Con una caída del 3,3%, la economía de Corea del Sur resiste de forma singular a la crisis económica, que ha dado un golpe sin precedentes a las economías más grandes del mundo. ¿Cuál es su receta del éxito?
El pasado 2 de agosto la OCDE daba sus previsiones de crecimiento económico para las mayores economías del mundo junto a su evolución en el segundo trimestre del año. Como era de esperar, se ha confirmado que la recesión ya es un fenómeno global y afecta a todos los países, muchos de los cuales han sufrido la mayor caída del producto interior bruto (PIB) de su historia. No obstante, entre ellos destaca el caso de Corea del Sur, cuya economía ha sido una de las más resistentes a los efectos de la crisis.
A priori podríamos decir que el pequeño país asiático tenía todo en su contra: proximidad geográfica con China, una economía fuertemente dependiente de las exportaciones y un sistema de salud con menos financiación que sus homólogos en Europa o Estados Unidos. Sin embargo, una combinación sorprendentemente efectiva entre buena gestión sanitaria y flexibilidad económica ha cosechado un tremendo éxito a la hora de proteger la salud y la economía a la vez, dando un gran ejemplo al resto del mundo.
Los beneficios de actuar a tiempo
El éxito de Corea del Sur a la hora de limitar los daños de la pandemia sobre la economía obedece a varias razones. En primer lugar, la rapidez de las autoridades para decretar medidas de prevención y de distanciamiento social ha impedido que el ritmo de contagio se descontrolase. A su vez, eso permitió evitar el confinamiento total de la población, como ha ocurrido en la mayor parte del mundo.
Una vez estabilizada la expansión del virus, el gobierno surcoreano hizo una apuesta muy fuerte por el trabajo de los rastreadores y los test masivos a la población. Nuevamente, estas medidas han tenido tanto éxito que el país ha sido uno de los primeros del mundo en lograr contener la propagación del virus y aplanar la curva de contagios.
Todas estas medidas han sido posibles también gracias a la existencia de una amplia red de hospitales y a un aumento continuado de la inversión en salud. Contrariamente a lo que muchos sostienen, el peso del gasto sanitario privado (40% del total, superior a muchos países europeos) en Corea del Sur no ha causado problemas de servicios deficientes ni ha dejado a personas fuera del sistema.
La libertad, vacuna económica contra el virus
En este contexto el papel del empresario es esencial, ya que se dedica a emplear recursos ociosos para satisfacer las necesidades del mercado que él es capaz de identificar.
No obstante, también la economía surcoreana presenta una serie de características que la han hecho especialmente resistente a la pandemia. Entre ellas, sin duda, la más importante es su flexibilidad interna. Es decir la amplia movilidad de factores de producción que le permiten adaptarse con rapidez ante los cambios que pueda producir cualquier shock externo.
En artículos anteriores comentábamos que la flexibilidad de las economías iba a ser un factor esencial para minimizar el impacto de esta nueva crisis. El motivo es que una reducción brusca de la producción en un sector libera una gran cantidad de recursos materiales, humanos y financieros que pueden invertirse en otras actividades que se vean potenciadas por la nueva coyuntura. Esa es precisamente una de las funciones de los empresarios en una economía de mercado: identificar nuevas oportunidades de inversión para satisfacer las necesidades de las personas empleando recursos ociosos.
En segundo lugar también debemos mencionar la incidencia del ahorro, un factor que muchos analistas suelen menospreciar. Como todos sabemos, la prohibición de numerosas actividades ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de muchas empresas que se ven obligadas a mantener sus plantillas y pagar impuestos a pesar de no poder prestar servicios. Este fenómeno también ha golpeado de forma similar aunque a escala distinta a otros agentes del mercado, como los autónomos y las familias.
En este contexto adverso la apuesta mayoritaria ha sido la descapitalización, es decir el uso de ahorros previos para cubrir este desfase temporal entre ingresos y gastos. Por ese motivo en Corea del Sur, donde existe una cultura del ahorro muy consolidada, la economía ha demostrado una mayor capacidad de resistencia que en Europa o Estados Unidos. No es casualidad que los surcoreanos ahorren anualmente alrededor de un 36% de su PIB, y que ahora puedan afrontar sus gastos corrientes sin recurrir a cierres de empresas o a un endeudamiento exterior masivo.
Por último, la caída de la producción china también ha beneficiado indirectamente a los exportadores surcoreanos, cuyos productos se veían cada vez más amenazados por la competencia de sus vecinos. Siendo Corea del Sur una potencia económica de marcado carácter exportador, el poder mantener o incluso expandir su cuota de mercado en el resto del mundo ha sido un factor esencial para evitar un desplome del PIB.
Una lección para el mundo
La apertura económica, la flexibilidad de los factores de producción y el ahorro doméstico han sido, hasta ahora, la vacuna más efectiva contra la nueva crisis.
Según la últimas previsiones de la OCDE, el PIB nominal de Corea del Sur escalará desde el puesto 12° hasta el 9° en el ranking mundial. De esta manera habrá superado a Brasil, Canadá y Rusia, todos ellos países cuyas economías han sido seriamente dañadas por la pandemia.
Como podemos observar en la gráfica superior, la caída del PIB de Corea del Sur en el segundo trimestre del año ha sido del 3,3% y ha marcado un récord en la serie histórica, pero esta contracción de la actividad económica es sensiblemente inferior a la de otros países de la OCDE como el Reino Unido, España o Francia.
Esto nos permite concluir que la apuesta decidida del país asiático por un modelo de crecimiento basado en la apertura económica, la flexibilidad de los factores de producción y el ahorro doméstico parece ser la vacuna más efectiva contra las consecuencias económicas de la pandemia. En un mundo donde resurgen con fuerza ideas como el intervencionismo de los estados, el proteccionismo económico y planes de estímulo basados en el gasto público, Corea del Sur ha emprendido el camino opuesto.