El año 2020 posiblemente pasará a la historia como uno de los más atípicos para la economía mundial.
En un contexto de pandemia global, las personas buscan múltiples formas de mantener su actividad económica a la vez que adoptan diversas medidas para frenar la expansión del COVID-19. Ha sido, sin duda, un año en el que la capacidad creativa del hombre ha sido puesta a prueba. Y la economía, cuyo objeto de estudio es el comportamiento humano, no podía ser indiferente a estos cambios. En este artículo analizaremos cómo ha sido el impacto de este año tan peculiar sobre la economía mundial en cinco grandes hitos.
1. Incertidumbre
La economía mundial venía de un año 2019 marcado por una ralentización del crecimiento, llegando en algunos casos a registrar leves retrocesos en el producto interior bruto (PIB). Esta debilidad puede explicarse por diversos factores como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el agotamiento de las políticas de estímulo de los bancos centrales y el estancamiento del consumo y la inversión. No obstante, a pesar de todo ello el mundo afrontaba el inicio de 2020 con un relativo optimismo, como demostró el buen comportamiento de los mercados en enero.
Este leve repunte del crecimiento pronto se vio debilitado por las primeras noticias sobre la extensión del COVID-19 en Wuhan, que comenzaron a alimentar la incertidumbre entre los agentes económicos.
2. Hundimiento
Como todos sabemos, esta desconfianza pronto se convirtió en pánico y las bolsas de todo el mundo registraron caídas históricas, mientras los gobiernos confinaban a la población y restringían el funcionamiento normal de la economía. Ya conocemos las consecuencias: derrumbe del PIB, cierres masivos de empresas y destrucción de millones de puestos de trabajo.
La economía mundial sufría así un golpe histórico y desde entonces el COVID-19 ha protagonizado la agenda económica de los países, al quedar el tejido productivo ligado directamente a la evolución de la situación sanitaria.
3. Reactivación
La paralización de la economía impuesta por las medidas de cuarentena fue seguida de una reanudación gradual, si bien este proceso ha tenido lugar en momentos diferentes dependiendo de cada país. En cualquier caso, el factor que ha caracterizado a esta etapa es el intento de volver a poner en marcha las actividades económicas anteriores a la pandemia.
Sin lugar a dudas, el proceso de reactivación se ha visto desde un primer momento limitado por las medidas de los gobiernos, que en muchos casos sólo han permitido reaperturas parciales por sectores y dependiendo de la situación sanitaria. En más de un país, incluso, los repuntes en el número de contagios han obligado a dar marcha atrás en las medidas de distanciamiento social, dejando aún más lejos el objetivo de una reactivación económica plena.
Es difícil encontrar un patrón común más allá de la vuelta a las actividades económicas normales de la población, precisamente porque esta reanudación ha tenido lugar en grados diversos dependiendo del sector y lugar geográfico. El sector de la hostelería, por ejemplo, todavía se ve limitado por las autoridades sanitarias mientras que otras actividades como los servicios financieros ya pueden operar con normalidad en muchos países del mundo. A nivel geográfico también podemos observar profundas diferencias, con cuarentenas muy duras en España o Argentina (ambas líderes en caída del PIB) que contrastan con las medidas más respetuosas con la libertad individual como las aplicadas en Corea del Sur.
A nivel macroeconómico, la fase de reactivación ha estado marcada frecuentemente por un acusado repunte del PIB e incluso en algunos casos (como Estados Unidos) por la creación de millones de puestos de trabajo. Sin embargo, una lectura menos optimista nos podría indicar que al menos una parte de estos datos se debe a los planes de estímulo impulsados por los gobiernos, lo cual ha disparado el déficit público de las mayores economías del mundo y a largo plazo hace previsible un incremento histórico de la deuda.
4. Recuperación
Si bien en algunos medios de comunicación suelen confundirse recuperación y reactivación, lo cierto es que se trata de conceptos claramente diferenciados. Si la reactivación consiste en volver a poner en marcha las actividades económicas previas a la aparición del COVID-19, la recuperación se basa en que los sectores afectados sean capaces de crecer en la nueva coyuntura. Dicho de otra manera, se trata de encontrar una senda de crecimiento sostenible en el tiempo bajo los nuevos patrones de demanda, donde las preferencias y hábitos de los consumidores han cambiado de forma repentina y se prevé que sigan siendo diferentes al menos a medio plazo.
Podemos encontrar un ejemplo en el sector educativo privado, obligado en muchos casos a limitar la asistencia presencial de alumnos. En este caso la recuperación ha sido protagonizada por la impartición de clases online, lo cual también permite ampliar la cobertura geográfica de los servicios ofrecidos. De esta manera se está configurando un sector diferente al que conocíamos, de carácter mucho más globalizado, abierto a la competencia y con una oferta más amplia para los consumidores, además de estar mejorando su eficiencia a través de la reducción de costes operativos.
En resumen, el objetivo de este proceso es que la producción de las empresas sea capaz de adaptarse a los cambios experimentados por la demanda y así volver a ser viables a largo plazo. El problema es que estos trasvases de recursos obligan a mover factores de producción desde sectores sobredimensionados hacia otros con potencial de crecimiento. En el caso de los recursos financieros esta transición quizás sea más fácil, pero en otros mercados como el laboral un proceso de ajuste de semejante magnitud suele llevar mucho tiempo y podría condenar al desempleo a millones de personas en todo el mundo.
Como comentamos en artículos anteriores, la flexibilidad interna de las economías está resultando un factor esencial a la hora de mitigar el impacto de la pandemia. El motivo es que si bien las economías más libres pueden incluso sufrir más destrucción de empleo en la fase inicial de cuarentena, también suelen crecer más rápidamente en cuanto comienza el periodo de recuperación. Un ejemplo es Corea del Sur, cuyo PIB tiene una previsión de caída de apenas el 0,1% para este año según su banco central (Bank of Korea, 24 de noviembre de 2020).
La economía mundial parece transitar por una especie de «montaña rusa», con un año 2020 marcado por fuertes caídas, recuperaciones y nuevas marchas hacia atrás
5. Euforia
En los últimos dos meses del año 2020 se llegaron a vivir jornadas de auténtica euforia bursátil a raíz de diversos anuncios acerca de la aparición de vacunas contra el COVID-19. La razón es que muchos agentes económicos prevén que las campañas de vacunación masiva podrían llevar los patrones y niveles de demanda de los consumidores a la situación anterior a la pandemia, al menos parcialmente. Si esto fuera así se podría frenar la destrucción del tejido productivo y las empresas recuperarían su antigua actividad, evitando así el difícil proceso de ajuste que mencionábamos.
No obstante, es necesario señalar que la evolución favorable de las bolsas solamente indica la existencia de expectativas favorables, no que éstas necesariamente se estén cumpliendo. No sería la primera vez que se genera un optimismo poco fundamentado seguido de fuertes correcciones cuando aparecen señales adversas. En este sentido, la historia económica nos enseña que con mucha frecuencia los mercados financieros tienden a sobrerreaccionar ante noticias que puedan ser potencialmente positivas o negativas para la economía.
Por otra parte, también hay que tener en cuenta que en muchos países del mundo la evolución de las bolsas mantiene una fuerte tendencia positiva a la vez que la actividad económica se vuelve a contraer como consecuencia de una tercera ola de expansión del virus. Lo cierto es que se trata de una cuestión difícil de prever, dado de por un lado en el periodo navideño el consumo suele experimentar un fuerte repunte y por otro el aumento de los contagios da lugar a nuevas restricciones a la movilidad. Por este motivo quizás la prueba más fiable de la recuperación real de la economía tendrá lugar en enero, cuando se conozcan los datos de empleo y PIB del último trimestre del año y podamos valorar cuál de los dos factores ha acabado por prevalecer.
Si bien observamos cinco grandes etapas, la pandemia ha tenido un impacto tan dispar sobre la economía que dos personas que viven en la misma ciudad pueden estar atravesando una diferente
Todo ello puede transmitir la sensación de que la economía mundial transita por una especie de «montaña rusa», con fuertes caídas, recuperaciones y nuevas marchas hacia atrás. Una realidad imprevisible a la que no estábamos acostumbrados, donde variables de carácter sanitario como el número de contagios o la ocupación hospitalaria pueden ser tan relevantes para la economía como la evolución de la balanza comercial o los últimos datos del paro.
Conclusiones
En resumen, podemos decir que la evolución de la economía mundial a lo largo de 2020 ha estado marcada por la aparición y expansión del coronavirus, pero a partir de la primera ola de contagios ha ido divergiendo hasta llegar a realidades completamente diferentes incluso dentro de un mismo país. Por este motivo, si bien hemos señalado las cinco grandes etapas que hemos atravesado este año lo cierto es que el paso de una fase a otra ha tenido lugar en momentos diferentes dependiendo de factores tan complejos como las medidas de cada gobierno o la realidad de cada sector.
Es así como de una región a otra, e incluso entre empresas de una misma ciudad podemos encontrar situaciones tan dispares que van desde una paralización indefinida hasta una readaptación completa a la nueva coyuntura, pasando por limitaciones parciales de todo tipo. El mundo parece evolucionar así hacia una recuperación en forma de K, un escenario de ganadores y perdedores que presenta grandes desafíos para el nuevo año que comienza.
Sergio Zafra dice
Buenas;
Artículo de gran calidad y muy ilustrativo , pero tiene un pequeño gran error, muy "tonto" como para cometerlo ; poner el Covid en lugar de LA Covid, es una pena hacer eso cuando el artículo es más que recomendable para hacer una buena lectura de él.
Sergio Z
Federico J. Caballero Ferrari dice
Hola Sergio,
Me alegra saber que te ha gustado nuestro artículo.
Con respecto al género, simplemente nos limitamos a lo que indica la RAE, según la cual se aceptan tanto el artículo femenino como el masculino:
https://www.rae.es/noticia/crisis-del-covid-19-sobre-la-escritura-de-coronavirus
Un saludo,
Federico J. Caballero Ferrari