A lo largo del siglo XV, el apellido de una familia italiana de banqueros sería sinónimo de poder. Se trataba de los Médici, quienes, gracias a sus préstamos, ejercerían una gran influencia política y financiarían grandes obras del Renacimiento.
En 1429, Cosme de Médici y Lorenzo de Médici heredaron el negocio bancario de su padre Giovanni, cuyos préstamos permitirían sufragar los sueldos de ejércitos y la construcción de obras públicas. Todo ello sin olvidar el activo papel de la familia Médici en el mundo del arte, donde destacaron como los grandes mecenas del Renacimiento. Estamos, pues, ante la que, probablemente, fuese la familia italiana más influyente del siglo XV.
La creciente importancia del comercio y de la burguesía permitirían emerger con fuerza a la banca. La introducción de técnicas como el método de la doble partida, o de instrumentos de crédito como la letra de cambio, también contribuirían a la expansión del negocio bancario.
¿Qué tipo de negocio bancario regentaban los Médici?
«Los Médici entrarían en la categoría de banqueros internacionales, sufragando grandes proyectos con sus préstamos, los cuales gestionaban en toda Europa.»
Más allá del entorno, merece la pena analizar la gestión eficiente, seria y prudente que llevó a cabo Cosme de Médici.
Así, el banquero florentino terminó estableciendo sucursales por toda Europa, en ciudades como Londres, Roma, Lyon, Milán, Ginebra, Brujas y Venecia. Con Florencia funcionando como centro neurálgico, se controlaba el riesgo y las pérdidas que podían asumir las restantes filiales, las cuales disponían de un importante grado de autonomía. Cabe señalar que la filial de Roma llevaría a cabo un gran volumen de negocio debido a las sustanciosas relaciones económicas que mantenía con el Vaticano.
Pero, si observamos el negocio bancario de la época, ¿qué clase de banqueros eran los Médici?
En la Italia del siglo XV podían encontrarse prestamistas, cambistas y banqueros internacionales. Así, los prestamistas eran usureros y debían afrontar una multa todos los años para poder continuar con su actividad y librarse de más sanciones. Los cambistas comerciaban con joyas, se encargaban del cambio de moneda y podían gestionar depósitos.
Finalmente, los Médici entrarían en la categoría de banqueros internacionales, sufragando grandes proyectos con sus préstamos, los cuales gestionaban en toda Europa.
Usura y pecado
«Al conceder un crédito a la Iglesia no se le podría exigir el pago de intereses, puesto que la banca estaría pecando al ejercer la usura.»
Ahora bien, en aquellos tiempos, la moral religiosa era muy estricta y la usura se consideraba pecado. Por ello, los Médici querían satisfacer sus pretensiones económicas, pero, al mismo tiempo, respetar la doctrina de la Iglesia.
Los intereses de los Médici y de la Iglesia terminarían alineándose, gracias a que el Vaticano necesitaba de los servicios de la banca para recaudar las aportaciones de los fieles en todo el continente europeo. Por otra parte, al conceder un crédito a la Iglesia no se le podría exigir el pago de intereses, puesto que la banca estaría pecando al ejercer la usura.
Precisamente fue en estos préstamos a la Iglesia donde surgió el llamado depósito a discreción.
Así, el pago de intereses por parte de la Iglesia se realizaba como un incentivo o regalo. En otras palabras, el pago de intereses del clero a la banca no era obligatorio. De hecho, grupos de teólogos estudiaban detenidamente los contratos con la banca para asegurarse de que no hubiese usura.
Los grandes mecenas del Renacimiento
«Lorenzo de Medici tomaría bajo su protección a artistas como el célebre Miguel Ángel.»
Como mencionábamos anteriormente, la codicia y la usura no estaban bien vistos en la Florencia del siglo XV. Por ello, las familias acaudaladas como los Médici debían hallar un modo de hacer compatibles sus riquezas con la doctrina de la Iglesia.
Para expiar sus pecados, los ricos costeaban obras artísticas de carácter religioso. Ahora bien, las familias más pudientes no siempre dedicaban sus recursos a obras religiosas, por lo que, podían recibir una llamada de atención por parte de la Iglesia.
En el caso de los Médici merece la pena mencionar el ejemplo de Cosme de Médici. En 1430, presentándose ante el Papa Eugenio IV, Cosme le preguntó cómo podía disfrutar de la riqueza que había conseguido y, al mismo tiempo, quedar libre de pecado. Para alcanzar la expiación, Eugenio IV le propuso sufragar la restauración del convento de San Marcos. Aceptando la sugerencia de Eugenio IV, Cosme de Médici terminó desembolsando una considerable suma de dinero para la restauración de dicho convento.
Cabría preguntarse cuál fue el papel de los demás Médici como mecenas. Mientras Cosme, el banquero por excelencia de la familia Médici, llevó a cabo un mecenazgo para evitar mostrarse como un hombre ostentoso y hallar cierto equilibrio político y social, Lorenzo el Magnífico fue el más destacado mecenas de la familia.
Lorenzo, como apasionado del arte, estaba volcado en revivir el arte y los mitos clásicos, creando la escuela de arte moderno. Así, Lorenzo tomaría bajo su protección a artistas como el célebre Miguel Ángel.
Aunque conviene resaltar que si bien Lorenzo se volcó en el arte, no fue tan eficiente como Cosme a la hora de gestionar el patrimonio familiar.
El declive de los Médici
«A pesar de tener que exiliarse durante un tiempo, los Médici ejercerían una importante influencia política y religiosa en Italia, erigiéndose como duques de Florencia y llegando algunos de los miembros de la familia a ocupar el papado.»
El ocaso de la familia Médici llegaría tras la muerte de Lorenzo, la disolución del banco y la irrupción de un fanático fraile dominico llamado Girolamo Savonarola.
Considerando pagano el arte que habían sufragado los Médici, Savonarola instigó la quema de numerosas obras de arte. Ante la arremetida de Savonarola, Piero era consciente de que la familia Médici corría peligro, por lo que decidieron abandonar Florencia. Irónicamente, en 1498, sería el propio Savonarola quien, tras enfrentarse al Papa Alejandro VI, terminase ardiendo en la hoguera.
A pesar de tener que exiliarse durante un tiempo, los Médici ejercerían una importante influencia política y religiosa en Italia, erigiéndose como duques de Florencia y llegando algunos de los miembros de la familia a ocupar el papado (León X). Sin embargo, estos ya no regresaron al negocio de la banca que la familia había regentado entre 1397 y 1494.
Con todo, no podemos acabar sin resaltar que, como ocurrió con León X, entre los miembros de la familia podemos destacar a cuatro papas: León X, Clemente VII, Pío IV y León XI; dos reinas de Francia: Catalina de Médici y María de Médici; así como numerosos dirigentes florentinos y miembros de las casas reales de Francia e Inglaterra.
En conclusión, pese a que su negocio principal y el que le otorga reconocimiento sea el bancario y el mecenazgo, la influencia de la familia Médici se extiende más allá del sector bancario, llegando a posicionarse al mando del vaticano en varias ocasiones, así como al frente de territorios, integrando casas reales en toda Europa. Y es que hablamos de una familia que, como muestra nuestro titular, acabó erigiéndose como la familia europea más importante del Renacimiento.