Síndrome de Burnout
El síndrome de Burnout, traducido al español como síndrome de agotamiento, fue un concepto acuñado en 1969 por H.B. Bradley y se refiere a los efectos negativos del clima organizacional y que repercuten en la motivación de los empleados, llegando incluso a tener síntomas de depresión.
A fines de la década del 60’ y principios del 70’, diversos investigadores, comenzaron a detectar síntomas de intenso agotamiento en personal de policías, hospitales y lugares donde el foco del trabajo está en usuarios y/o clientes.
El aspecto en común es que gran parte de su vida estaba relacionada con su trabajo. En el caso de policías y médicos, por las extensas jornadas de trabajo y el grado de involucramiento en cada caso. Sin embargo, estos síntomas se han presentado en otro tipo de profesionales que también interactúan con personas. Siendo el aspecto en común, el alto grado de compromiso con su trabajo, que repercute incluso en su vida familiar.
Contextos que contribuyen al desarrollo del síndrome de Burnout
Si bien, las personas que trabajan directamente con usuarios son los más propensos a sufrir el síndrome de Burnout, ya sea, porque el agotamiento de lidiar con diversas y numerosas personalidades día a día genera un desgaste natural en el ánimo y la energía, también es posible que se desarrolle en lugares donde la organización del trabajo es disfuncional.
Por ejemplo, si una organización, teniendo claros sus propósitos, no desarrolla planes de trabajo ordenados, no existen lineamientos y se hacen gestiones aisladas, desorientadas y donde no se identifica cuáles son las prioridades, entonces también se está frente a un escenario posible de desarrollo de este síndrome. Ya que aún contando con el compromiso de los profesionales, desde la organización y dirección no se ejecutan planes de trabajo coherentes y desafiantes, lo que afecta la percepción de los empleados sobre su aporte en las tareas diarias.
Síntomas del síndrome de Burnout
Como se indicó anteriormente, el síndrome de Burnout tiene la particularidad de que genera una trayectoria emocional donde las personas que están demasiado comprometidas con su trabajo terminan por no tener ganas de ir a trabajar, procrastinar, sentir fatiga constante, omitir ciertas responsabilidades y, en general, cumplir apenas con los mínimos solicitados. En casos más extremos, el síndrome de Burnout puede derivar en una depresión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), durante su asamblea en Ginebra, el 20 de mayo de 2019, reconoció el Burnout como un trastorno mental, acordando que desde el 1 de enero de 2022 entre en vigor dentro de la Clasificación General de Enfermedades.
El desempleo como gatillante del síndrome de Burnout
Si bien, a través de investigaciones se ha asociado el síndrome de agotamiento o “del quemado”, a los contextos laborales, también es posible que el Burnout se desencadene producto de periodos de desempleo. Esto por el estrés de no generar ingresos, la sensación de independencia financiera y por la costumbre de estar constantemente siendo productivo.
Es probable que las personas que pasan por extensos periodos de cesantía también experimenten síntomas del Burnout, por lo que también podrían aplicarse estos síntomas al diagnóstico de la enfermedad.
La incorporación del Burnout en la Clasificación Internacional de Enfermedades abre un interesante desafío a las empresas por generar ambientes de trabajo saludables, evaluar constantemente los sistemas de trabajo, cargas laborales, objetivos propuestos y perfiles de cargo en las direcciones departamentales y gerenciales. Esto, con el fin mejorar los liderazgos y hacer que los trabajadores mantengan un compromiso, sin caer en un desequilibrio emocional en desmedro de su familia o vida personal.