolsa es una cadena de causa y efecto, y enero es la consecuencia directa de la «limpieza» que se hace a finales de año.

El efecto fiscal de compensar las pérdidas

Uno de los conceptos más importantes para entender la bolsa de fin de año es el de tax-loss harvesting. 

Suena complicado, pero es una estrategia muy sencilla que usan casi todos los inversores.

Para entenderla, imagina que has ganado dinero vendiendo unas acciones de una empresa tecnológica que subió mucho. Sabes que tendrás que pagar impuestos por esa ganancia. Pero, por otro lado, tienes unas acciones de una empresa de energía que van fatal y con las que estás perdiendo dinero.

¿Qué haces? Pues antes de que acabe el año, vendes las acciones de energía asumiendo la pérdida. De esta forma, esa pérdida compensa la ganancia de la tecnológica. Al final, el beneficio neto total baja y, por tanto, pagas menos impuestos a Hacienda. Es una jugada totalmente legal y muy común.

Esta práctica provoca que, en noviembre y diciembre, haya mucha gente vendiendo acciones de empresas que han ido mal durante el año. Todo el mundo quiere deshacerse de los «perdedores» para bajar su factura fiscal. 

Pero, ¿qué pasa cuando llega enero? Pues que el año fiscal ha terminado. Ya no hay necesidad de vender para desgravar. La presión vendedora desaparece de golpe. Y no solo eso, muchos inversores ven que esas empresas están ahora muy baratas porque las vendieron por necesidad.

Así que, en enero, los inversores vuelven a comprar esas mismas acciones que ellos vendieron o que otros, al igual que ellos, hicieron. 

Ese dinero que vuelve a entrar hace que los precios reboten con fuerza, creando el famoso Efecto Enero. 

El maquillaje de carteras: Los profesionales también hacen trampas

Hay otro factor fascinante que explica el comportamiento de la bolsa en diciembre y que tiene un nombre muy curioso: el «Window Dressing» o maquillaje de carteras. 

Esto lo hacen los gestores de fondos de inversión profesionales.

Imagina que eres un gestor de fondos y tienes que enviar a tus clientes el informe anual con la lista de acciones que tienes en la cartera a 31 de diciembre. Como quieres parecer el jodido Warren Buffett moderno, quieres hacerles ver a tus clientes que tienes en tu poder las mejores acciones del año.

No quedaría muy bien si en tu informe aparece que tienes un montón de acciones de una empresa que ha caído un 50%, por ejemplo. Como que no queda muy bien ¿verdad?

Por tanto, ¿qué hacen muchos gestores en los últimos días de diciembre?

Venden las acciones que han tenido un mal comportamiento para que no aparezcan en la foto final del año, y al mismo tiempo compran las acciones que mejor han ido durante el año.

De esta forma, cuando el cliente recibe la carta con las inversiones del fondo, ve nombres de empresas que lo están petando y piensa: «¡Qué bien, mi gestor tiene empresazas en cartera! Esto marcha». Aunque la realidad sea que las acaba de comprar hace dos días solo para mandarte un informe que no vale ni para envolver la comida del perro.

Este «maquillaje» provoca dos cosas en diciembre: primero, que las empresas que mejor lo estaban haciendo suban aún más porque los fondos las compran para enseñarlas. Y segundo, que las empresas perdedoras bajen aún más porque los fondos se las quitan de encima.

Esto refuerza todo lo que hemos hablado antes. Crea una exageración de precios a finales de año que, inevitablemente, tiende a corregirse cuando empieza enero.

El factor psicológico: Año nuevo, vida nueva

No podemos ignorar que detrás de cada orden de compra o venta hay una persona (o un algoritmo, que hoy en día ya nunca se sabe). Y los humanos somos seres de costumbres y de ciclos. El cambio de año tiene un poder psicológico enorme sobre nosotros.

En enero, todos hacemos propósitos de año nuevo. Que si nos apuntamos al gimnasio, decidimos comer mejor, ser mejores personas, y bla bla bla. Pero mucho ojito, también decidimos poner en orden nuestras finanzas. 

Es el mes en el que mucha gente decide empezar a ahorrar o invertir ese dinero que tenía parado.

Ese flujo de dinero nuevo que entra en el sistema por parte de los pequeños ahorradores ayuda a empujar los precios hacia arriba. Es dinero fresco que busca rentabilidad.

Además, los inversores suelen empezar el año con la batería de riesgo cargada. 

Después de descansar en vacaciones y cerrar el año anterior, la mente tiende a ser más positiva y a tolerar mejor el riesgo en las primeras semanas de enero, por lo que suele meterse en renta variable. 

Se ve que después de ponernos unos calzoncillos rojos y comernos 12 uvas estamos más dispuestos a comprar y a probar suerte. Las cosas de la vida…

¿Funciona siempre? 

Pero bueno, llegados a este punto, como analista tengo que ponerte un poco los pies en la tierra. 

Todo esto que te he contado está muy bien, pero son promedios históricos, estadísticas y patrones de comportamiento. Y en la bolsa, como en la vida, no existen garantías de nada.

Que el Rally de Navidad o el Efecto Enero hayan ocurrido muchas veces no significa que vayan a ocurrir este año. Ha habido diciembres desastrosos y eneros donde la bolsa se ha desplomado. 

También hay que tener en cuenta que, como estos fenómenos son tan conocidos, cada vez hay más inversores que intentan adelantarse a ellos. Si todo el mundo compra en noviembre esperando que suba en diciembre, la subida se adelanta y quizás en diciembre ya no quede fuerza. 

El año 2018 es un buen ejemplo para recordar. Tuvimos un diciembre terrible, uno de los peores de la historia reciente, rompiendo por completo el esquema del Rally de Navidad. 

Quien compró esperando el regalo de Papá Noel se encontró con carbón cuando llegaron los Reyes Magos.

¿Y este año habrá Rally?

Actualmente, por lo que se puede ver, nos hemos llevado un buen susto en los últimos días, pero parece ser que se está recuperando de una manera bastante sana, por lo que tiene pinta de que es probable que este año también tengamos un pequeño rally

Por tanto, ¿qué hacemos entonces con todo esto? 

Pues simplemente usarlo para que, si pasa, entiendas mejor el porqué. 

Si ves que a finales de año hay movimientos bruscos en ciertas acciones, ahora sabrás que quizás no se debe a que la empresa vaya mal o bien, sino a que los fondos están haciendo de las suyas, o que la gente está ajustando sus carteras para compensar los impuestos.

Cómo interpretar estos patrones si eres inversor a largo plazo

Y si eres un inversor a largo plazo, que es lo mejor que puedes hacer para reducir la incertidumbre, estos movimientos de dos meses no deberían preocuparte en absoluto.

En tu estrategia, los pequeños movimientos son una gota en el océano.

Pero bueno, cuando brindes en Nochevieja, recuerda que en los mercados financieros es muy probable que también se esté celebrando una fiesta particular, aunque nunca está de más mirar bien antes de destapar el champagne.

Espero que te haya gustado.

Un abrazote, y buena inversión.

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