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Los nacionalismos acechan a la Unión Europea

Ventajas y desventajas de la unión europea
14 de octubre de 2019
18:14
  • Diccionario económico
Francisco Coll Morales
Lectura: 9 min

Desde el nacimiento de la Unión Europea, muchas han sido las ventajas de las que muchos países han ido beneficiándose. Sin embargo, la dura situación que atraviesa la economía y la política, sumado a un entorno donde surgen nuevos discursos nacionalistas y proteccionistas, amenazan el tratado comunitario de forma latente.

De acuerdo con la propia sede europea,  tras lo acontecido en la II Guerra Mundial, en busca de aportar una paz y un mayor estrechamiento de lazos entre los países que, a día de hoy, ocupan el territorio europeo; diferentes líderes, de distinta procedencia, ideología y estatus sociales, creyeron en un proyecto que, bajo la premisa de unión, paz y estabilidad, dotase a todos los países que hoy forman parte de esta comunidad de unos lazos que garantizasen, ya no solo las premisas, sino un escenario pacífico que no diese lugar a nuevos sucesos como lo ocurrido durante la guerra. Al igual que Bretton Woods, la Unión Europea quiso acabar con esos muros que, hasta entonces, habían mantenido los países, provocando una desunión de los pueblos.

Para no entrar en la historia completa de la Unión Europea, pues no es el fin del artículo; tras una serie de tratados, como puede ser el de Roma, por ejemplo, en 2013 –muy reciente a nuestros tiempos- se culmina la agregación definitiva de los estados miembros. Un agregado donde, con 28 integrantes, se establece lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Una Unión Europea que se comenzó a gestar en 1951, pero que, con motivo de las negociaciones y la consolidación del bloque geopolítico, no ha dejado de desarrollarse hasta nuestros días.

Una entidad geopolítica que ya integra a una buena parte a la totalidad de países situados en el continente europeo. A la vez de que muchos de los cuales, se sujetan al sistema monetario de la Unión Económica y Monetaria de la Unión Europea (UEM), basando su sistema en la moneda común. También atendiendo a los tratados de libre comercio, libre circulación de personas y relaciones bilaterales que, siendo objetivo de ello, se han ido logrando con la propia consolidación del bloque. Un bloque que, de la misma forma que nos restó autonomía para determinadas decisiones, nos aportó una serie de ventajas que, a día de hoy, permiten a un español viajar a Polonia sin necesidad de un pasaporte, así como realizar transacciones con la misma divisa.

Sin embargo, las continuas tensiones geopolíticas vividas en los últimos años, han puesto de manifiesto, devolviendo al debate público, el cuestionamiento acerca de si la Unión Europea es la solución definitiva para los países; así como los perjuicios y beneficios que conlleva pertenecer a la misma. Unos debates que han generado discrepancias diversas entre distintos líderes políticos, llevándonos a casos como los acontecidos en Inglaterra como el Brexit. Ante esto, podríamos decir que ese proyecto que un día ilusionó a ese grupo de personas anteriormente mencionado, hoy sufre la crispación de una serie de líderes que, bajo un discurso proteccionista, amenazan con la estabilidad de los tratados que, antaño —y con gran esfuerzo—, se lograron.

Una unión amenazada

Aunque la unión hace la fuerza, o así lo dice el dicho popular, la Unión Europea ha generado severas discrepancias para algunos países miembros. La falta de autonomía en determinadas situaciones ha provocado que países como Reino Unido o Italia hayan amenazado con salir de la propia unión. Amenazas que en el caso de Reino Unido han llegado a referéndums que, a esperas de una resolución, podrían acabar con una salida del país. Una posible salida que, obviamente, no es ventajosa para nadie, pero que, de acuerdo con la ciudadanía británica, es un deseo —y una necesidad— para el propio país.

Entre los aspectos más destacados, uno de los factores que más disputas ha generado, a la vez de cuestionar la pertenencia a la unión, ha sido la unión monetaria. Unión monetaria que, para diversos países miembros ha supuesto no solo una pérdida de poder adquisitivo por el mayor valor que supone el euro en su economía, sino que también la creación de una entidad central (banco central) desde el que se emiten las órdenes en materia de política monetaria y económica. Unas órdenes que no sientan bien en más de una sede parlamentaria, viéndose amenazadas por la falta de autonomía en la toma de decisiones.

La ausencia de poder para llevar a cabo estas políticas, o el simple hecho de manejar los niveles de deuda de forma completamente autónoma, ha llevado a que numerosos líderes políticos cuestionen la objetividad de la Unión Europea. Esto de cara a tener en cuenta todos y cada uno de los intereses de los países que integran el bloque político, así como las necesidades de cada país. Unas necesidades que en el caso de Italia, por poner un ejemplo, ha llevado a que líderes políticos se revelen contra la sede europea de Bruselas por no permitirles incrementar los niveles de deuda, o imponer sanciones por el incumplimiento de los Pactos de Estabilidad y Crecimiento (PEC).

Estos desequilibrios regionales han provocado que muchos países no pertenecientes a ese club de países ‘ricos’ que lideran la economía europea se hayan visto forzados a oponerse ante la actuación de estas entidades centrales, generando el debate de un posible referéndum para seguir los pasos de Reino Unido en sus territorios. Como todo, no todos los países pertenecientes poseen las mismas características, por lo que esa desigualdad económica, así como los efectos de contagio en los shocks económicos que se producen en el territorios europeos han provocado el resurgimiento de nuevos discursos nacionalistas y proteccionistas en los distintos territorios.

Esta pérdida de soberanía —la centralización— no ha sido la única causa de las tensiones que hoy florecen entre los países miembros. Como comentamos, otros factores como la aparición de una mayor competencia, así como la propia polarización del comercio, han provocado que muchos países aboguen por políticas proteccionistas que, bajo un equívoco estigma, acaben con esa competencia europea. Competencia que, de acuerdo con los discursos emitidos, está matando la industria nacional. Provocando así un peor resultado en las respectivas balanzas comerciales de aquellos países menos exportadores. Una situación que favorece la concentración de capital, así como el surgimiento de ese club de países ricos, que, por la situación de sus empresas y pertenecer al tratado de libre comercio, se hacen con el dominio del mercado en todo el territorio.

Las principales ventajas de una Europa unida

Pero no solo debemos destacar los factores que han provocado esas discrepancias de las que hablábamos entre los propios países miembros, pues son muchas las otras razones que incentivan el pertenecer a un bloque geopolítico como lo es la Unión Europea. Razones que van desde la propia liberalización del comercio y el desarrollo de la economía en mayor escala, hasta las propias ayudas que, desde la Unión Europea, se han llevado a cabo para el desarrollo económico y social de los países. Ayudas que han provocado la creación de numerosas infraestructuras, saneamiento de las economías y un menor riesgo ante posibles shocks o recesiones en determinadas economías.

Comercio más competitivo

Entre las ventajas a destacar, y como pilar fundamental, se encuentra la propia liberalización del mercado, generada por la unión de los países y los tratados de libre comercio entre los mismos. Tratados de libre comercio que no solo nos han llevado a obtener un mayor poder de negociación en el mercado global, sumado a una moneda más competente; sino que han provocado una mayor interconexión entre la propia oferta y la demanda de los diversos países miembros, reduciendo el coste para las empresas exportadoras y aumentando el flujo de transacciones entre los propios países.

Situación que, por otro lado, ha llevado a que miles de empresas puedan establecerse en distintos países del continente europeo, pudiendo establecer sedes y aprovechándose de unos menores costes directos, precedidos en primer lugar por el aprovechamiento de las economías de escala de las que se han beneficiado las empresas europeas. Un sistema que, bajo el pensamiento de grandes economistas en la historia, también favorece la competitividad y la mejora de las empresas, pues el libre mercado y la propia competencia existente ha llevado a una mejora en los procesos de las empresas, así como una mayor eficiencia y eficacia en la gestión empresarial.

Paliar los riesgos derivados de la corrupción

La liberalización del comercio, sujeto a una supresión de aduanas, barreras fronterizas, así como todas aquellas barreras de entrada que antes regían los límites de cada país, ha provocado la eliminación de grandes riesgos, muy latentes en nuestro pasado, como lo es la corrupción. En el caso de Latinoamérica, por ejemplo, las aduanas son un gran foco de corrupción, al tener que someterse a su aprobación para pasar la mercancía a los países de destino. En Europa, esto ha provocado que más empresas traten de mejorar sus procesos para abrirse a nuevos mercados en los que, antes de pertenecer a la propia Unión Europea, no tenían pensado establecerse; provocando, de forma indirecta, el crecimiento de las empresas.

A su vez, la legislación común generada por esta unión ha provocado que todos los países miembros se rijan bajo unas mismas reglas para llevar a cabo estas transacciones, provocando un escenario comercial objetivo e imparcial, en el que los países intercambian bienes y servicios, aprovechándose de la capacidad para hacerlo. Una situación que, de forma indirecta —y gracias a la libre circulación de personas—, ha llevado a los países a un mayor desarrollo social, cultural y personal. Un desarrollo generado por la capacidad de que los ciudadanos se muevan, sin barreras existentes, entre los distintos países de la Unión Europea, intercambiando culturas y enriqueciendo esa multiculturalidad que nos ha aportado la propia unión.

Ventajas en educación

Tampoco debemos olvidar las ventajas en materia de investigación y educación. Ventajas que han provocado que miles de estudiantes, todos los años, puedan moverse por toda la red universitaria que forman el conjunto de universidades europeas; favoreciendo la conexión de redes de investigación, el desarrollo de la ciencia, así como la mejora de los propios sistemas educativos en todas sus fases. Una situación a la que se es accesible únicamente cuando se pertenece a la Unión Europea, o, al menos con esa facilidad; ya que un ciudadano europeo puede residir en cualquier país que, deseándolo la persona en cuestión, sea miembro de la Unión Europea.

Opciones de cambio

En resumen, una balanza compuesta por ventajas y desventajas en las que, según la visión de cada país, renta más o menos la pertenencia. Sin embargo, en un escenario donde las tensiones siguen en aumento y la crispación con la Unión Europea es cada vez mayor, no está de más el destacar grandes ventajas que la Unión Europea ha aportado a nuestra sociedad. Unas ventajas que por la situación que atraviesa la economía y los discursos proteccionistas, se están viendo relegadas a un segundo plano; ensombreciendo a todas aquellas que, a día de hoy, nos permiten ser quien somos.

Aún queda mucho por mejorar, pero no podemos afirmar categóricamente que la Unión Europea es una amenaza, pues el propio origen de la misma fue la unión, la paz y la estabilidad de los países miembros. Unas premisas que, de acuerdo con la historia reciente, ha sido un completo éxito. Sin embargo, como comentaba, el desarrollo de la Unión es continuo y permanente; por lo que, gracias a un Parlamento Europeo donde hay una representación de todos los países miembros, la actitud debe ser la de negociar y mejorar unos tratados ya acordados, dejando como última opción una abrupta salida que pueda hacer peligrar la estabilidad de la paz comunitaria.

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