La demografía de la India ha aumentado a tal ritmo que ha llegado a superar a China como el país más poblado del mundo. Sin embargo, al sorpaso demográfico puede sumarse también el sorpaso económico. De hecho, se cree que en 2030 India podría convertirse en la tercera economía del mundo.
Tras alcanzar una población que supera los 1.428 millones de personas, y con la población China registrando una disminución, India se ha convertido en el país más poblado del mundo. Asimismo, el PIB de la India ha continuado creciendo de manera sostenida a lo largo de los últimos años pese a los elevados niveles de pobreza que registra el país.
La escalada del PIB indio
Entidades como la agencia de calificación Standard&Poors y el banco de inversiones Morgan Stanley han llegado a pronosticar que, en 2030, India podría llegar a alzarse como la tercera economía más importante del planeta. Así, en 2031, el valor del PIB indio podría ser el doble de lo registrado en 2022.
Si bien el PIB de India creció un 6,3% en 2022 y sus más de 1.428 millones de habitantes suponen alrededor del 18% de la población mundial, su economía aún no es lo suficientemente fuerte como para superar a China y las economías occidentales.
Así, el PIB de Estados Unidos en 2021 era de 23,32 billones de dólares, frente a los 3,17 billones que totalizaba el PIB de India. Queda claro que el incremento de la población no se traduce necesariamente en una hegemonía económica inmediata.
Bien es cierto que los niveles de riqueza han mejorado en India, aumentando su PIB per cápita hasta los 6.600 dólares frente a los 17.600 dólares que registran los datos de la economía china. No obstante, hay registros preocupantes en lo que se refiere a la concentración de la riqueza, pues el 10% de sus habitantes aglutinan el 77% de la riqueza.
Pese a todo, las economías de Estados Unidos y la Unión Europea tienen una renta 1,5 veces mayor con respecto a 1990, mientras que en India la renta per cápita se ha multiplicado 3,6 veces. Esto también se debe a que, las economías occidentales, al ser más ricas, llegan a un punto en el que el crecimiento económico se torna más difícil.
Entre las razones que han impulsado el despegue de la economía india se encuentran la liberalización de los mercados, los cambios implementados en la legislación laboral, la inversión en infraestructuras y las mejoras en la formación de sus trabajadores.
Asimismo, es importante tener en cuenta los planes del gobierno que encabeza el primer ministro hindú, Narendra Modi. Su programa económico tiene como objetivo hacer de India un gran país exportador y un lugar clave en la producción de manufacturas. Para ello, el gobierno indio apuesta por estímulos como las rebajas fiscales o la reducción de trabas burocráticas.
No menos importante en el despegue económico de un país como India, ha sido la importante inversión en educación del sector público. Gracias a ello, numerosos estudiantes indios se gradúan en Matemáticas, Química, Informática y Física, dotando a India de un capital humano con una formación avanzada.
La pobreza, el gran hándicap de India
Uno de los grandes desafíos de la economía india es la lucha contra la pobreza. Toda nación próspera se caracteriza por una clase media sólida que brinde estabilidad a la economía. Sin embargo, los datos del Banco Mundial en 2019 advertían que más de 129 millones de indios sufren lo que se denomina pobreza extrema.
Pese al importante número de indios que viven en la pobreza, hay razones que invitan a pensar que sería posible reducir drásticamente la pobreza en los próximos años. Existe un afán por progresar entre la población india y los cada vez mayores recelos de Occidente hacia China hacen que India gane peso como actor económico y geopolítico.
Así, India, de lograr convertirse en un centro de producción manufacturera, podría llegar a reemplazar a China como la gran factoría mundial. En definitiva, India podría convertirse en el gran contrapeso que equilibrase la balanza con una potencia como China. De hecho, ya hay gigantes tecnológicos como Apple que han desplazado su producción a India.
El futuro de India
India viene registrando sólidos datos de crecimiento económico desde el año 2003 y se sobrepuso rápidamente de los estragos económicos causados por la pandemia, llegando a crecer un 8,7% en el ejercicio que va de 2020 a 2021.
De hecho, si analizamos su progresión, India podría superar en PIB a Alemania en 2027 y a Japón en 2029. A semejante ritmo, podría erigirse como la tercera economía del mundo al finalizar la presente década.
Frente a una política de hijo único impuesta por las autoridades chinas, las tasas de natalidad en India (2,11 hijos por mujer) son muy elevadas. Mientras la población de China comienza a envejecer y contraerse, la población de India aumenta, pues aproximadamente el 40% de sus habitantes son menores de 25 años. Todo ello dará lugar en unos años a una India dotada de una mano de obra joven y numerosa.
La política internacional también está siendo otra baza que juega a favor de India. Así pues, son muchos los que buscan en India una nueva potencia manufacturera. Las tensiones entre China y Estados Unidos han propiciado acuerdos económicos y políticos con India. Los acuerdos abarcan cuestiones claves como la defensa, exploración espacial y la producción de bienes tecnológicos.
Ahora bien, no todas las perspectivas son favorables, pues también existen riesgos para la economía india. Como anteriormente indicábamos, es necesario poder superar los elevados niveles de pobreza e India es un país sensible a las recesiones económicas mundiales. Semejante vulnerabilidad se debe a que India exporta alrededor del 20% de su producción.
Otro desafío capital será el incremento de la mano de obra india. Para ello, es necesario que el crecimiento económico vaya acompañado de un incremento del empleo que ofrezca oportunidades laborales adecuadas y dignas para la población.
Así pues, India cuenta con unas perspectivas prometedoras y con una situación geopolítica de la que puede salir beneficiada. Sin embargo, queda mucho por hacer en aspectos como la lucha contra la pobreza y una distribución más justa de la riqueza.