La propuesta de un salario mínimo es popular, aclamada y ampliamente perseguida por muchos trabajadores. ¿A quién afecta la subida del salario mínimo?
Fijar un salario mínimo con exactitud es prácticamente imposible. Prácticamente, decimos, porque concedemos el beneficio de la duda y el ánimo de descubrir cosas nuevas a aquellos que gusten aventurarse a encontrar tal cuantía. Con todo, es harto complicado determinar una cantidad que sea justa y eficiente para todos.
No queremos decir con esto, que no deba existir. Pero, como poco, sí advertir sobre las consecuencias que puede tener sobre el empleo y la actividad económica, realizar una estimación alejada de la realidad económica.
¿Cuál es la idea del salario mínimo?
La idea bajo la que subyace el salario mínimo es la de evitar que el empresario explote al trabajador y lo remunere muy por debajo de lo que en realidad merece. Entiéndase por merecer como una parte suficiente para subsistir con lo que realmente produce. Tomemos la teoría marxiana, muy influyente en esto del salario mínimo, como referencia. Una de las partes de dicha teoría dicta que:
Tasa de plusvalía = s / (c+v)
Esto es, la tasa de plusvalía es el porcentaje de dinero que gana el empresario respecto a la cantidad de factores invertidos. De donde ‘s’ es la cantidad de beneficio generada, ‘c’ es el capital constante y ‘v’ el capital variable. Un ejemplo de capital constante (c) sería la maquinaria y un ejemplo de capital variable (v) sería el trabajador.
Al margen de las indicaciones de Karl Marx, que aparte de su influencia en el asunto son irrelevantes en este artículo, podríamos decir que si el empresario tiene una tasa de plusvalía muy grande y los salarios son muy bajos, el trabajador está insuficientemente remunerado. El empresario, por tanto, se aprovecha del trabajador para su propio beneficio. En este sentido, el salario mínimo no pretende por sí mismo evitar esta supuesta explotación, sino fijar la cuantía mínima que un trabajador necesita para vivir. Es decir, siguiendo con la teoría anterior supongamos que el trabajador realmente produjera 3.000 unidades monetarias (u.m.) y se le pagaran 1.000. El trabajador estaría siendo ‘explotado’, pero puede que con esas 1.000 u.m. pueda vivir de forma digna y sin preocupaciones. Entonces, esos 1.000 podrían ser el salario mínimo, a sabiendas de que el trabajador recibe relativamente menos de lo que aporta a la empresa.
Bajo este prisma, el salario mínimo debe ser una cuantía de dinero suficiente como para asegurar que un trabajador pueda cubrir sus necesidades básicas (alquiler, comida, ropa, educación e incluso tener hijos). Y no ataca, al contrario de lo que se suele creer, a la llamada explotación.
Salario y beneficios del empresario
El salario es un coste más. Un empresario debe pagar dos tipos de costes: fijos y variables. Entre los fijos podrían estar algunos como el alquiler, licencias o salarios (si estos no están condicionados a la producción). Por su parte, entre los costes variables el empresario debe contar con la luz, el agua, los insumos dedicados a la producción o los salarios (si estos están condicionados a la producción).
Teniendo claro que el salario es un coste para la empresario, debemos pensar que no tiene sentido que el salario se encuentre por encima del aporte del trabajador. Ya que si lo que realmente aporta un trabajador es equivalente a 800 u.m. y se le pagan 1.000 u.m. el empresario terminará despidiendo al trabajador. De lo contrario, las pérdidas prolongadas le obligarán a cerrar el negocio.
Por tanto, queda claro que para la sostenibilidad de un negocio es esencial que el salario esté relacionado con la generación de rendimiento o con otras palabras, que aumente de acuerdo con la productividad. Si esto no fuera así, daría igual a quien contratar.
La dificultad de establecer el salario mínimo
Si establecemos un salario mínimo por debajo de lo que podría ser óptimo, corremos el riesgo de que el empresario se aproveche del empleado y le pague menos de lo que debiera. Por el contrario, si lo ponemos demasiado alto corremos el riesgo de destruir empleo o dejar de crearlo.
Ningún empresario va a contratar a alguien por un determinado salario si su generación de rendimientos es inferior a lo que la ley exige remunerar. Y con este panorama nos enfrentamos. Los liberales afirman que el salario mínimo no debe existir confiando en que el empresario pagará lo que corresponde. Y los del lado intervencionista alegan que el empresario es alguien sin escrúpulos a quien no le importa pagar por debajo de lo que sería justo y por esto es necesario establecer un salario mínimo.
Sobre este asunto existen opiniones muy dispares. Entre ellas algunas dicen que un empresario que no es capaz de pagar un salario digno debería cerrar y otras indican que el trabajador es libre de no aceptar determinado trabajo si cree que está siendo explotado.
¿A favor o en contra del salario mínimo?
Cómo ya hemos dicho, liberales e intervencionistas se encuentran enfrentados. Ambos llevan razón y ambos están equivocados. Puesto que ni todos los empresarios son explotadores, ni todos los que no tienen escrúpulos son empresarios. La realidad es muy difícil y la economía muy compleja.
Cada sector de actividad tiene diferentes formas de trabajar, diferentes formas de medir la productividad (a veces imposible hacerlo), diferentes ciclos de generación de flujos de caja, diferentes actuaciones ante dificultades financieras. Introducir un salario mínimo a todos los sectores es penalizar a unos más que a otros. Pues habrá empresarios para los que será justo ese aumento, pero habrá otros que ya hacían todo lo que podían para remunerar de forma justa.
El salario mínimo para el caso España
Recientemente España subió el salario mínimo desde los 858 euros hasta los 1.050 euros. Lo que supone una subida del 22% del mismo.
La mayoría de los que se sitúan en contra del salario mínimo han aprovechado la coyuntura económica actual para atribuir que el menor ritmo en la creación de empleo se debe a la subida del salario mínimo. Nosotros creemos que, evidentemente, podría ser un factor más pero no es el único que afecta. Alemania no subió el salario mínimo y estuvo a punto de caer en recesión técnica en el último trimestre de 2018. Italia, estuvo en recesión y tampoco subió el salario mínimo. Por tanto, debemos ser justos.
En cualquier caso, más allá de intentar cuantificar el efecto de destrucción o creación de empleo, lo que sí nos vemos en disposición de abordar es la siguiente pregunta: ¿A quién le afecta la subida del salario mínimo?
¿A quién afecta la subida del salario mínimo?
La mayoría de los que se sitúan a favor del salario mínimo lo hacen bajo la idea de que el empresario es un explotador. Hacen referencia, por tanto, a que los grandes empresarios son unos explotadores y a Inditex, Telefónica o Santander no les afecta en absolutamente nada renunciar a un poco de su beneficio por subir los salarios. Cada empresa, siempre y cuando cumpla la legislación, es libre de remunerar como considere. Ahora bien, es un gran error pensar que los grandes empresarios son los que pagan poco. Nada más lejos de la realidad.
Según datos oficiales, los asalariados del sector privado se distribuyen tal que así:

El 59% corresponde a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), el 3% a los autónomos y el 38% del trabajo asalariado le corresponde a las grandes empresas. Dado que la cuantía es pequeña y no disponíamos de datos oficiales actualizados sobre los autónomos, los excluimos en lo que sigue.
Así pues, bajo el supuesto de que la estructura salarial no ha podido cambiar mucho en los últimos tres años, y limitados por el hecho de que los datos oficiales sobre distribución por tramos salariales son de 2016, tenemos que la cantidad de asalariados total es de 12.831.998 personas. De todos esos trabajadores, la cantidad de asalariados que cobraba menos de 1.002,8 euros era de 2.049.949 trabajadores. Lo que quiere decir que del total de asalariados, alrededor del 16% cobraba por debajo de lo que hoy es el salario mínimo. ¿Cómo se distribuye ese 16%?
Del 16% que cobraba por debajo del salario mínimo tenemos que el 53% correspondía a las microempresas, el 32% a las PYMES y solo un 13% correspondía a las grandes empresas. Y, para verlo con más perspectiva y como porcentaje del total de asalariado de cada tipo de empresa tenemos lo siguiente:

Es decir, un 37% de todos los asalariados de las microempresas cobraban menos de 1.002,8 euros, un 14% de las PYMES, y solo un 6% de todo el empleo asalariado de las grandes empresas cobraba menos de lo que hoy se establece como salario mínimo en España.
Las microempresas (entre 1 y 10 trabajadores) tienen márgenes menores, son más vulnerables a los cambios y a las recesiones. Lo lógico es pensar que esos microempresarios que trabajan muchas horas, y gran parte de los días del año, no es que sean explotadores, sino que no pueden dar más. Consecuentemente, sería quizá más productivo ayudar a las microempresas a crecer, porque a la luz de los datos cuanto más grande es la empresa, mejores salarios perciben sus trabajadores. Con las cartas sobre la mesa, si la subida del salario mínimo debe afectar negativamente a alguien será, sin lugar a dudas, a las microempresas.