La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha aumentado por primera vez en casi una década los tipos de interés, hasta una horquilla entre el 0,25 y el 0,5% , queriendo poner punto final así a la crisis financiera de los últimos años. Así, y con el objeto de regular la política monetaria norteamericana, actualmente muy próxima al pleno empleo y con una inflación controlada -variables en las que se basa para determinar la política monetaria- abre paso a un nuevo ciclo económico. La era de los tipos en mínimos históricos ha llegado a su fin.
El incremento de los tipos de interés repercutirá en un amplio abanico de sectores y economías a lo largo y ancho del planeta.
No obstante, Janet Yellen asegura que los tipos aumentarán de forma gradual, dependiendo de la trayectoria que experimente el nuevo ciclo económico, comenzando -según estiman los analistas- con un 0,25% para llegar a finales del año próximo al 1%. Sin embargo, muchos opinan que durante 2016 «se esperan dos o tres subidas de tipos de referencia, con lo que acabarían el año en el entorno del 1% o 1,25%».
Impactos a nivel mundial
Alexandre Muns, profesor de la EAE Business School, pone de manifiesto que “si es una subida lenta y gradual no debería tener un gran impacto en el mundo; aún así se revalorizarán los activos en dólares y es posible que los países emergentes con una mala situación macroeconómica sufran por la salida del capital extranjero”. En cuanto a la Unión Europea, el cambio debería ser “positivo” porque la apreciación del dólar “favorecerá a las exportadores europeos y contribuirá a la recuperación”.
En el caso de China, que posee grandes cantidades de deuda pública estadounidense, el aumento de tipos le beneficia porque los bonos se revalorizan. Por otro lado, «implica una subida del consumo y probablemente de sus exportaciones a Estados Unidos», analiza Ángela García, economista de la Universidad de Harvard.
En definitiva, la recuperación de la economía norteamericana es una buena noticia para la zona euro, pero hay que tomarla «con mucha cautela», según la economista. “La recuperación no está basada en cambios estructurales fundamentales o del modelo económico; muchos de los problemas se mantienen y sigue sin saberse de dónde va a venir el crecimiento tanto en Estados Unidos como en Europa”.
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