La guerra comercial entre los dos bloques económicos más potentes del mundo sigue haciendo mella en el crecimiento económico de los países. De acuerdo con la OMC, el comercio global representa una tendencia preocupante para la economía.
El comercio global continúa desacelerándose. Inmersos en una interminable guerra comercial entre los principales bloques económicos que posee la economía mundial, la economía ya nota los efectos de lo que viene a ser la desestabilización de unos mercados internacionales repletos de incertidumbre. Unos mercados que suponen uno de los principales motores de crecimiento económico y del desarrollo para los países, pero que, ante la escalada proteccionista que ha ganado fuerza en determinados países, ha acabado lastrándose.
Y es que, como mencionaba, el comercio global no solo es una gran fuente de ingresos, sino que, a su vez, es uno de los principales motores de desarrollo económico que poseen los distintos bloques económicos. La internacionalización precedida por la globalización ha llevado a que muchas empresas puedan exportar al exterior, multiplicando exponencialmente sus ingresos ante el aprovechamiento de los mercados internacionales, así como la competitividad del tejido empresarial de los países, teniendo que competir en mercados y economías más abiertas y donde la competencia es internacional.
Un gran peso para la economía mundial
Como trataba de expresar, el comercio internacional representa uno de los fenómenos más importantes para la economía. De acuerdo con los datos ofrecidos por el propio Banco Mundial hemos podido observar cómo el propio comercio de mercancías entre los países, sumando el compuesto de exportaciones e importaciones de todos los países, en la ratio medida sobre el total del PIB mundial, este posee un peso cercano al 57%. Es decir, sobre el total del PIB mundial, el comercio representa el 57% del mismo; muy por delante de otra serie de sectores e industrias que, a diferencia del comercio, poseen un menor peso, así como un menor crecimiento.
Al hilo con el crecimiento, en esta materia, el comercio mundial ha sido uno de los fenómenos que mayor exponencialidad ha experimentado en sus crecimientos. En la última década hemos podido observar cómo, con los datos en la mano, el comercio no ha dejado de crecer. Además, ese crecimiento se ha dado, como decía, de forma exponencial, cosechando crecimientos de forma ininterrumpida y con paso firme. Un crecimiento que, en manos de los analistas y las previsiones, se preveía, a principio de año, un crecimiento para el 2019 que situaría al comercio en rasgos que oscilarían entre el 3% y el 4%.
La anomalía de los mercados se ceba con el crecimiento
Unos crecimientos que producen vértigo, dado el ritmo que posee el fenómeno en la economía global, así como los altos crecimientos que cosecha. Sin embargo, ante las tensiones que presenta la economía mundial, y que mencionábamos al principio, las previsiones que, a priori, se mostraban muy optimistas, han acabado por lastrarse. Unas previsiones que oscilaban entre grandes cifras, pero que, ante lo ocurrido y las disputas comerciales, han llevado al organismo supervisor a nuevas revisiones a la baja que vuelven a situar al comercio internacional en unos niveles de alerta.
Y es que, mientras en abril ya vimos nuevos reajustes que situaban el crecimiento en el 2,6%, distanciándose mucho del previsto al comienzo del año, para el 2019 se espera que el comercio internacional cierre con una tasa de crecimiento cercana al 1,2%. Es decir, el comercio global, el mismo que ha estado creciendo a ritmos muy acelerados en los últimos años, se ha visto muy sacudido por las incertidumbres que sacuden a la economía global, incertidumbres que huelen a recesión económica y que acechan con más moderación en los crecimientos. Unas incertidumbres que han acabado lastrando el principal motor de crecimiento y desarrollo de las economías.
Incertidumbres que, pese a ser un error, suman a la escalada proteccionista de la que hablábamos, donde el Presidente Donald Trump se encuentra negociando con el gigante asiático, pese a lo bienintencionada que parezca, son medidas que lastran el propio crecimiento económico. En una economía globalizada, matar un agregado al crecimiento como el comercio global, un agregado que supedita el 57% del PIB mundial, está llevando a países como Alemania, donde su economía posee una gran dependencia del sector exterior, a lastrar sus economías y sus tasas de crecimiento, cosechando recesiones técnicas en las nuevas lecturas del tercer trimestre.
Un gran agravante para las economías más dependientes
Recesiones técnicas procedentes de una paralización en un comercio que suponía, en el caso del país germano, el 79% del PIB del país. Es decir, una gran exposición que ha acabado por representar un problema en el mismo lugar que, a priori, representaba una ventaja competitiva. La anomalía que viven los mercados sigue provocando una caída de la demanda externa, que, impulsada también por esa desaceleración sincronizada, como hacía alusión a la desaceleración económica el Fondo Monetario Internacional (FMI), están echando más leña a un fuego que ya está muy prendido. Tan prendido que únicamente incide en un mayor, y más intenso, deterioro del propio balance de riesgos.
En resumen, estamos en un momento donde la acción política en materia económica, en lugar de tratar de aplicar políticas para dinamizar los crecimientos, sigue ejerciendo una presión acechante a unos crecimientos muy debilitados. La fortaleza de las economías, en estos momentos, se encuentra más vulnerable. Por esta razón, seguir incumpliendo con la responsabilidad de llegar a acuerdos comerciales que devuelvan la normalidad al escenario comercial es un gran error; la economía precisa de un comercio fuerte y estable, por lo que la imposición de aranceles, pese a estar justificado como decía anteriormente, representa la falta de voluntad política para actuar en pro del desarrollo económico y el crecimiento.