Compra impulsiva
Una compra impulsiva es aquella que se realiza sin planificar y de forma repentina por motivo de un impulso emocional.
Se considera una compra impulsiva a todo aquello que adquirimos que no se tenía planificado con anterioridad.
Además, las compras impulsivas pueden estar motivadas por factores que inducen a ello. Por ejemplo,productos que están cerca de la caja de los supermercados, en gasolineras o en calles comerciales, con sus mercadillos, bazares y similares. Se suele tratar, por tanto, de objetos de consumo que se ven, se tocan si se puede y si gustan, se llevan a casa. Aun así, también puede ocurrir con servicios.
En una compra impulsiva, los productos que se eligen no son ni de primera necesidad ni de emergencia. En este sentido, no cabe duda de que áreas de negocio como el marketing o la publicidad conocen bien la técnica y sus características.
Debido a ello, los establecimientos que venden estos productos que se adquieren impulsivamente —una revista, un CD de música o una bufanda— saben bien dónde ubicarlos: muy a la vista. Es decir, en la situación más privilegiada posible para que el consumidor los compre. Es más, los productos de este tipo de productos deben destacar de algún modo ya que en el 99,9% de los casos no son buscados.
Consejos para no caer en la compra impulsiva
Cuando se habla de compra impulsiva, las rebajas y las ofertas de los establecimientos reflejan una gran tentación. Así pues, destacamos una serie de consejos para no caer en ella:
- Redactar una lista de la compra con lo que realmente necesita para evitar lo que se conoce como venta cruzada. Una estrategia de marketing que aprovecha, en el caso de que se esté buscando una camisa, para poner al lado la corbata y el chaleco más apropiado. Posiblemente, el consumidor impulsivo se lleve las tres prendas.
- Marcar un límite de gasto para productos que le pueden llamar la atención. Es más, si encontramos algo que pase de ese límite, lo mejor es esperar un par de horas o unos días y volver después, una vez se haya pasado el “impulso” por comprar.
- Si realmente queremos adquirir un producto determinado, lo mejor es que investiguemos primero. Es recomendable mirar los precios en otras tiendas e igualmente en Internet porque cabe la posibilidad de que ahorre bastante dinero y que, al mismo tiempo, consiga una mejor calidad.
- Planificar los gastos y no excederse del presupuesto que se ha impuesto. Llevar las cuentas al día y, de este modo, podremos comprobar en qué gasta el dinero. Y poder rectificar en su caso.
- A la hora de adquirir un producto, siempre existe la opción del mercado de segunda mano y de alquilar en lugar de comprar. O de reutilizar, por ejemplo, los libros y plataformas multimedia de la biblioteca más cercana a su domicilio. Además, existen multitud de foros online donde se ofrecen productos que ya han sido empleados pero que están prácticamente nuevos.
- Hay que cuidar lo que se tiene ya que reemplazar un producto siempre sale caro. Si se rompe, se pierde, o no lo mantiene adecuadamente, tendrá que volverlo a comprar si lo necesita. Y cuando ya sea necesario, si se ha descuidado en su empleo y utilización, no podremos aprovecharlo ni reutilizarlo en un buen estado. De hecho, un buen resultado para cualquier tipo de producto sería poder revenderlo y obtener así un ingreso, u ofrecérselo a alguien que lo necesite de forma solidaria.