Doctrina social de la iglesia

La doctrina social de la iglesia está conformada por unos principios que abordan la existencia del hombre y la realidad social y económica. Su origen se remonta al siglo XIX, cuando la Iglesia católica comenzó a desarrollar una doctrina en defensa de colectivos como los obreros y campesinos.

En el tercio final del siglo XIX, durante el papado de León XIII, la Iglesia católica comenzó a estructurar un conjunto de principios para dar respuesta a las clases sociales más desfavorecidas. Para ello, se abogaba por un sindicalismo católico y la base de esta doctrina fue la encíclica Renum novarum de 1891.

El fundamento de esta doctrina se inspiraba en el amor al prójimo, algo que iba más allá de lo sentimental y trascendía al plano económico y social. Por ello, la Iglesia católica establece un conjunto de ideas de fuerte calado social respecto a la solidaridad, la pobreza, el consumismo y los sistemas económicos.

Así pues, la doctrina social de la iglesia no es una propuesta política, ni tampoco busca establecer un modelo económico. Se trata, por tanto, de unos ideales sociales y económicos en defensa de la dignidad del hombre que se irán adaptando a la evolución de la sociedad.

Dignidad de la persona

En sintonía con la dignidad humana se encuentran los derechos humanos. Para comprender lo que supone la dignidad humana es necesario tener una visión adecuada de la economía, la sociedad, la política y la cultura. Así pues, resulta fundamental la promoción y defensa del ser humano y sus derechos.

El bien común

Este principio supone que todos los seres humanos deben contribuir al bienestar de la humanidad, por lo que todos los recursos y bienes deben llegar a toda la humanidad. Esto implica que el bien común debe anteponerse a los intereses y el bienestar personal, siempre y cuando el bien común y el bien individual no entren en conflicto.

Este principio aborda al hombre como un ser social, hecho para convivir con los demás. Precisamente será a través de la sociedad como el ser humano mejore.

Subsidiariedad

Para la doctrina social de la iglesia, la subsidiariedad supone que las decisiones de carácter social deberán quedar en manos del nivel más cercano a las personas. Todo ello surge como respuesta a los totalitarismos, en los cuales las personas quedan sometidas a los estados.

Así, la doctrina social de la iglesia establece que los individuos no están subordinados a los estados, sino que el estado es garante de los derechos y libertades de las personas.

Destino universal de los bienes

La propiedad privada satisface unas necesidades individuales, sin embargo, según la doctrina social de la iglesia, si esa propiedad individual es excesiva, es ahí donde entra en juego la propiedad universal de los bienes. Y es que, según la Iglesia católica, los bienes han de llegar a todos para poder satisfacer sus necesidades con dignidad. Por ello, es que tenga lugar una justa distribución de los bienes.

La participación social

Participar en la sociedad es algo intrínseco al ser humano. Todos los individuos deben contribuir al progreso de la sociedad. De ahí el deber de cumplir con las obligaciones cívicas y con el pago de impuestos.

Existe, por tanto, un derecho y un deber de participar en la sociedad, de tomar parte en sus decisiones y en su gestión. En consecuencia, si una persona no puede participar plenamente en la sociedad, se verá limitada.

La solidaridad

No cabe duda de que la solidaridad, además de ser uno de los principios de la doctrina social de la iglesia, es uno de los grandes valores humanos. Esto supone que los seres humanos se apoyen los unos a los otros. En otras palabras, los pueblos no pueden prosperar si no cooperan.

Así, los países más ricos, deben colaborar con los países más pobres, pues la humanidad camina unida. No solo hay que esperar solidaridad de los otros, sino actuar con solidaridad hacia los demás.

¿Quieres referenciar este artículo?

David López Cabia , 08 de diciembre, 2022
Doctrina social de la iglesia. Economipedia.com