El Banco Mundial ha revisado a la baja sus previsiones sobre el precio del crudo y espera que cierre el año un 43% por debajo de 2014, lastrado por la ralentización global y el reingreso de Irán en el sector de las exportaciones tras el fin de las sanciones internacionales.
En muchos de los países exportadores de petróleo -los principales afectados por la situación-, la población sufre duros recortes en los presupuestos gubernamentales, la devaluación de su moneda y, en general, una coyuntura económica difícil; razones por las que han recurrido a sus reservas fiscales para consolidar sus presupuestos. Así, el FMI (Fondo Monetario Internacional) sugiere que tendrán que hacer esfuerzos para controlar el gasto, reformar los precios de la energía (la industria) y ampliar las fuentes de ingresos no relacionadas con el petróleo.
Uno de los aspectos que provoca este descenso de precios -del que la mayoría de los expertos opina que va a mantenerse en el futuro inmediato- es el reciente acuerdo nuclear de Irán con las grandes potencias, que permitirá que -en unos meses- el país pueda incrementar su producción de petróleo hasta alcanzar el nivel de 2011, antes de la imposición de las sanciones.
En el caso de Arabia Saudí, el declive del crudo ha llevado a las cuentas públicas del país a incurrir en su primer déficit desde 2009, en plena crisis financiera global. El segundo productor mundial de petróleo -sólo superado por Estados Unidos- hasta la fecha ha llevado a cabo acciones en diferentes frentes, limitando la salida de reservas, recortando el gasto público y vendiendo bonos pero -ante los actuales resultados del petróleo- el Gobierno saudí se plantea entre otras medidas el retraso de diferentes proyectos de inversión, como el de la construcción del metro de la capital del reino, Riad, en el que está involucrada la firma española de infraestructuras FCC.
Venezuela, Rusia y Nigeria
Estos tres países, en conjunto, han dejado de percibir 2.000 billones de dólares en ingresos por año; de hecho, para el analista Ian Bremmer, “Venezuela es el único país en el que el petróleo barato es un peligro directo para la estabilidad. Sus exportaciones de crudo representan más del 95% de su cambio de divisas e importa más del 70% de los bienes de consumo, incluidos alimentos, con lo que los bajos precios del petróleo pueden obligar a las autoridades a disminuir aún más las importaciones de artículos básicos”, lo cual nos hace reflexionar sobre la gravedad del asunto para Venezuela.
Mientras, en Rusia, “un periodo prolongado de precios bajos agudizaría los daños causados por las sanciones de Occidente, la falta de inversiones y el aislamiento político. El Kremlin ha advertido de que la pérdida prolongada de ingresos del petróleo puede desencadenar una crisis bancaria, aunque, por ahora, el Estado tiene recursos para respaldar a los principales prestamistas”, añade.
En cuanto a Nigeria, la mayor economía de África, los expertos apuntan que el presidente Goodluck Jonathan tiene difícil la reelección. “Los comicios suelen desatar la violencia, y la amenaza de los militantes de Boko Haram polariza a un país ya muy dividido. Su Gobierno ha reducido el gasto y ha subido los tipos de interés para reforzar una moneda debilitada, pero si el petróleo se mantiene barato, los problemas de Jonathan se agravarán y carecerá del dinero necesario para actuar”.
Los precios bajos han estimulado la economía asiática
Los analistas ponen de manifiesto que “ningún país sale ganando tanto del petróleo barato como China: para que los consumidores chinos compren más productos fabricados en su país, el presidente Xi Jinping está implantando unas reformas que van a frenar su economía. No obstante, los precios bajos del petróleo suavizarían el efecto de tales reformas”.
El petróleo barato también favorece la campaña de reformas económicas en Japón, al reducir los costes para consumidores y empresas justo cuando Shinzo Abe está tratando de ganar el apoyo popular. “Con más dinero en el bolsillo del consumidor, Abe podría rechazar las críticas de que sus políticas económicas enriquecen a los grandes exportadores e inversores”.
Con respecto a India e Indonesia, uno de los primeros retos a los que se enfrentan sus dirigentes -el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente indonesio, Joko Widodo- es la necesidad de equilibrar la hacienda pública reduciendo los subsidios al combustible. Así pues, “los bajos precios permitirán trasladar esa carga a los consumidores y las empresas porque podrán absorber el impacto económico”.
Irán marcará el paso en 2016
La AIE (Agencia Internacional de la Energía) prevé que la desaceleración de la demanda de petróleo se intensifique en 2016. En el plano de la oferta, la organización anticipa una caída en la producción de los Estados que no pertenecen a la OPEP -con Estados Unidos a la cabeza- que quedará compensada en parte por el repunte del crudo producido por los países miembros del cártel y, muy especialmente, de Irán. “El país persa marcará la diferencia en 2016”, decreta la AIE.
En este sentido, cabe recordar que a mediados de 2015, Estados Unidos se convirtió en el primer productor mundial de crudo gracias al empuje del petróleo obtenido por facturación hidráulica (fracking, en inglés), un método que permitió al gigante norteamericano satisfacer el 90% de sus necesidades energéticas.
“El auge de la industria petrolera estadounidense implica que ahora, además de Arabia Saudí, existe otro swing producer (un estado cuyas fluctuaciones productivas pueden afectar los equilibrios del mercado). Y esto mantendrá el crudo barato, con un beneficio para la economía global”, afirma Álvaro Mazarrasa, director de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP).
Sin embargo, el analista Piergiorgio M. Sandri agrega que “parece que ahora -en octubre de 2015- sí que los estadounidenses están empezando a tener dificultades. Su producción ha vuelto a los niveles de noviembre del año pasado y algunas petroleras han puesto sus planes de extracción en el congelador (el ejemplo del mar Ártico y de Alaska, juzgados pocos rentables, es significativo); de igual modo, los países del Golfo Pérsico verán su crecimiento bajar un 3,25% este año”.
La OPEP continuará con su misma estrategia de producción
El último encuentro de la OPEP se celebró el pasado 21 de octubre, donde Maduro -presidente de Venezuela- clamó por el aumento de precios del petróleo para paliar la más que tortuosa situación económica por la que atraviesa el país. No obstante, la reunión finalizó con los países exportadores manteniendo la misma política que han sostenido hasta ahora -la estrategia de costes bajos-, sin atisbos de reducir su producción de crudo. Los expertos aseguran que su capacidad de resistencia ha llegado al límite; por tanto, el interrogante que se abre es el siguiente: ¿hasta cuándo podrán soportarlo?