La inversión en I+D+I no solo supone un impulso en la competitividad de las empresas, sino que influye positivamente en el conjunto de la economía y de la sociedad. Su importancia hace que vean la luz nuevas tecnologías, favorece avances en medicina, permite procesos de producción más eficientes y permite progresar a muy diversas industrias.
Los recursos destinados al I+D+I no suponen un gasto a fondo perdido, pues revierten en el bienestar social y en la competitividad empresarial. De hecho, el gasto en I+D+I permite alcanzar tecnologías más desarrolladas e incide positivamente en la productividad.
Así, el I+D+I comprende tres actividades: investigación, desarrollo e innovación. En la fase de investigación se trabajan con modelos teóricos (investigación básica) que, posteriormente, se dirigirán a fines prácticos (investigación aplicada) tales como medicina, tecnologías de información y comunicación, maquinaria, medio ambiente, etcétera.
El segundo paso será el desarrollo, que consistirá en la creación de nuevos productos y en la puesta en marcha de nuevos métodos de producción. Finalmente, la innovación consistirá en hacer llegar dichos productos a los consumidores.
Pero, más allá de las actividades que comprenden el I+D+I, en Economipedia vamos a analizar qué supone para un país una apuesta decidida por el I+D+I y cómo afecta a las empresas.
El I+D+I, un elemento clave en el progreso de las naciones
La investigación y el desarrollo son sinónimo de avance y bienestar en las economías nacionales. Las principales economías del mundo han sustentado su posición de ventaja gracias a considerables inversiones en I+D+I. Los ejemplos más claros son países como Estados Unidos, China, Japón y Alemania.
Así, las naciones más desarrolladas destinan ingentes cantidades al I+D+I, mientras que los países más pobres ni de lejos pueden competir con los recursos destinados por los países más ricos. Y es que, la conexión entre I+D+I, competitividad y prosperidad económica y social es más que evidente.
Los ciudadanos notarán la mejora en su calidad de vida, pues dispondrán de avances médicos y tecnologías de información y comunicación más rápidas y eficientes, entre muchas otras ventajas. En este sentido, el I+D+I supone una respuesta práctica a los problemas de la sociedad, como sucede en lo relativo a las cuestiones medioambientales. Por ello, los científicos, a través del I+D+I pueden dar respuesta a desafíos como la escasez de agua, el cambio climático e incluso afrontar pandemias como la del COVID-19.
Bien gestionadas, estas inversiones en I+D+I facilitan la adquisición de nuevos conocimientos y tecnologías. Por ello, suponen un componente importantísimo en los presupuestos públicos.
El I+D+I no solo se traduce en un incremento del conocimiento científico, sino que dichos conocimientos pueden ser aplicados con finalidades prácticas. Por ello, la industria, el medio ambiente y el tejido empresarial, son los grandes beneficiados de estas inversiones. Así, las compañías tecnológicas cada vez pasan a representar una mayor importancia porcentual sobre el PIB, tal y como sucede en Estados Unidos y Corea del Sur.
Todo ello motiva que las agencias gubernamentales y el sector privado vuelquen sus esfuerzos en el I+D+I. Las empresas disponen de procesos de producción más eficientes y respetuosos con el medio ambiente, surgen nuevos productos y aparecen nuevos yacimientos de empleo.
El I+D+I en el sector privado
El I+D+I no solo depende de la actuación del sector público a través de sus agencias. A día de hoy, el sector privado es consciente de que el I+D+I es un factor vital e imprescindible en el crecimiento empresarial.
Las innovaciones tecnológicas abaratan los procesos de producción. Se produce una mayor cantidad de bienes a un menor coste y con mayor calidad. El caso más evidente es el de la máquina de vapor durante la revolución industrial, que supuso la aparición del transporte ferroviario y dio lugar al sistema de producción en masa.
Pero, la inversión en I+D+I no solo afecta a la producción, pues también influye en otras actividades de las empresas. Así, la investigación, desarrollo e innovación, también afecta a la distribución, facilitando un reparto más rápido y eficiente del producto o también puede repercutir en las técnicas de marketing y administración de la propia empresa.
Resulta manifiesto que la inversión en I+D+I contribuye a reducir costes. No obstante, tampoco hay que olvidar que el I+D+I brinda a las empresas la posibilidad de diversificarse abriendo nuevas líneas de negocio. La opción de la diversificación no es la única oportunidad, pues este tipo de empresas también pueden encontrar interesantes perspectivas de expansión internacional.
En un mundo globalizado, en el cual la competencia entre las empresas es feroz, el I+D+I actúa como un elemento clave en el posicionamiento. Y es que, la falta de inversión en I+D+I, puede suponer para muchas empresas no solo quedar rezagadas, sino su extinción. En definitiva, se trata de renovarse o morir.
Son muchos los gobiernos que, tratando de estimular la economía nacional e impulsando a sus empresas, ofrecen importantes deducciones fiscales a aquellas compañías que apuestan decididamente por el I+D+I. Es más, el I+D+I requiere trabajadores cualificados, lo que permite a las empresas acceder a ayudas públicas.
Ahora bien, este tipo de empresas no solo se benefician del acceso a la financiación pública, sino que pueden disponer de crédito por parte del sector privado con mayor facilidad que otro tipo de negocios.
¿Puede marcar la diferencia el I+D+I?
La experiencia ha demostrado que la investigación, desarrollo e innovación han propiciado un desarrollo vertiginoso en todos los sectores económicos. Por ello, el sector privado cada vez destina más recursos al I+D+I, tratando de satisfacer unas necesidades cada vez más exigentes por parte de los consumidores.
No cabe duda de que la investigación, el desarrollo y la innovación forman parte de un proceso que implica tanto al sector público como al sector privado. Sus efectos sobre la sociedad son palpables, pues mejora la competitividad de las empresas, aumenta la calidad de vida de los ciudadanos y la economía se expande.
El conocimiento va más allá de los laboratorios y las investigaciones teóricas. Las empresas, al disponer de nuevos productos y producir a menores costes, ven mejorar sus márgenes, los ciudadanos acceden a productos de mayor calidad y disfrutan de esos avances científicos en su vida cotidiana.
Las ventajas de la inversión en I+D+I son claras, pero, existe un gran reto al que aplicar estas investigaciones y avances: el crecimiento económico sostenible. He aquí, donde el progreso científico y el desarrollo jugarán un papel clave en el devenir de la humanidad.